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martes, 24 de abril de 2012

LOS RECURSOS NO RENOVABLES E YPF

Notas de E.M. Martínez

La gran mayoría de los argentinos está contenta y hasta esperanzada con la recuperación del control nacional, en este caso estatal, sobre la empresa más grande del país. Es de esas cosas, que construyen o reconstruyen utopías, que invitan a creer que mañana puede ser mejor.

En tal escenario de ánimo alto, vale la pena entrar en honduras y reflexionar sobre cual es la utopía que merece ser soñada en el sector de recursos no renovables.
Volvamos a establecer el marco: Todo lo que se piense en materia productiva y de infraestructura para la vida y para la producción, debe apuntar a mejorar la calidad de vida de la comunidad de manera persistente y sistemática. Por añadidura, ninguna relación causa efecto se debe considerar obvia; en especial, la idea de que todo negocio exitoso apunta en la dirección correcta.
Estas aclaraciones son más que relevantes cuando se explota recursos no renovables. En efecto, es evidente que puede haber – que hay – contradicción entre la velocidad de utilización del recurso y el bienestar de las generaciones presentes y sobre todo de las futuras. El mayor uso de hoy es la escasez de mañana. Aquí no hay tu tía. ( Es lógico que Argentina exporte petróleo a otros países o lo hace porque la capacidad de refinacion en el país es limitada ? He escuchado en charlas que Enarsa podria haber aprovechado estos años de crecimiento para haber construído una planta nueva de refinación porque es evidente desde hace años , incluso desde los 90 que existe un déficit concreto en la planta instalada en el pais para refinar acá toda la producción esxtráida y creo que jamás deberíamos exportar petróleo en estado crudo , en estado refinado me parece mas debatible el tema )

¿Cómo parece necesario pensar y resolver esa contradicción?

Depende. Venezuela, país instalado casi sobre un lago de petróleo, era lógico que ordenara su economía pensando que el petróleo pagaría todas las cuentas. Aún así, Hugo Chávez hace ya más de 10 años que intenta desarrollar la industria alimenticia y la metal mecánica, a la cual financia con los excedentes petroleros.
Países como Argentina, con fuentes de petróleo más modestas y que además tienen una riqueza natural de mayor importancia relativa, como la tierra arable, deberían apuntar a asegurar esencialmente el autoabastecimiento energético, sin altas pretensiones exportadoras. Si se decidiera que el sector aporte a la balanza comercial, debería procurarse que lo haga con la venta de bienes con el mayor valor agregado posible, para no bastardear el ahorro comunitario. Nuestro país no ha seguido esta lógica.
Especialmente desde la privatización de YPF en los ’90 se estimuló la exportación de petróleo y gas, no solo del extraído por esta empresa, sino por cualquier otra. Técnicamente, esta claro que en algunos casos extraer petróleo – el bien más escaso – acarrea extraer gas, al que hay que darle destino, porque la alternativa es quemarlo en el lugar. Pero más allá de los tecnicismos, es enteramente inconveniente tratar a la producción de un recurso no renovable, del que se dispone, pero no en enorme abundancia, con la misma mirada que se aplicaría a hacer un traje o cultivar una manzana.
Sin embargo, eso hicieron los liberales, especialmente durante la gestión de José Estensoro al frente de YPF. Dolorosamente, esa inercia conceptual se ha extendido hasta nuestros días, ya que, en definitiva, las luces rojas para la expropiación de YPF aparecieron en 2011 porque por primera vez en décadas, nuestra balanza comercial energética dio resultados negativos.
Por supuesto que esto es inaceptable y muy especialmente si se debe a la política de rapiña de Repsol. Pero además surge una pregunta algo cruel: ¿Por qué deberíamos estar contentos de tener una balanza positiva y además aspirar a que sea lo más positiva posible? ( Porque la rapiña empresaria argentina e internacional es fugadora crónica + los pagos de la deuda en gran parte ilegítima y repudiable pero que no se audito y lamentablemente debemos pagar hace que sin balanza positiva hay que salir a contraer mas deuda y someterese a los dictados del imperio a traveés del FMI y volver a la mierda de las cartas de intención que convalidan ser una colonia y no tener patria )
Más cruel todavía: ¿Tenemos claro que si se hace una cuenta diferente de la balanza energética, como es comparar las exportaciones de petróleo y gas con las importaciones de energía más las importaciones de productos químicos derivados del petróleo y gas, el resultado ha sido siempre negativo? Siempre. Toda nuestra vida moderna. ( Porque nos falta desarrollo local y sustituir todas las importaciones de lo que producuimos acá lleva años y hacen falta políticas sustentadas en el tiempo desde el estado defendindo los intereses nacionales , cosa que nunca ha ocurrido en el país a lo largo de su historia y solo en determinados momentos se cumplio que siempre fueron interrumpidos por los golpes y los gobiernos entreguistas que buscaron destruir la industria nacional )
En definitiva, lo que se pretende señalar es que analizar la balanza comercial del sector es una buena medida de la salud productiva del país, pero ese análisis debe hacerse completo.

En este caso, para que las cuentas se equilibren se puede recorrer dos caminos:
a) Maximizar las exportaciones de crudo y gas, reduciendo la disponibilidad de este recurso a futuro.
b) Dedicar todo el esfuerzo posible a reducir las importaciones, no solo de derivados combustibles del petróleo, sino también de herbicidas, fertilizantes, intermediarios para colorantes, plásticos y tantos otros bienes que son derivados del petróleo o del gas y en cuya manufactura, Argentina tiene un muy débil trabajo, importando desde siempre, sea por desconocimiento técnico o porque la rama la controla una multinacional que importa de sí misma.

El primero es el más simple y el tradicional. Es el que llevó a creer que nuestra balanza “petrolera y gasífera” era positiva hasta 2010, cuando en realidad – reitero – no lo era, exportando además una producción que ahora necesitamos. Lo destacable es que en 2011 también la balanza más primaria pasó a ser negativa, pero si se quiere se trata de una diferencia cuantitativa y no cualitativa.
Aprovechemos el momento de reflexión para extender esta lógica a la minería. Ya que está hagámoslo tanto para un caso donde tenemos el mineral base (cobre) y otro donde no lo tenemos, pero producimos el metal refinado (aluminio). El caso del cobre es, en su esencia, casi enteramente idéntico al del petróleo.
Explotar una mina de cobre limitándose a producir concentrado de cobre al 28% ; dejar para ser trabajado en el exterior todo el resto de la cadena; equivale a la política Estensoro para YPF. Al cabo de 15 a 20 años en cada mina de cobre quedará simplemente un agujero, con una población ociosa alrededor, y el país seguirá importando – como ahora – toda manufactura de cobre imaginable.
Hoy el balance “cobre” de comercio exterior seguramente es negativo, solo que queda disimulado porque solo computamos las exportaciones de las mega mineras y de ninguna manera las confrontamos con la multitud de formas en que se compra cobre elaborado en el exterior, solo o incorporado a toda una gama de bienes industriales. El camino inverso nunca ha sido siquiera formulado. Esto es: definir las formas de manufactura de cobre que se han de producir en el país y de allí recorrer hacia atrás hasta llegar a calcular el mineral de cobre a extraer anualmente para atender las necesidades de producción de bienes elaborados, tanto para el mercado interno como para la exportación. Si eso se hiciera el horizonte de cada mina se extendería hasta 60 o más años, al ritmo estrictamente necesario para abastecer a la industria, con un efecto equivalente o superior al actual en la balanza comercial del país.
El aluminio también es interesante, porque tiene matices distintos. Se importa mineral de aluminio (bauxita) y se produce aluminio electrolítico, que se exporta casi en su totalidad. La empresa que hace esa operación gana muy buena plata. Si se analiza las exportaciones de aluminio contra las importaciones de bauxita es saldo es muy positivo. Sin embargo, si se tienen en cuenta las importaciones de aluminio elaborado, otra vez el balance “aluminio” es negativo. Mas allá de que valen todas las reflexiones anteriores, este caso deja en claro que el país puede tener industria del petróleo o del cobre o del aluminio sin tener la materia prima. Aluar lo hace y le va bien. Lo contrario, es transitorio. Si hay solo extracción sin industria, en algún momento hay campos silenciosos, yermos y nada más que desolación.

La recuperación de YPF invita a recuperar utopías, como ya se dijo.
La de esta nota es la utopía de aprovechar nuestros recursos naturales no renovables para construir a partir de ellos densas cadenas de valor, en que nuestro vínculo con el mundo sea a través de inteligencia incorporada más que de la materia prima inicial.
El vínculo a través de exportar crudo o concentrado de cobre o aún aluminio en lingotes no solo es un objetivo pobre sino que además es precario. De mantenerse en el tiempo, a pesar de controlar la mayor empresa argentina, no solo Mauricio Macri tendrá que dar explicaciones a su hija. También nosotros. Serán explicaciones de otro tenor, será otra cosa que la mezquina y cómoda queja que supone que las multinacionales podrían arreglar nuestras vidas, pero también será un camino equivocado y un fracaso generacional.
No desaprovechemos esta nueva oportunidad.

Fuente : Propuestas Viables

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Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

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