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sábado, 26 de enero de 2013

Las preguntas del oficialismo de cara a las legislativas

Las preguntas del oficialismo de cara a las legislativas Por Patricio Klimezuk

Cumpliendo el mandato constitucional, este año habrá elecciones para renovar 24 de los 72 senadores que componen la Cámara alta y la mitad de la Cámara baja. El escenario abre una serie de interrogantes a los que el oficialismo deberá hacer frente si quiere llegar de la mejor manera a los comicios.

La Constitución Nacional establece en sus artículos 50 y 56 las formas de renovación de las cámaras legislativas que conforman el Congreso de la Nación. En el primer caso, y según el texto en cuestión, se asegura que “los diputados durarán en su representación por cuatro años y son reelegibles; pero la Sala se renovará por mitad cada bienio”; en el segundo se afirma que “los senadores duran seis años en el ejercicio de su mandato y son reelegibles indefinidamente; pero el Senado se renovará a razón de una tercera parte de los distritos electorales cada dos años”.
Luego de las elecciones de 2011, que conformaron una fuente hegemonía institucional para el oficialismo, éste año hay un nuevo llamado a las urnas. Estos comicios se convirtieron en claves para el futuro del país, aunque cada uno de los actores que participan de los mismos busca en ellos cosas diferentes.
Por ejemplo, para el oficialismo, del resultado dependerá la posibilidad o no de una reforma de la Constitución que habilite un nuevo período presidencial. En tanto, para aquellos que en la oposición están poniendo la vista en el 2015 significarán cosas distintas según cuál sea el resultado que cada uno de ellos, o sus formaciones políticas, obtengan. Por eso, para algunos será un punto de partida y para otros de llegada.

Particularizando en la situación de las filas oficialistas, existen interrogantes que durante estos meses deberán ir resolviéndose para llegar con más chances de poder pensar en una reforma constitucional. Más si tenemos en cuenta que lo que podría considerarse hoy como el núcleo duro del kirchnerismo no tiene ningún candidato con impronta propia que pueda disputar una elección con aquellos que en el espacio opositor empiezan a despuntar con algunas perspectivas de alcanzar el sillón de Rivadavia. 

En un futuro no tan lejano, esta situación puede convertirse en problemática para ese sector del oficialismo. La continuidad del proyecto de gobierno puede ser encarnada por alguien que no forma parte en estos momentos de su núcleo pero que a pesar de eso sí sea visto como el único con capacidad de pelear las presidenciales tanto dentro del vasto universo kirchnerista como masivamente.
El ejemplo más claro en este sentido lo representa Daniel Scioli, el candidato de los que hoy acompañan al oficliamo que seguramente tenga más posibilidades de ganar una elección presidencial. Efectivamente, esa posibilidad y ese resultado no son desconocidos para los actores más cercanos a la Presidenta, así como tampoco es un misterio que el gobernador tiene juego propio y que para muchos kirchneristas representa un proyecto diferente al encabezado por Cristina Fernández. De ahí que muchos sean opositores o tengan diferencias públicas con su gobierno (comenzando con el vicegobernador Gabriel Mariotto que desde que asumió tuvo actitudes que si hubieran sido contra la Presidenta, habríamos escuchado al coro de voces oficialistas hablando de “proceso destituyente”).
Pero ese interrogante sólo puede deslindarlo el resultado de los comicios y, cómo decíamos antes, hay una serie de temas que son previos a los mismos. El primero de ellos es si se optará nuevamente por relegar o a hacer a un lado en las listas del kirchnerismo a sectores que no conforman lo que en los círculos oficialistas se llama el “cristinismo”.
Esta decisión tomada en 2011 fue muy costosa para el Gobierno, tanto que alejó al principal referente sindical que hay en la Argentina, Hugo Moyano, que un año después encabezó junto con el líder de la CTA, Pablo Micheli, el primer paro general contra el kirchnerismo desde su asunción en 2003. Pero no fue el único al que los lugares en las listas ofendió o puso directamente en la oposición, sino que también hubo muchos que aceptaron a regañadientes el espacio que se les dio, pero que no olvidan esa situación.

Son interesantes al respecto unas declaraciones del diputado de Nuevo Encuentro Carlos Raimundi al diario Página/12, en las que deja claros los objetivos del sector más cercano a Cristina en las elecciones: “Ha ido desplazándose el eje del armado del Gobierno. Hace cuatro o cinco años había un rol mucho más relevante de las estructuras más tradicionales (…) el peso que tienen las generaciones que responden desde el principio al liderazgo de Néstor y Cristina es más relevante hoy en los cargos institucionales, donde Unidos y Organizados ha adquirido una densidad mucho más fuerte”, afirmó el legislador, dando a entender un principio de posible respuesta a la pregunta que aquí se esboza.

En un escenario que aún se presenta como muy abierto, en el que recién se están empezando a discutir candidaturas en todos los espacios políticos, el kirchnerismo enfrenta además el desafío de no repetir los comicios de 2009, cuando fue derrotado con Néstor Kirchner a la cabeza. 
Y si bien no llega de igual manera que a esas elecciones, en las que se combinaron de forma explosiva los efectos del peor momento de la crisis capitalista internacional con las consecuencias negativas que había creado la pelea con las patronales agrarias por la Resolución 125, el oficialismo tiene la tarea de lograr un resultado similar al de 2011 (en el que Cristina logró el 54% de los votos). El contexto actual plantea un panorama económico difícil, sin un marco internacional tan benévolo como fueron la mayor parte de los años de gobierno kirchnerista y en el que las protestas tanto de la clase media como de los trabajadores ocurridas en 2012 demuestran que hay espacio para propuestas diferentes a la oficial.

Es en ese contexto que se pondrá a prueba la capacidad del kirchnerismo para sostener un discurso reivindicativo de su accionar y que a la vez pueda sortear lo que se prevé como un año en el que no se esperan grandes modificaciones en el escenario que planteamos más arriba.
Hay dos situaciones que pueden ayudar al gobierno: la dispersión de la oposición y en particular el discurso de cierta parte de ese sector apegado a las concepciones y propuestas de la derecha, al que el oficialismo supo apuntar pero que ahora corre con la ventaja de un escenario más favorable a sus formulaciones. Y por otra parte, lo que se espera sea la definitiva declaración de constitucionalidad de la Ley de Medios, una de las “batallas” en la que está inmerso el oficialismo, de la que podría sacar mucho rédito electoral.

Fuente: Marcha

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Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

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