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viernes, 18 de noviembre de 2011

El ataque especulativo se desinfló



El peso argentino sufrió el embate más fuerte que vivió el país desde el largo y penoso lockout patronal 2008 que encabezó la Rural. Los medios de comunicación concentrados buscaron generar un efecto ‘manada’ que no dio resultado.

"La corrida cambiaria se acabó.” La frase no pertenece a un funcionario del área económica del gobierno ni a un columnista del programa 6,7,8.

No, la dijo Miguel Bein, uno de los consultores estrella del establishment financiero argentino en el canal TN del Grupo Clarín. Bein no sólo le puso una fecha de expiración a esta maniobra devaluatoria, sino que reconoció lo que muchos otros analistas del mercado financiero disfrazaron con el eufemismo de “movimiento hacia el dólar”: hubo un “corrida cambiaria” contra la moneda argentina. El ex director del Banco Central, Arnaldo Bocco, coincide con la apreciación de Bein: “La Argentina ganó el partido 3 a 2, la corrida está bajo control pero no hay que dormir con los dos ojos cerrados.”

El peso argentino sufrió el embate más fuerte que vivió el país desde el largo y penoso lockout patronal 2008 que encabezó la Sociedad Rural Argentina. En los últimos 50 meses se dolarizaron más de $ 80 mil millones, y desde diciembre de 2010 a la fecha, las reservas del país pasaron de más de U$S 52 mil millones a U$S 46.073 millones, lo que implica una pérdida de U$S 6000 millones. Además, en sólo 15 días los bancos perdieron depósitos por más de U$S 1000 millones. A la hora de explicar las razones de una “corrida cambiaria”, la teoría económica recurre a dos modelos: uno que nació como corolario de las crisis económica de los ’80 y los ’90 de algunas naciones y se fundamenta en la fragilidad macroeconómica.

Este modelo hace hincapié en que el deterioro progresivo de las condiciones económicas de un país tornan imposible sostener la fijación de los tipos de cambio y que un déficit presupuestario persistente monetizado a través de la inflación hace inevitable y predecible una crisis cambiaria.
En los últimos días, la ortodoxia económica se aferró a esta teoría para responsabilizar al gobierno por la fuga de capitales. Sin embargo, los fundamentals económicos del país echan por tierra esta visión: la Argentina tiene superávit comercial y fiscal hace más de ocho años y una economía que viene creciendo a un ritmo vertiginoso en el mismo período. El tipo de cambio argentino no tiene el mismo nivel que años anteriores pero sigue siendo competitivo para las empresas locales.

No obstante, a partir de la sucesión de crisis financieras que vivió el mundo en los últimos años –la de México, Brasil, Rusia y el sudeste asiátco– empezó a quedar bien en claro que la volatilidad de los tipos de cambio no puede tener como único basamento la fragilidad de la economía, sino que está atada al alto nivel de discrecionalidad que existe en las reglas de juego con que se mueven los mercados financieros.
Según esta creencia, el nacimiento de la crisis empieza con la existencia de un grupo poderoso de inversores, con una idea que señala que el tipo de cambio de un país está sobrevalorado y que, por ende, deciden deshacerse de los activos que poseen en la moneda del país, provocando una fuga de capitales de esa economía, que busca provocar el colapso del tipo de cambio.
Esta versión, que se ajusta la idea tradicional de ataque especulativo, es la que se parece más a la película que vivió la Argentina en los últimos meses y que se precipitó, desde el comienzo de las elecciones primarias de agosto.

Tambien esta claro que hubo una fuga en varios países de los considerados emergentes y que el motivo fue la correa de transmision de las empresas multinacionales yankees y europeas fugando las divisas de sus neocolonias ( argentina o el propio Brasil son neocolonias europeas y han entregado muchos de sus recursos a estos grupos sobre todo nuestro país )

“Esta era una anarquía total, los especuladores estaban haciendo fortunas”, ilutra Bocco. Sin embargo, en el caso de la Argentina existen aditamentos endógenos políticos que sirvieron de acicate y que precipitaron el ataque contra el peso. La Argentina tiene un modelo económico que no se ajusta a los parámetros que pretenden los sectores financieros locales que mantienen desde la gestión de Alfredo Martínez de Hoz (1976-81) una fuerte alianza con un sector de la burguesía local y un grupo de medios de comunicación, encabezados por Clarín y La Nación que, frente a la ausencia de un partido político sólido que represente sus intereses, han cumplido en los hechos el rol de oposición al kirchnerismo. Esta sinergia entre los referentes financieros locales, extranjeros y los multimedios quedó en evidencia cuando los medios tradicionales promovieron con descaro durante varios días la corrida cambiaria, para tratar de despertar el pánico en los sectores medios porteños. Así pensaban desatar un “efecto manada” que jaqueara al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, horas después de haber obtenido la reelección con el 54% de los votos. La reacción del equipo económico frenó de cuajo la intentona, sobre la base de medidas para transparentar el mercado cambiario y frenar las operaciones en negro. Además, se tomaron decisiones políticas tendientes a aumentar la liquidez de divisas, obligando a las petroleras y mineras a liquidar sus dólares en el país, reduciendo los encajes a los bancos para que dispongan de divisas y disminuyan los niveles de ansiedad por el dólar. En cuestión de días, y pese al vendaval de críticas que llovieron desde la troika de economistas neoliberales, las medidas rindieron frutos.
El “efecto manada” jamás se concretó y, por ende, no se produjo un contagio masivo, con lo cual el principal objetivo político de la “operación mediática” quedó desierto.
La presión del mercado financiero se desinfló. El Banco Central pasó de vender alrededor de U$S 700 millones en los primeros 18 días de octubre a menos de U$S 300 millones en el mismo período de noviembre. Con un hecho destacable: en los últimos días revirtió la tendencia y compró cerca de U$S 40 millones.
La caída de los depósitos en dólares se redujo entre un 25 y un 30% en la última semana y cambió el estado de ánimo en los bancos.

Sin embargo, el dato más sintomático de la reversión de la corrida cambiaria es que el dólar blue o dólar paralelo pasó de cotizar a $ 4,95 en el epicentro de la crisis a entre $ 4,45 y $4,50 en el día de ayer, y achicó la brecha con el dólar oficial, que cerró a $ 4,28. Esto demuestra que existen menos expectativas respecto de una fuerte devaluación. La crisis de dólar no está resuelta ni mucho menos pero el gobierno argentino pudo sortear con éxito el ataque especulativo y ahora tiene por delante la tarea de hilvanar medidas políticas de fondo dirigidas a evitar nuevas intentonas y a profundizar el modelo económico productivo.

Fuente :Tiempo Argentino

2 comentarios:

Daniel dijo...

Los giles del chiquitaje que siguen escuchando a los especuladores, le regalaron más de un 10% en unos días.
Siempre tuvieron una manada (así dicen?) de boludos siguiéndolos. Cada vez serán menos.

Ricardo dijo...

Es así. Hay giles que piensan que hicieron negocio comprando dólares en negro. El negocio lo hacían los que bicicleteaban comprando oficial y vendiendo blue.

Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

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