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viernes, 24 de diciembre de 2010

Las Madres realizaron su juicio ético contra los curas cómplices de la dictadura

"Jorge Mario Bergoglio, entre los “condenados”

Por Gimena Fuertes

La Asociación que preside Hebe de Bonafini organizó el proceso público en la Plaza de Mayo. “Los quiero ver crucificados por el pueblo”, dijo.

Alrededor de 300 personas condenaron a los curas que “formaron parte de la dictadura militar” durante el juicio “ético y político a los violadores de la palabra de Jesús”, que se llevó a cabo ayer en Plaza de Mayo, del que participaron Hebe de Bonafini y Rubén Dri.

Este juicio es un acto político que organiza la Asociación de Madres de Plaza de Mayo para señalar a los civiles que formaron parte de la dictadura militar y que todavía no están siendo investigados por la justicia. Este acto es la continuación de los que ya se habían llevado a cabo contra los medios de comunicación y periodistas primero, y los jueces y funcionarios judiciales, después. Sin embargo, Hebe de Bonafini destacó que en el caso de los curas “no sólo eran cómplices, como sí los fueron los periodistas o los jueces, sino que eran genocidas porque su actuación tuvo relación directa con las creencias y los valores”.

Hebe, quien fue parte del tribunal junto con el abogado constitucionalista Roberto Boico, recordó emocionada que sus hijos militaban junto a los curas del movimiento tercermundista. Luego apuntó contra los sacerdotes que visitaban los campos de concentración y, con la excusa de aliviar el dolor de los secuestrados, recogían información. “A los curas que iban a conformar a los torturadores los quiero ver crucificados por el pueblo”, reclamó ayer en Plaza de Mayo.

El primer testimonio fue el del sacerdote tercermundista de la parroquia de San Francisco Solano, Eduardo de la Serna, quien a través de un audio volvió a relacionar al obispo Héctor Aguer con la desaparición del padre Pablo Gazzarri en 1976.
Por su parte, el sacerdote y profesor Ruben Dri responsabilizó al arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, por el secuestro de los curas Francisco Jalic y Orlando Yorio en mayo de 1976. Dri también recordó la tibieza con que reaccionaron los miembros de la Conferencia Episcopal después del asesinato de los curas Palotinos en la madrugada del 4 de julio de 1976, cuando grupos de tareas asesinaron a cinco miembros de la Parroquia San Patricio del Barrio Belgrano de Buenos Aires.

Luego Jesús María Plaza, sobrino de quien fuera monseñor Antonio Plaza, de La Plata, recordó la respuesta de su tío cuando le preguntó por su hermano desaparecido, Juan Domingo. “Lo mataron los Montoneros”, dijo el monseñor y le advirtió que se vaya del país porque le iba a pasar lo mismo.
Otro de los que oficiaron como testigos fue Enrique Stola, el psiquiatra perito del caso del cura Julio Grassi procesado por abuso de menores yque no cumple su condena en una cárcel común”.

La función de fiscales estuvo a cargo de los abogados Sergio Gandolfo y Antonio Rojas Salinas, quienes pidieron que se los condene por genocidio y argumentaron que “no son cómplices sino parte de la dictadura militar porque dieron sustento ideológico al genocidio”.

Como era de esperar, no hubo ningún miembro de la curia que se animara a ejercer una defensa de los acusados, por lo que se exhibió un video de una entrevista televisiva realizada el 15 de abril de 1976 a Monseñor Adolfo Tortolo, quien fue arzobispo de Paraná y vicario castrense de las Fuerzas Armadas, conocido por haber apoyado la última dictadura militar y hasta defensor de la tortura en las asambleas episcopales. Incluso era un asiduo visitante de los centros clandestinos. En el reportaje es el mismo arzobispo quien en medio del genocidio pide “silencio y concordia”.

Por otra parte, durante el acto se recordó también a "los sacerdotes y obispos desaparecidos que también son nuestros hijos", entre ellos, al padre Carlos Mugica, a los curas Palotinos, Pedro Duffau, Alfredo Kelly y Alfredo Leaden, como así también a las monjas francesas, Alice Domon y Leoni Duquet y a los obispos, monseñor Enrique Angelelli, y Juan Carlos Ponce de León.

El "juicio ético y político a los violadores de la palabra de Jesús", terminó cuando el tribunal -compuesto por el público presente- condenó a mano alzada a los miembros de la Iglesia Católica que "fueron cómplices del genocidio" a la pena simbólica de "reclusión perpetua".

Gimena Fuertes

Fuente : Tiempo Argentino

2 comentarios:

Daniel dijo...

Bestias hijos de puta estos cuervos. Si reviviera Mujica, lo mandarían al matadero.

Javier dijo...

Seguramente Unfor

De Nevares que diría de ess gente impresentable ?

Un abrazo

Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

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