Una foto protocolar mostró, el jueves 18 de octubre, la antesala de un hecho histórico. Representantes del gobierno colombiano y
de las FARC, sentados en la misma mesa, miraban a la cámara con
rostros serios. Poco antes, la conferencia de prensa había destapado
tensiones, rispideces, pero también voluntad de avanzar hacia el
diálogo. Un detalle –en absoluto menor– permitía augurar cierto
optimismo: en la foto todos estaban vestidos de civil, nadie de verde
oliva.
Por: Telma Luzzani
Unos y otros simbolizan la doble naturaleza
que conforma Colombia desde hace muchas décadas. Una, está representada
por el ex vicepresidente Humberto de la Calle. La otra, por Iván
Márquez, número dos de las FARC. Una encarna la Colombia que por su
afinidad y asociación estratégica con la Casa Blanca es llamada la
"Israel de Sudamérica", la del Plan Colombia y el Tratado de Libre
Comercio con Estados Unidos. La otra es la de la resistencia: nacida en
los '60, bajo un clima de época marcado por la triunfante Revolución
Cubana, y que cree en un mundo posible de antiimperialismo y justicia
social.
¿Por qué buscan la paz ahora? El gobierno y las FARC saben que ninguno
obtendrá la victoria. Para la guerrilla, el actual ciclo democrático
sudamericano le permite no sólo soñar con su reconversión política y la
llegada al poder a través de las urnas sino también contar con ciertas
garantías –Cuba, Venezuela– de que el proceso será respetado. El
gobierno, por su parte, tiene al menos dos motivos importantes. Primero,
no quedar aislado de la cada vez más dinámica integración sudamericana,
sobre todo después del impulso que significa para el Mercosur el
ingreso de Venezuela. Segundo, las tierras ocupadas por las FARC son una
promesa en recursos naturales inexplorados.
Es por eso que el primer capítulo –"la política de desarrollo agrario
integral y la cuestión de la tierra"– es, al mismo tiempo, la discusión
fundamental y un campo minado de obstáculos y reyertas. ¿Cómo se reparte
la tierra? ¿Y a quiénes? ¿A cooperativas o inversores multinacionales?
¿Para explotar qué? ¿Puede haber un punto intermedio entre las dos
Colombias?
Cuando Iván Márquez instó el jueves, en Noruega, a abandonar la sumisión
a EE UU y a transformar la estructura del Estado cambiando las formas
políticas, económicas y militares, no estaba solamente indicando que no
ha claudicado de sus ideales, a pesar de no lucir el uniforme camuflado.
Cuando en la conferencia de prensa agregó que se debe dar solución a 12
millones de colombianos que viven en la indigencia por culpa de "la
geofagia de los latifundistas" no está simplemente incorporando a la
agenda puntos que antes no estaban (como ha dicho del gobierno).
Lo que las FARC están diciendo es que hay acuerdo absoluto en poner fin
al ciclo de violencia y muerte que se abrió con el asesinato del líder
popular Jorge Eliécer Gaitán, el nefasto 9 de abril de 1948, en plena
Guerra Fría, pero que la discusión –la verdadera– sobre qué modelo de
país va a ser Colombia aún no está saldada.
Fuente: Tiempo Argentino
sábado, 20 de octubre de 2012
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