Por Leonardo Candiano.
Raly Barrionuevo fue denunciado en la justicia de Andalgalá por su canción “Ey paisano” y por sus cuestionamientos a la contaminación causada por la megaminería a cielo abierto.
La noticia sorprendió por varios motivos. Primero, por el tiempo transcurrido -nueve años- entre la edición del disco que contiene el tema en cuestión y la ratificación de la demanda judicial. Segundo, por lo absurdo que parece la denuncia en sí misma. Y tercero, por las contradictorias informaciones que circulan en torno al denunciante.
Ey, paisano, ¿qué pasó?
El hecho concreto es que el cantor popular santiagueño Raly Barrionuevo fue demandado judicialmente por su frase “El agua envenenada del Andalgalá”, que forma parte de su canción “Ey paisano”, editada en el año 2004 en el disco homónimo y que hace una clara alusión crítica al desarrollo del emprendimiento minero de extracción a cielo abierto de cobre y oro que lleva adelante la empresa La Alumbrera en dicha localidad. Además, el denunciante agregó presuntos dichos recientes de Raly sobre que “el alma de Andalgalá está contaminada”, en relación también al desarrollo de la megaminería.
La denuncia fue realizada por Gustavo Álvarez, a quien una primera versión lo sindicaba como “el fiscal de Andalgalá”, el cual habría “refrendado” la demanda. Así fue presentada la noticia por el diario catamarqueño El Esquiú y repetida copiosamente a través de las redes sociales y sitios web.
Sin embargo, el diario ipodagua.com (que se especializa particularmente en temas eco-sociales) y diversos medios comunitarios verificaron que Gustavo Álvarez es en realidad un concejal kirchnerista de Andalgalá, presidente de la cooperativa de productores agropecuarios El Fuerte y uno de los más reconocidos e intransigentes defensores de la megaminería en su provincia.
Según palabras de Álvarez: “Por los dichos desafortunados de algunos guitarreros o de otros amigos de Andalgalá que están planteando que las aguas están contaminadas, se nos complica sacar productos -ají, aceitunas, tomate- con un rótulo andalgalense”.
Desde su perspectiva, canciones como las de Raly perjudican su práctica comercial ya que generan sospechas sobre los alimentos que los integrantes de la cooperativa que preside producen, por lo cual se siente damnificado.
No obstante, el concejal del FPV y articulador del empresariado pro minero local y el establishment político de la región fue más allá y dejó entrever otras intenciones en su denuncia al explicitar una y otra vez su absoluta defensa de los proyectos extractivos a cielo abierto. Álvarez, conocido también por pretender prohibir las pintadas políticas en los paredones de su ciudad, dice tener “total certeza” de que la actividad minera en Andalgalá no contamina y que existen “monitoreos semanales” que así lo validarían.
Palabras opuestas declaman los ambientalistas que enfrentan esta clase de emprendimientos, como los de la asamblea El Algarrobo, quienes expresan que no sólo no han podido comprobar la existencia de tales estudios, sino que poseen otros que son públicos y cuyos resultados validan la resistencia a este tipo de práctica.
Obviando tales fundamentos, el concejal catamarqueño remarcó que la minería es la que le dará a la economía provincial el “espaldarazo necesario” para salir de la pobreza en la que se encuentra y la que puede aportar al desarrollo de la producción de alimentos a través de la llegada de nuevas inversiones. Sin embargo, sostiene que con planteos que aseguren que el agua está contaminada, nadie compraría productos de su localidad, motivo por lo cual la cooperativa El Fuerte decidió utilizar el rótulo de la empresa bonaerense Sol de Pomán para sus mercancías.
Álvarez concluyó planteando que “a Andalgalá no le puede ir bien nunca, porque están planteando el no a la minería”, frase que deja en claro que los motivos de la denuncia sobrepasan las razones en principio esgrimidas.
Agua rica y agua contaminada
El por qué después de nueve años de la salida del tema musical (rememoremos un poco más la parte en cuestión: “Recuérdate los niños de Afganistán, el agua envenenada del Andalgalá, los bosques centenarios que han de sepultar, los asesinos sueltos de Kosteki y Santillán”) Álvarez finalmente decidió ratificar su denuncia en la fiscalía no está del todo claro. Su planteo de que “él [Raly] no puede plantear con tanta liviandad este tipo de cuestiones por una cuestión simple, que es el respeto al pueblo de Andalgalá” resulta poco convincente. En este marco, no podemos dejar de mencionar la concordancia entre dicha ratificación, la defensa del denunciante respecto al desarrollo de la megaminería y los avances actuales de otros proyectos de extracción de cobre y oro en la propia Andalgalá, como el de Minera Agua Rica.
Como hemos mencionado, esta demanda fue acompañada por la difusión de información contradictoria por parte de algunos medios catamarqueños respecto del tema, en los cuales, además de aseverar que Álvarez sería el fiscal de localidad que refrenda la denuncia en lugar de un particular que la ratifica, le otorgan un título de “doctor” que según los ambientalistas no posee y omiten su procedencia partidaria y su cargo parlamentario.
Lo cierto es que, mientras el proyecto de Agua Rica dio un nuevo paso para su desarrollo el mes pasado, estableciéndose a partir de marzo la realización de los estudios que definan qué inversión realizar para el transporte de los minerales que se extraigan, Raly está demandado judicialmente por denunciar en una canción las consecuencias de la minería contaminante que en Catamarca no detiene su rumbo.
Su presencia constante en festivales populares, su defensa del campesinado norteño y su voz al servicio de amplificar las luchas sociales no parecen ser hechos ajenos a esta demanda. Hoy en Catamarca no sólo sufren persecución judicial los militantes ambientales y quienes pretenden un desarrollo sustentable de sus pueblos, sino también quienes se solidarizan con ellos y hacen del arte un espacio más de reflexión social.
La noticia sorprendió por varios motivos. Primero, por el tiempo transcurrido -nueve años- entre la edición del disco que contiene el tema en cuestión y la ratificación de la demanda judicial. Segundo, por lo absurdo que parece la denuncia en sí misma. Y tercero, por las contradictorias informaciones que circulan en torno al denunciante.
Ey, paisano, ¿qué pasó?
El hecho concreto es que el cantor popular santiagueño Raly Barrionuevo fue demandado judicialmente por su frase “El agua envenenada del Andalgalá”, que forma parte de su canción “Ey paisano”, editada en el año 2004 en el disco homónimo y que hace una clara alusión crítica al desarrollo del emprendimiento minero de extracción a cielo abierto de cobre y oro que lleva adelante la empresa La Alumbrera en dicha localidad. Además, el denunciante agregó presuntos dichos recientes de Raly sobre que “el alma de Andalgalá está contaminada”, en relación también al desarrollo de la megaminería.
La denuncia fue realizada por Gustavo Álvarez, a quien una primera versión lo sindicaba como “el fiscal de Andalgalá”, el cual habría “refrendado” la demanda. Así fue presentada la noticia por el diario catamarqueño El Esquiú y repetida copiosamente a través de las redes sociales y sitios web.
Sin embargo, el diario ipodagua.com (que se especializa particularmente en temas eco-sociales) y diversos medios comunitarios verificaron que Gustavo Álvarez es en realidad un concejal kirchnerista de Andalgalá, presidente de la cooperativa de productores agropecuarios El Fuerte y uno de los más reconocidos e intransigentes defensores de la megaminería en su provincia.
Según palabras de Álvarez: “Por los dichos desafortunados de algunos guitarreros o de otros amigos de Andalgalá que están planteando que las aguas están contaminadas, se nos complica sacar productos -ají, aceitunas, tomate- con un rótulo andalgalense”.
Desde su perspectiva, canciones como las de Raly perjudican su práctica comercial ya que generan sospechas sobre los alimentos que los integrantes de la cooperativa que preside producen, por lo cual se siente damnificado.
No obstante, el concejal del FPV y articulador del empresariado pro minero local y el establishment político de la región fue más allá y dejó entrever otras intenciones en su denuncia al explicitar una y otra vez su absoluta defensa de los proyectos extractivos a cielo abierto. Álvarez, conocido también por pretender prohibir las pintadas políticas en los paredones de su ciudad, dice tener “total certeza” de que la actividad minera en Andalgalá no contamina y que existen “monitoreos semanales” que así lo validarían.
Palabras opuestas declaman los ambientalistas que enfrentan esta clase de emprendimientos, como los de la asamblea El Algarrobo, quienes expresan que no sólo no han podido comprobar la existencia de tales estudios, sino que poseen otros que son públicos y cuyos resultados validan la resistencia a este tipo de práctica.
Obviando tales fundamentos, el concejal catamarqueño remarcó que la minería es la que le dará a la economía provincial el “espaldarazo necesario” para salir de la pobreza en la que se encuentra y la que puede aportar al desarrollo de la producción de alimentos a través de la llegada de nuevas inversiones. Sin embargo, sostiene que con planteos que aseguren que el agua está contaminada, nadie compraría productos de su localidad, motivo por lo cual la cooperativa El Fuerte decidió utilizar el rótulo de la empresa bonaerense Sol de Pomán para sus mercancías.
Álvarez concluyó planteando que “a Andalgalá no le puede ir bien nunca, porque están planteando el no a la minería”, frase que deja en claro que los motivos de la denuncia sobrepasan las razones en principio esgrimidas.
Agua rica y agua contaminada
El por qué después de nueve años de la salida del tema musical (rememoremos un poco más la parte en cuestión: “Recuérdate los niños de Afganistán, el agua envenenada del Andalgalá, los bosques centenarios que han de sepultar, los asesinos sueltos de Kosteki y Santillán”) Álvarez finalmente decidió ratificar su denuncia en la fiscalía no está del todo claro. Su planteo de que “él [Raly] no puede plantear con tanta liviandad este tipo de cuestiones por una cuestión simple, que es el respeto al pueblo de Andalgalá” resulta poco convincente. En este marco, no podemos dejar de mencionar la concordancia entre dicha ratificación, la defensa del denunciante respecto al desarrollo de la megaminería y los avances actuales de otros proyectos de extracción de cobre y oro en la propia Andalgalá, como el de Minera Agua Rica.
Como hemos mencionado, esta demanda fue acompañada por la difusión de información contradictoria por parte de algunos medios catamarqueños respecto del tema, en los cuales, además de aseverar que Álvarez sería el fiscal de localidad que refrenda la denuncia en lugar de un particular que la ratifica, le otorgan un título de “doctor” que según los ambientalistas no posee y omiten su procedencia partidaria y su cargo parlamentario.
Lo cierto es que, mientras el proyecto de Agua Rica dio un nuevo paso para su desarrollo el mes pasado, estableciéndose a partir de marzo la realización de los estudios que definan qué inversión realizar para el transporte de los minerales que se extraigan, Raly está demandado judicialmente por denunciar en una canción las consecuencias de la minería contaminante que en Catamarca no detiene su rumbo.
Su presencia constante en festivales populares, su defensa del campesinado norteño y su voz al servicio de amplificar las luchas sociales no parecen ser hechos ajenos a esta demanda. Hoy en Catamarca no sólo sufren persecución judicial los militantes ambientales y quienes pretenden un desarrollo sustentable de sus pueblos, sino también quienes se solidarizan con ellos y hacen del arte un espacio más de reflexión social.
Fuente: Marcha
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