Por Eduardo Anguita
Macri dirigió personalmente el operativo de represión en contacto con el jefe de la Policía Metropolitana, un ex comisario de la Federal exonerado por Nilda Garré. “Macri habla directamente con (Horacio) Giménez. (Guillermo) Montenegro (ministro de Seguridad y Justicia) está pintado”, dijo a Miradas al Sur un dirigente de la pata peronista del PRO.
En un gesto tan temerario como autoritario, los efectivos de choque de la Metropolitana fueron sin orden judicial ni acompañados por un fiscal; ni siquiera con una orden administrativa de un ministerio. Entraron de madrugada, violando derechos constitucionales, y durante horas reprimieron a representantes gremiales, médicos, enfermeros, pacientes, artistas y periodistas. Para Clarín no fue como la tapa sobre los asesinatos de Kosteki y Santillán: “La crisis causó dos muertos”. Esta vez el título fue: “Graves incidentes en el Borda con 36 heridos”. La bajada consignaba: “La Metropolitana chocó con manifestantes contrarios a la obra del Centro Cívico”. De represión, ni una palabra.
Macri logró su objetivo, pero con un costo muy alto
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