The people united will never be defeated - ¡Proletarios del mundo, uníos!

sábado, 14 de julio de 2012

Las turbulencias de la sucesión

Scioli plantea al gobierno un desafío mayor que Moyano, quien difícilmente logre convertirse en alternativa de poder político.

Los reiterados retos públicos de Cristina Fernández a Daniel Scioli para que se dedique a “trabajar” en lugar de hacer “operaciones”, agudizaron esta semana las viejas contradicciones entre los integrantes de la alianza bordada en 2003 por Néstor Kirchner con su compañero de fórmula. No es la primera diferencia que se ventila y tampoco será la última: está en juego la sucesión. Para el gobierno, se trata de un desafío mayor que el de Hugo Moyano, aunque no falten quienes comienzan a pensar que –imbuido del espíritu de Lula– el camionero también quiere terciar en 2015. En ninguno de los dos casos las diferencias son nuevas, pero se mantuvieron latentes mientras no le disputaron el poder a Cristina.

Ya antes de la Navidad de 2005, la entonces senadora por Buenos Aires y primera dama, le pegó el primer levante público a Scioli desde su banca del Senado, porque “la presidencia del cuerpo no cuidó que se propaguen hechos falsos”. En el máximo sitial de la Cámara Alta, Scioli soportó la embestida con la misma cara de póker que aguantó el miércoles pasado el severo reto presidencial por cadena nacional.
Aquella reconvención fue la primera evidencia de las diferencias que separan a una militante de los '70, de un deportista aparentemente desideologizado que llegó a la política de la mano de Carlos Menem, luego de haber adquirido notoriedad pública por haber sido ocho veces campeón mundial de motonáutica.
Al igual que con Moyano, las diferencias preceden a los acuerdos, ya que en la década del setenta, el camionero militaba en la ortodoxia sindical, enfrentada a la izquierda peronista de los Kirchner. Pero para acceder al gobierno, el Frente para la Victoria absorbió a un Scioli que tenía buena intención de voto y para sostenerse en el poder, el santacruceño aceptó a Moyano, que tenía mucho más consistencia que los intragables “gordos” que habían apoyado al menemismo, o la más afín pero endeble CTA.
En agosto de 2010, el ex presidente cruzó también públicamente a Scioli luego de que trascendiera que el gobernador decía que tenía “las manos atadas” para combatir la delincuencia. Kirchner le pidió que precisara su denuncia, pero Scioli eludió la estocada una vez más.

EL MÉTODO SOLÁ. ( Hacerse el boludo )

El gobernador practica el consejo de Felipe Solá, quien le dijo a un periodista que para mantenerse en el poder habia que “hacerse el boludo”. Cada vez que Cristina le pega un sopapo, Scioli destaca el apoyo presidencial para salir de la escasez fiscal que le impide pagar los aguinaldos en tiempo y forma.
En lugar de disimular las diferencias, la presidenta suele en cambio agudizarlas: en la fábrica de tractores en General Rodríguez, le enrostró duramente a Scioli –por cadena nacional– los déficits de su gestión. Pero el gobernador continúa con el método Solá e increíblemente agradece la ayuda presidencial.
Los palos de Cristina dieron pábulo a la imprudente filtración producida la semana pasada por el intendente de Lanús, Darío Díaz Pérez, quién reveló que la presidenta le dijo lisa y llanamente que Scioli es un “inútil”.

EL NO RETORNO. Con todo, tanto con Scioli como con Moyano, las diferencias se hubieran mantenido latentes si no hubieran manifestado públicamente sus deseos de competir en primera.
El 15 de octubre de 2010, en vísperas del Día de la Lealtad Popular, el camionero expresó ante Cristina y Néstor Kirchner en River Plate su deseo de que un trabajador sea presidente de la Nación algún día. La jefa de Estado le replicó que ella lo era desde muy joven. Allí se desató una escalada con el camionero, que pretendía ampliar su espacio en las listas para las elecciones, incluida la vicepresidencia para el diputado Héctor Recalde.
Con Scioli, el enfrentamiento fue ostensible después que, en un inusual rapto de osadía se animó a confesar el 15 de junio pasado que aspiraba a ser candidato en 2015 si Cristina no lo era. En realidad, el gobernador calculó que difícilmente el kirchnerismo alcance los dos tercios en el Congreso para declarar la necesidad de la reforma constitucional. Y había leído varias veces el párrafo del discurso presidencial del 27 de abril, cuando Cristina les dijo a los jóvenes en el estadio de Vélez que “No somos eternos; los verdaderos custodios del legado no somos los que estamos en el escenario, que estamos viejos, sino todos ustedes”. Un mes después, el 25 de Mayo, durante el acto en Bariloche, fue más clara aún: “Transferir la posta es ineludible”, advirtió. Y confirmó que se acercaba su tiempo.
El legado. Sin la voluntad de Cristina por la re reelección, ni la certeza del número parlamentario, el problema para el oficialismo pasa a ser quién continuará al mando del sulky y quién custodiará el legado.
La exhortación de Cristina a los jóvenes para que asuman ese papel puede compararse con la de Perón, cuando dijo que “mi único heredero es el pueblo”. Suena épico, pero en la práctica, en 1974 el poder lo heredó Isabel y López Rega. Eso implicó un retroceso, la destrucción del modelo puesto en práctica el 25 de Mayo de 1973 y la hecatombe nacional. En última instancia, los sectores más duros del kirchnerismo deberían rendirse a seguir sin Cristina. Pero no a entregar el modelo de crecimiento con inclusión, que obviamente no creen garantizado con Scioli.
Contrarreloj, el kirchnerismo debe fabricar un delfín de Cristina, ya que el intento de empujar a Amado Boudou parece haberse averiado. Se requiere una figura que pueda contener al heterogéneo conglomerado kirchnerista, alguien que brinde garantías por el modelo.

LA CANTERA PERONISTA. Tal como están echadas las cartas, Scioli intentará cooptar al sector peronista más ortodoxo, para competir por la Presidencia de la Nación. En la vereda kirchnerista aún no asoma el delfín. La agrupación La Juan Domingo ya trabaja por la postulación de Scioli, mientras la Cámpora no despega de la idea de la inmortalidad de Cristina.
Si la crisis fiscal no le resta apoyo electoral, el gobernador bonaerense llegará con buena intención de voto y todavía con buena imagen positiva a disputar una eventual interna abierta. Scioli protegió y aumentó su caudal electoral a la sombra de Néstor y Cristina. Fue un socio obediente y no reclamó espacios a los sopapos, como lo hizo brutalmente Moyano. Tuvo además la habilidad de presentar como lealtad lo que en realidad es una paciente estrategia política para esperar su turno, que –tras la muerte de Kirchner– comienza cuando Cristina termine su segundo mandato.
Con estoicismo y paciencia, Scioli le plantea al gobierno un desafío mayor que el de Moyano, quien puede hacer daño con sus camiones pero difícilmente logre convertirse en una alternativa real de poder político, como sí puede hacerlo el gobernador.
El diputado de Nuevo Encuentro, Martín Sabbatella, fue tal vez quien describió con mayor claridad la estrategia de Scioli: “El gobernador se disfraza de kirchnerista para poder heredar un proceso exitoso, pero en realidad es parte de un plan del establishment.”

Fuente: Tiempo Argentino

No hay comentarios:

Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

Politica Obrera