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domingo, 4 de septiembre de 2011

“Scioli se acomoda a los vientos que soplan y mientras sople Cristina está todo bien”

Entrevista a Martín Sabbatella, candidato a gobernador bonaerense por Nuevo Encuentro



En medio de la campaña para las próximas elecciones generales, el diputado nacional y ex intendente de Morón sostiene que seguramente no se revertirá el triunfo de Daniel Scioli. “La diferencia es enorme. Por eso, el 23 de octubre, la discusión trasciende la cuestión de quién es el próximo gobernador y pasa más por pensar en el futuro, por pensar en cómo se genera una fuerza que consolide el rumbo iniciado en 2003 y lo profundice”, afirma.

Después de dos semanas, y con la ratificación de los cómputos definitivos, ¿qué sensación te dejan las elecciones primarias?

–Varias, pero la primera es de alegría, porque pudimos comprobar en las urnas algo que palpábamos cuando recorríamos la provincia de Buenos Aires durante la campaña. Se notaba que una inmensa mayoría del país acompaña el rumbo elegido por la Argentina en los últimos años, desde los cambios y las mejoras que cada uno percibe en su vida cotidiana. El proyecto que arrancó en 2003 no es un rejunte de medidas oportunistas o aisladas, como algunos pretendieron etiquetar. Hubo un profundo cambio de paradigma si contrastamos esta realidad con décadas anteriores, y ese paradigma se sostiene en varias patas: recuperar el rol del Estado como garante de derechos, resaltar el valor de lo público, promover la integración regional, desendeudarse, y sobre todo crecer con equidad y con inclusión. ¿Y eso cómo se traduce en la vida cotidiana? Con esas mejoras que la gente siente cada vez que se levanta, como decía antes. Con la Asignación Universal, la extensión de las jubilaciones, la creación de fuentes de trabajo, la ley de matrimonio igualitario como equiparadora de derechos, la Ley de Medios como herramienta democratizadora de la palabra. Hay cientos de ejemplos. El pibe que antes estaba afuera de todo, corrido del sistema, hoy en la escuela y con la netbook está más adentro. Más allá de la utilidad de esa herramienta, simboliza la inclusión, la democratización del conocimiento. El triunfo de Cristina fue categórico y rotundo, y ese triunfo expresa dos cosas. Por un lado, marca el fuerte apoyo a un rumbo. Pero además, es el deseo de profundizar ese rumbo, para seguir avanzando. Es el convencimiento de que si este camino nos permitió llegar hasta acá, es este camino también el que nos permitirá alcanzar lo que falta.

–Ricardo Alfonsín sigue sosteniendo que los números alcanzados por la alianza que forzó con Francisco de Narváez se debieron a errores cometidos en la comunicación.

–Lo que pasa es que la oposición perdió la brújula, y está desconcertada desde hace mucho tiempo. Se imaginaron un país distinto. Hace sólo un año y medio hablaban de fin de ciclo, de caída libre, de apocalipsis, de derrumbe. Circulaban por los medios pronosticando grandes crisis. Pero además, no sólo imaginaron ese país, sino que intentaron construirlo. Pronosticaban que iba a suceder algo terrible, y militaban para que eso sucediera. Por suerte el oráculo no se cumplió, y se encontraron con otra realidad. Y ahora, con el resultado puesto, empezaron a hablar de fraude, de cambiar el sistema electoral, de la boleta única, etcétera. Hablan de calidad institucional y de previsibilidad; y quedó demostrado que lo del fraude era una operación mentirosa y quieren cambiar las reglas de juego a mitad de camino, en el medio del proceso electoral.

–Siempre decís que las estructuras partidarias están en crisis, que no todos los de un mismo partido piensan lo mismo, y que muchos que trabajan en partidos diferentes deberían juntarse alrededor de un proyecto nacional integrador. Da la impresión que la oposición te hizo caso: más allá de orígenes y trayectorias, saltaron barreras propias y se pusieron de acuerdo, pero para estar en contra de alguien.

–Es verdad, porque por sobre sus pertenencias partidarias, el denominador común que tienen es justamente oponerse al gobierno y al rumbo que defendemos millones de argentinos y argentinas. Más allá de sus historias y sus tradiciones, en la oposición prima una mirada conservadora, con un discurso y una práctica que los ubica a la derecha del sistema político.

–¿Eso explica los cruces y los acuerdos impensados? Duhalde coqueteando con el radicalismo de Mendoza, Alfonsín abrazado con De Narváez a pesar de las críticas de sus mismos correligionarios, Solanas y Margarita Stolbizer en idas y vueltas, Carrió con todos y después con nadie…

–Por supuesto. Pero no olvidemos que esto no empezó ahora. El pico máximo de esas coincidencias rarísimas ocurrió cuando los grupos concentrados del campo armaron aquel clima destituyente, como lo llamó Carta Abierta. En medio de la discusión por las retenciones, uno podía ver en la Plaza de los Españoles a partidos y referentes que se dicen progresistas y de izquierda brindando con champán, con la Sociedad Rural. Estamos hablando de grupos que en el Congreso también actuaron juntos como expresión de esos intereses económicos. Quisieron convertir al Parlamento en un bufete de abogados en defensa de los intereses corporativos y concentrados. Este debate se dio al calor de la recuperación del debate de ideas. La política volvió a estar en el centro de la escena, interpelando al poder, corriendo la barrera de lo que siempre nos vendieron como “posible”. Y todo esto permitió saber quién es quién y qué intereses defiende.

–¿Qué reflexión merecen denuncias como la del duhaldista Eduardo Amadeo, sobre un supuesto mal recuento de votos en seis mesas de un total de 80 mil?

–Creo sinceramente que deben estar encerrados discutiendo como locos qué hacer, dando manotazos de ahogado, en medio del desconcierto general. Y una de las cosas que se les ocurrió fue inventar lo del fraude. Estos muchachos no aceptan la realidad, es tan simple como eso. A nosotros no nos gustó que ganara Mauricio Macri en la Ciudad de Buenos Aires, pero nunca se nos ocurrió cuestionar el resultado y ponerlo en duda. Fue lo que la gente eligió, y se acepta.

–Otra de las estrategias parece ser agitar el fantasma de la mayoría absoluta. El senador radical Ernesto Sanz dijo que si en octubre se mantiene esta diferencia de votos a favor del gobierno, el país entraría en riesgo institucional. Es como decir: “Está bien, ganen, pero no ganen por tanto.”

–Si una fuerza política saca más del 50% es porque la mayoría de la población considera esa propuesta como lo mejor para la Argentina, y punto. ¿Cuál es el riesgo institucional? Todo lo contrario, brinda mayor estabilidad, previsibilidad y fortaleza para cristalizar un determinado proyecto.

–Lo extraño es escucharlo en boca del presidente de un partido que en 1983 ganó con un 52% de los votos y llevó a la presidencia al padre del candidato actual.

–Por supuesto, y eso te demuestra que los discursos y las justificaciones son según la conveniencia y la coyuntura. Además, hay que decir que en los últimos dos años esta oposición tiene mayoría en el Congreso, y así nos va. Se juntaron, armaron el Grupo A, dividieron las comisiones entre ellos, pusieron palos en la rueda... Plantear ahora el tema del equilibrio parlamentario es ridículo. Su planteo es “si la mayoría la tienen ellos es autoritarismo, si la tenemos nosotros es democracia”.

–¿Qué decís del desempeño de Nuevo Encuentro, y cómo se inserta en el mapa político que viene?

Estamos muy contentos con la elección en la provincia. Sacamos un poco más de votos que en 2009, 440 mil, y eso es auspicioso de cara al futuro, porque siempre las elecciones que buscan cargos ejecutivos son más complicadas para las fuerzas emergentes. Esto nos permite establecer un piso, una plataforma de cara a octubre, y consolidar la construcción de una fuerza política que realmente colabore con la línea que se da en el país al calor de los debates inaugurados desde el año 2003. Porque el proceso de transformación argentino es extraordinario, pero necesita un anclaje territorial y social más profundo en la provincia. Buenos Aires no está en sintonía con esa construcción política, y aunque no nos creemos autosuficientes, estamos seguros que Nuevo Encuentro puede aportar mucho.

–¿Se pueden revertir los resultados provinciales?

Nosotros vamos a trabajar muy fuerte para llegar al millón de votos. El 23 de octubre, no se define únicamente quién será el gobernador. Lo que se juega en la provincia en esta elección es el futuro. Trabajamos para fortalecer a esta fuerza, para consolidar el rumbo iniciado en 2003 y para colaborar con su profundización. Como lo dijimos muchas veces, creemos que Scioli no expresa el mismo rumbo y mucho menos su profundización. Se acomoda a los vientos que soplan, y mientras sople Cristina está todo bien. El problema es si le toca soplar a él. El 23 de octubre hay que votar pensando en el futuro, en los debates que vienen, en darle más fuerza a lo que la provincia necesita para estar en sintonía con el profundo cambio que vive el país. Hay que votar pensando en lo que tiene que pasar mañana, en lo que está pendiente y en la fuerza que se necesita para lograrlo.

–Al referirse a “lo que falta” Nuevo Encuentro siempre se refirió a muchos dirigentes que tampoco van en la misma sintonía con el proyecto. ¿Creés que un segundo mandato de Cristina logrará terminar de elegir a los mejores intérpretes para esas políticas?

Los procesos políticos son complejos, imperfectos, no son inmaculados. Es verdad que muchas construcciones políticas provinciales y municipales están atrás de lo que expresa la agenda pública nacional, y lo que siempre transmitieron Cristina y Néstor. Veo a Cristina decidida a avanzar, a terminar de construir una matriz productiva y distributiva más justa. Una muestra fue la primera conferencia de prensa que dio después de haber ganado, motorizando la ley que regula la extranjerización de tierras. Y creemos que para avanzar hay que poner en sintonía la construcción política, y como vos decís, los intérpretes, con el proceso de profunda transformación que vive la Argentina. Somos muchos los que pensamos así, aun pudiendo estar hoy en diferentes búsquedas electorales. Nuevo Encuentro es una fuerza política comprometida con esa búsqueda.

–Una parte de la prensa afirmó que las legislativas de 2009 vaticinaban la desaparición total de lo que motorizó el kirchnerismo y las corrientes que se sumaron a eso, como Nuevo Encuentro. ¿Qué pasó en sólo dos años como para que la realidad mostrara otra cosa?

–La primera reflexión es que seguramente el país no estaba como algunos medios trataron de instalar. Estamos hablando de grupos hegemónicos que en realidad expresan intereses económicos corporativos concretos, apuntados a construir una determinada “realidad”. Siempre recuerdo una imagen que me pareció muy fuerte, cuando un pequeño productor agropecuario apareció alentándola a Cristina en el sepelio de Néstor, desnudando la miseria que significó la operación por las retenciones. Algunos habían llegado a decir que el país necesitaría importar carne. Nuestro pueblo sabe de dónde venimos, existe un balance ampliamente positivo sobre Néstor y su aporte al país, una muy buena evaluación sobre cómo cambió la vida de cada uno y cómo cambió la Argentina. Vos podés escuchar o leer cualquier cosa, pero la realidad termina pasándote por encima. Si a eso le sumamos la tremenda fuerza personal de Cristina, una mujer con un coraje extraordinario que no sólo no se cayó sino que además se multiplicó, llegamos a lo que pasó en estos días.

–Ese balance positivo de la sociedad sirve para discutir ahora hasta dónde realmente los medios de comunicación influyen en una decisión. Porque previamente a las primarias, el clima que se trató de instalar fue que el gobierno hacía agua por donde se lo mirara.

–El resultado electoral golpeó en todos lados. A algunos nos generó alegría, y a otros todo lo contrario. La Ley de Medios me parece importante por un tema: democratiza la palabra, garantiza la presencia de todas las voces, las que te gustan y las que no. La mirada de un grupo monopólico que quiere establecer su verdad como la única verdad lesiona a la democracia. Por eso lo importante es la pluralidad, el debate. El tema es que algunos medios quieren disfrazar su mirada de objetividad, de verdad absoluta. Dicen: “Esta es la foto del país.” Sus estrategias, sus tapas, sus notas, su edición de imágenes, parecen elaboradas en el marco de un comité de campaña. Hay muchas cosas que la Argentina recordará como hechos fundantes de esta época, y creo que lo ocurrido con la Ley de Medios es uno de esos hechos.

–También se trató de imponer otra idea: la Argentina crece en algunos aspectos, no por mérito propio, sino por un contexto latinoamericano favorable. Como cuando al peronismo se le decía que su política industrial y de exportación no respondía a una estrategia, sino a la “suerte” de haberle tocado una Europa devastada por la Segunda Guerra Mundial.

Claro. Todo lo bueno que hacés, lo poco que te reconocen como bueno (se ríe), no es por vos, sino porque los otros te lo sirven en bandeja. El famoso viento de cola. Subestiman el proyecto, y subestiman a la gente, que se da cuenta de lo que pasa, y quiere seguir viviendo mejor. Hace pocos días, el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz puso a la Argentina como ejemplo, en contraste con la crisis que se vive en varios países de los supuestamente desarrollados del mundo. El tema no es el viento de cola sino las decisiones políticas y económicas que tomó la Argentina para aprovechar un contexto favorable, desoyendo las habituales recetas del establishment.

Fuente :Tiempo Argentino

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Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

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