El 2012 que amanecimos con un asesino HDP menos

El 26 de junio de 2002 cuando se produjo la Masacre de Avellaneda Carlos Soria era el jefe de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), organismo que se encargó de elaborar un informe que vinculaba a la guerrilla colombiana de las FARC con el movimiento piquetero y que sirvió para demonizar los reclamos de los desocupados.

Cuando se realizó el juicio a los autores materiales de los asesinatos de Masacre de Avellaneda, Soria declaró que “había que poner orden, ya que la democracia funciona con orden” y que la articulación de los diferentes sectores sociales que protestaban en el año 2002 constituían “un peligro institucional para la democracia”.

Sin arrepentirse de sus declaraciones y sus prácticas Carlos Soria continuó ocupando lugares relevantes en la escena política –como candidato con apoyo del gobierno nacional- y habiendo sido electo gobernador de Rio Negro , demostraba que todavía hay que recorrer un largo camino para construir una Argentina sin impunidad.

El funcionario fallecido hoy era afín con el duhaldismo y amigo del jerarca nazi Erich Priebke. Durante la campaña electoral que lo llevaría a la gobernación, había amenazado al periodismo opositor por la publicación de opiniones contrarias a él.

Quedó impune, al igual que Duhalde y el resto de los actores políticos que pretendieron demoler la protesta social en aquellos días.

Pero nadie olvida su impronta en la represión de aquel 26 de junio de 2002...