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viernes, 25 de noviembre de 2011

El mundo bajo amenaza de la corporocracia

Crisis del neoliberalismo


Los imperios del pasado invadían con una excusa: la religión o civilizar, ellos sabían lo que hacían. Pero en los EE UU la gente ignora que vivió del beneficio de este imperio clandestino.

Todos intuyen que al planeta lo gobiernan los mercados. Abatida, la gente lo observa como a una cebolla, que termina de pelarla y llora. Cree en los valores en los que se educó y en el sistema financiero. Debido a ello sus pueblos son utilizados, pues en Italia asumió sin elecciones Mario Monti, economista de Goldman Sachs, el banco republicano que originó la crisis de 2008 y cuyos hombres son asesores de Obama. Y en España ganó el ultraderechista Rajoy. Ni los dólares existen, el 97% es electrónico y está en computadoras. El dinero se crea con un pliego secreto (Modern Money Mechanics) entre los bancos centrales y la Reserva Federal de los EEUU. Cualquier banco, por cada depósito recibido, presta nueve partes de esa suma. Perpetuamente. Al crear de la nada un dinero virtual, baja históricamente el valor del dólar y se llama inflación, el impuesto oculto. Igualar un dólar de 1913 exige hoy 22 dólares. Con la esclavitud física, la gente era alimentada y alojada. Con la esclavitud capitalista, se aloja y alimenta por sí misma. Endeudándose. Por eso en los EE UU sus congresistas, reclutados por lobbystas que les dan plata, exigen a la Argentina que les pague a los fondos buitres. El presidente John Adams (1735-1826) dijo: “Hay dos formas de conquistar y esclavizar a una nación. Una es por la espada. La otra, por la deuda.”

¿Cómo lo realizan los EE UU? Afirma John Perkins (ex CIA, autor de Confesiones de un sicario económico) que el FMI y el Banco Mundial armaron, mediante sucesivos préstamos y privatizaciones, un sistema de hegemonía en el mundo, y actúan para endeudar a los países (como hoy a Grecia), de tal forma que nunca puedan pagar su deuda. Luego ofrecen refinanciarla abonando más intereses, a cambio de “una buena gestión”: despidos, bajar los salarios y las pensiones, privatizar los bienes (agua, electricidad, gas, petEnlaceróleo), votando a favor de los EE UU en las Naciones Unidas y enviando tropas. Ejemplo, a Irak. En fin, el llamado quid pro quo: te ayudo si me ayudas.

También, concediendo sus sistemas escolares o penales (lo insinuó aquí Macri) y aceptar que los contratos se diriman en los tribunales de los EE UU. Un bosquejo que les brinda dobles-triples-cuádruples beneficios. Argentina lo padeció con un cuarteto: Menem, Cavallo, De la Rúa, Duhalde. La Corporocracia “tiene el poder de un emperador”, señala Perkins en un documental aquí inédito, Zeitgeist addedum (2009, dirigido por Peter Joseph). (no es tam inedito yo vi ambos , en el primero es el mejor alegato que vi contra la religión y las mentiras del 11/9/01 , me falta ver ahora Zeigest Moving Forward y la ganadora del Oscar Inside the Job , tambien recomiendo Capitalism a love story de Michael Moore hoy uno de los activista de Occupy Wall street ) Controlan a los medios poseyéndolos, o con la publicidad. Y a la mayoría de los políticos, al financiar sus campañas con las corporaciones o aportes personales. Recordemos a Robert McNamara: de líder de Ford pasó a secretario de Defensa con dos presidentes, Kennedy y Johnson; fue el gran responsable de dos millones de vietnamitas muertos y tres millones heridos. Se justificó, pero no varió al ser (1968/1981) presidente del Banco Mundial.

Revela Perkins: Lo primero que hace un sicario es corromper presidentes con préstamos enormes con los que intentamos poseerlos. Si no aceptan, van los chacales a asesinar. Y al nuevo gobierno le decimos la línea a seguir; si no lo hace, el presidente sabe lo que le pasará. La última fase es la de 1991 en Irak al fallar las otras: enviamos a los militares. No matamos a Saddam Hussein porque era un tipo fuerte que dominaba a su gente. Creímos que podía vigilar a los kurdos, mantener a los iraníes en su frontera y bombearnos petróleo. Si obedecía, aún gobernaría. Volvimos, lo sacamos y hacemos cosas lucrativas para reconstruir ese país que destruimos.” Los imperios del pasado invadían con una excusa: la religión o civilizar, ellos sabían lo que hacían. Pero en los EE UU la gente ignora que vivió del beneficio de este imperio clandestino. “Y de que hay más esclavitud que nunca antes”, dice Perkins. Todo se inició en 1953, al entronizar al sha de Irán, pagado por la CIA. Siempre usaron el mismo plan; enviaban gente del FMI o del Banco Mundial. Para que nunca su gobierno quedara unido a los derrocamientos. Si los atrapaban, eran civiles.

Cuando Jacobo Arbenz en 1954 intentó en Guatemala “devolver la tierra a la gente” (acota Perkins), la United Fruit, ligada a la CIA, lo derrocó. Armó una campaña diciendo que Arbenz era un títere soviético y que Rusia entraría en América. Lo destituyó la CIA con los militares locales y el nuevo presidente “restableció todo para las corporaciones”. A Jaime Roldós (presidente 1979/81 de Ecuador), Perkins lo amenazó: “Usted puede ser muy rico, si con su familia juegan nuestro juego. Pero si continúa con su política, se va a ir.” Lo mismo le informó un editor de La Nación a Kirchner al asumir. Roldós no escuchó y fue asesinado: cayó su avión. En 1981 Perkins procuró corromper a Torrijos en Panamá y este admirador de Perón le replicó: “No necesito dinero, sino que EE UU pague la deuda que tiene con mi país.” Soñaba con ayudar a otros países, dijo su amigo Graham Greene. E intuía que lo matarían: “Quizá yo sea el siguiente, pero cumplí lo prometido, renegociar el Canal de Panamá, que será nuestro.” Gobernaba Jimmy Carter. “Me dio la mano –dice Perkins– y a los dos meses una bomba estrelló su avión.” Asumió un nuevo títere de la CIA (Noriega), hubo discrepancias e invadieron, murieron 5000 civiles y el canal lo tomó EE UU. El golpe de 2002 contra Chávez lo orquestó la CIA: “Se pagó a la gente para salir a la calle a protestar y decir que Chávez era impopular. Si logras que unos miles lo hagan, la tevé puede mostrarlo como si fuera en todo el país.” Reconoce su fracaso: “Fue notable en Latinoamérica.” Tras los 600 conatos de matar a Castro, preocupa una avería en algún avión presidencial.
A la manipulación colectiva mediante el uso de deudas, sobornos y golpes, la llaman “globalización”. La base: cuando un país ya no puede pagar, imponen sus ajustes. 1) Devaluación. Caen los bienes y los compran extranjeros a una fracción de valor. Por YPF pagaron 3000 millones de dólares con bonos sobrevaluados y ganaron 20 mil millones; 2) Recortes del gasto social. En salud, educación y jubilación. Dejan al pueblo vulnerable a la explotación; 3) Privatización de empresas estatales. Pasan a manos extranjeras, con fines de lucro; 4) Liberación comercial. Eliminan restricciones a productos del exterior (como hicieron Martínez de Hoz y Cavallo) y se destruye a la industria local.
La Corporocracia es un gobierno invisible y sus políticas son aplaudidas, salvo por algunos países de Latinoamérica y miles de “indignados”. No le inquieta el costo social y ambiental, como el de la papelera Botnia en Uruguay y su factible contaminación. En 1960, la brecha entre el quinto de población más rica del planeta y el quinto más pobre era de 30 a 1. En 1998 era de 74 a 1 y hoy es de 90 a 1. El PBI subió en 1970/85 el 40%, pero en los países pobres sólo el 17 %. De 1985 a 2000, crecieron el 18% los que viven con menos de un dólar al día. Este mundo ya no parece ser de naciones, sino de empresas. Una “dictablanda” de la élite poseedora. Salvo que un país, como Argentina, se reposicione en base al crecimiento y al respeto internacional. Como ahora.


Fuente: Tiempo Argentino

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Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

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