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lunes, 2 de abril de 2012

El viejo dilema entre la gobernabilidad y el tiqui-tiqui del Barça

Por Eduardo Blaustein

Foto: La Cámpora en las calles. Últimamente suele ocupar el primer plano en las movilizaciones. (GIANNI BUONO)

Las operaciones contra las agrupaciones juveniles impiden discutir otros temas sobre los modos de militar y gestionar.

Hace poco más de dos semanas, en una de sus intervenciones públicas, la Presidenta hizo un buen chiste a propósito de las generosas mistificaciones que se hacen en torno de La Cámpora. Venía desplegando números sobre la cantidad de cargos ejecutivos o legislativos que se desparraman en la ancha geografía nacional. Que los diputados nacionales pasan largamente las dos centenas y los de La Cámpora son un puñado, que los senadores provinciales son legión y los de La Cámpora tres, que hay miles y miles de concejales e intendentes en la República y los de La Cámpora tienen 15 ediles y tres jefes comunales. Cerró así:
La poderosa organización tiene 39 cargos sobre 21.332 de importancia a nivel nacional. La verdad que los chicos van a tener que laburar un poco más para ser tan poderosos.
Un primer antecedente de la exacerbación en los medios conservadores del presunto “poder de La Cámpora” se dio apenas se produjo el cierre de la lista legislativa bonaerense. En el discurso de los diarios parecía como si la agrupación juvenil hubiera copado por las armas la mitad de los primeros veinte puestos, cuando sólo se trataba de dos nombres, más el de otro referente juvenil: Facundo Moyano.
La mistificación se da cuerda cada varios días con algún artículo nuevo acerca de otro cargo ejecutivo cedido a La Cámpora. Es cierto que la agrupación ha puesto gente en espacios importantesespecialmente en los de la comunicación estatal y que suma numerosos cuadros en segundas y terceras líneas de diversos aparatos ministeriales. Como es natural en la política y en la vida algunos de esos desembarcos a veces irritan a otros espacios del kirchnerismo y también a funcionarios, técnicos y empleados de carrera que llevan años en el Estado (peor es la cosa cuando muchachos de La Cámpora –¿por afán de seducción?–, afichan oficinas públicas con pingüinos que le hacen el amor a gorilas, como sucede en uno de tantos edificios del Ministerio de Educación).
Aún con esa ocupación de espacios de gestión y eventualmente de poder existe un segundo y notorio recorte mediático sobre La Cámpora que consiste lisa y llanamente en ignorar la extensión, fuerza y diversidad de otras agrupaciones juveniles del kirchnerismo y cercanías, algunas de cuyas voces se reflejan en estas páginas. Sucede que construir un único monstruo es más lucrativo que referir a la complejidad de múltiples agrupaciones políticas, territoriales o estudiantiles que por el sólo hecho de existir hablan de una vitalidad cultural opuesta a la irritación privada de un lector de La Nación o Noticias. Los nombres de las agrupaciones son muchos y cualquier lista es injusta. Pero tiremos a mansalva: la JP Evita, la Federal, la del Peronismo Militante, de la Martín Fierro, de La Cooke, de Descamisados, de La Güemes y el Kolina, de la 26 de julio. Los centros de estudiantes ganados por jóvenes K. Ni qué decir sobre otra criatura todavía nueva: la Juventud Sindical de Facundo Moyano. O los nombres y prácticas provocadores de Putos Peronistas, Negros de Mierda, o Judíos x la Profundización Democrática, algunos de ellos enchamigados con el kirchnerismo.

El descubrimiento.

La constatación de la derecha mediática acerca de la existencia de nutridos contingentes de pibes que miraban con cariño al kirchnerismo fue un acto tardío que salió a la luz con la muerte de Néstor Kirchner. Rebobinemos: recién se hicieron cargo del fenómeno entonces, literalmente ante las colas y los llantos en el velatorio. Habían estado ciegos respecto de la conformación por abajo de un fenómeno que se nutrió con la historia afectiva y política de hijos desaparecidos; con los que, de pibes, llegaron a pelear contra el menemismo (la agrupación NBI es emblemática); los que se foguearon en las calles incendiadas del 2001; los que se decidieron a poner el cuerpo y la voz durante el lock out del 2008; más los que sencillamente adhirieron por las realizaciones concretas del kirchnerismo: desde los derechos humanos a la inclusión.
Hubo incluso un primer y tímido momento de ternura ante el fenómeno de las fervorosas juventudes. Por esa época Beatriz Sarlo explicaba, con una lucidez que otros en la derecha no tuvieron, qué interesante eran los blogs de los pibes, sus redes sociales y 6,7,8. Como mucho de lo que hay es vértigo en la política argentina, después llegó el triunfo con el 54,1%, una cierta plancha entre esa victoria y el verano… y de nuevo, zás, a satanizar, a mistificar, construyamos al nuevo Frankestein: La Cámpora. Con un vértigo menor, a su vez La Cámpora creció y de algún modo “se institucionalizó”, y eso siempre abre otros debates.

¿Pecado de origen?

Es claro que de las diversas juventudes kirchneristas y periféricas existentes la que en términos generales tiene una relación más estrecha con el Gobierno (no sucede lo mismo según área o ministerio) es La Cámpora. Y es que la agrupación es una creación del vértice de poder del kirchnerismo, aún cuando genere o intente generar sus propias construcciones sociales. La valoración de La Cámpora como una mera “creación desde el poder” tiene tanto de mala leche eventual como de discusión pertinente. Hay matices posibles para esa discusión: que el surgimiento de la agrupación sólo puede explicarse en la clave de los tiempos kirchneristas (de repolitización y participación) mucho antes que desde una ingeniería de Estado. O que es absolutamente legítimo que desde la política se intente construir nuevos espacios y canalizar voluntades. Quiza La Cámpora no responde a la didáctica social del viejo cantito que dice “la JP nació en los barrios”, pero la cosa no se agota en ese punto.

Lo que viene después del presunto pecado de origen son eventuales discusiones sobre prácticas y concepciones. Al que escribe le sobraban indicios acerca de la extrema reserva con que se mueven los dirigentes de la agrupación. Pero se sorprendió un poco cuando, a través de militantes cercanos, pidió orientación para que referentes de La Cámpora se prestaran a ser entrevistados. “No hablan”, “Te va a costar”, “Vas a tener que pasar un montón de filtros”. Resultado final: algunos de los referentes conocidos, muy amablemente, dijeron que “no es momento de hablar” ni en on ni en off. Lo que sigue es sólo una opinión y siempre es más fácil dar una opinión periodística que hacer política, pero ciertas cautelas de La Cámpora más bien parecerían facilitar las múltiples operaciones de satanización de los medios del establishment. Más que una cultura de orga setentista, lo que parece primar es un cierto espíritu venido del extremo sur al que referían viejas columnas de Mario Wainfeld en los primeros años del gobierno de Néstor Kirchner, cuando el articulista se refería a algo así como “la desconfianza de un montañés”.

A falta de esas entrevistas, el que escribe buceó con más detenimiento en la página web de La Cámpora. Esa página tiene el espíritu alegre y vital de las juventudes kirchneristas y parece concebida como una herramienta para la organización militante y la mística, incluyendo el link “Un grito de corazón” que permite bajar en mp3 cantitos tales como “En La Cámpora, señor, hay una banda/ que es la banda más hermosa para mí/ con Cristina voy bancando este proyecto/ patria o muerte para la liberación”. Otro link, “biblioteca”, permite “descargas populares” de un (muy) breve puñado de textos de Perón, Cooke y los relatos radiales de Enrique Santos Discepolo, en su papel de Mordisquito.
Cuando se buscan materiales de discusión o propuesta la cosa se pone más difícil. Hay un link del CEP (Centro de Estudios Políticos de La Cámpora) con documentos didácticos y muy sucintos de difusión sobre logros, realizaciones y proyectos del gobierno. Antes que materiales de reflexión o aportes propios apuntan a resaltar de manera llana los éxitos oficiales, a veces con datos desactualizados. Los tiempos cambian: difícilmente los compañeros de La Cámpora y de otras agrupaciones juveniles siquiera rocen las macanas (sí los riesgos de sectarismo) que por aceleración cometieron los jóvenes de los ’70. Parecen más bien afirmarse en la sensata responsabilidad de preservar la gobernabilidad, en una épica del expediente y la gestión del Estado, en estar siempre atentos a la correlación de fuerzas. Casi parece un homenaje o una disculpa a distancia dirigida al general Perón (“todo en su medida y armoniosamente”). Lo resumió muy bien hace un tiempo Martín Rodríguez, parte del staff de Ni a Palos, en una columna de julio del año pasado publicada en Miradas: “La desilusión porque estos chicos de clase media ‘no corren por izquierda’ al Gobierno es paradójica, porque ésa es su ruptura incluso con el setentismo”.
Justamente en el suple Ni a Palos una joven funcionaria camporista decía hace poco tiempo que “llegar a la gestión desde un espacio militante, no es lo mismo que tener un master en San Andrés”. ¿Por qué la oposición entre la buena formación y el espíritu militante, casi como impugnando lo primero? A fuerza de plebeyismo mal entendido y realismo alguno puede quedar encerrado en un problema: ¿sensatez o sentimientos de proponer y pedir más? ¿Todo debe pasar por la conducción y la lealtad modelo ’75? No es fácil el dilema entre gobernabilidad y “profundización del modelo”. Sólo en la publicidad, casi nunca en la política, se puede conseguir aquello que tenían los Jockey Suaves, el equilibrio justo.

Los conceptos se forman de manera crítica, (Max Horkheimer).

Lo peor es que yo imagino a la mayor parte de los militantes de La Campora votando en 2015 a Scioli para presidente y a Mazza para gobernador de Buenos Aires :(

Y la realidad tambien suele ser contradictoria porque yo personalmente deseo que Moyano sea reelegido como secretario general de la CGT y creo que e slo mejor que puede pasar para la clase trabajadora , no ser nunca sumisa con los gobiernos y solo apoyar si las medidas son a favor d elos trabajadores o solo si el gobierno estuviera en riezgo como en la 125 pero siempre manteniendo autonomía con los poderes de turno .

Fuente:Miradas al Sur

4 comentarios:

Daniel dijo...

Buenísimo artículo.

Daniel dijo...

Ahora, que tiene que ver Moyano con el tema, amigo.
Moyano se ha forjado solito su destino.
Además, tendrá que pagar en la justicia el daño que causó.
Si Cristina no lo defiende en su actuación delictiva, es muy perverso aliarse a la contra.
Si antes la defendió, hoy la ataca.
Si los trabajadores no supieron o no pudieron encontrar un recambio y le van a dejar servida la mesa a los liberales entreguistas deberán trabajar para reconquistar un espacio independiente -como decís- en la CGT. Que hoy por hoy, ya lo perdieron. Como nosotros perdimos en la Ciudad cuando Cromagnón le abrió las puertas a Macri.

Javier dijo...

Lo de Moyano lo decia por la contradiccion , porque dicen que juega para Scioli 2015 pero creo que en la CGT es lo mejor que hubo y habra , siempre dije que si querian correrlo a Moyano primero cambien el modelo sindical actual . Denle la personeria a la CTA , si queres asi lo que va a producir el actualñ gobierno es que o gana Moyano y s epreserva la unidad sindical con los gordos HDP de Cabvalieri o Lescano que son la peor mierda que puede existir o se reactiva el MTA , yo siempre quise que la CTA y el MTA se puedan juntar parav luchar por los trabajadores , yo no leo el sistema sindical en pos de la cotyuntura politica , hay que pensar en la defensa de los derechos no en quien pueda o no ser presidente en 2015 o en 2019 o en 2023 . Lo ponia en rlacion a la escasa autocritica de la Campora que puede acompañar por iguual los aciertos o los errores de Cristina como seria este caso de asilar a Moyano en lugar de contenerlo , podria habar citado a Moyano y Yasky para charlar del mundo del trabajo no?

Javier dijo...

A proposito me gusta mucho todo lo que escribe Eduardo Blaustein en gral .

Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

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