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miércoles, 16 de abril de 2014

Elogio de los piquetes y los cortes de ruta

| 22 noviembre, 2012 

El 9 de junio de 2000 se desarrolló el segundo paro general contra el gobierno de la Alianza y su reforma laboral antiobrera. El paro se caracterizó por los piquetes y cortes de ruta, que desataron la furia del gobierno y de toda la burguesía. Los piquetes también fueron boicoteados por la burocracia sindical. En el balance del paro, un editorial de Prensa Obrera (15/6/00) realizó esta defensa de los métodos históricos de lucha de la clase obrera.

Los noticieros no dijeron nada y los diarios tampoco, pero a partir del parazo del 9 las patronales y sus funcionarios volvieron a acordarse del ‘derecho al trabajo’. Al que quiere trabajar, dijeron, hay que permitirle que lo haga. Los piquetes y los cortes de ruta lo impiden.

¿Y los cuatro millones de desocupados que quieren trabajar? En el mundo entero la clase capitalista niega este único derecho verdadero que tiene el trabajador bajo el capitalismo, que es el derecho a ser explotado como condición para sobrevivir. Hay un piquete capitalista internacional que le niega a millones de personas el derecho al trabajo y las condena al hambre, al menos hasta que el conjunto de la clase obrera acepte cobrar salarios cada vez más bajos y condiciones de explotación cada vez más brutales. ¿Qué clase de derecho al trabajo es el que reivindican, entonces, las patronales, en una huelga?

Lo que reivindican es el derecho a disponer del trabajador con toda libertad. Repudian el derecho del trabajador a la defensa propia en una sociedad explotadora.

Cualquiera sabe que la huelga es un movimiento colectivo y que sólo puede existir como tal frente a los poderes coactivos de la patronal. La resistencia individual del trabajador es castigada con el despido y hasta con la lista negra; por eso esa resistencia debe ser colectiva una vez que ha sido decidida en forma mayoritaria. Al poder que le da al patrón su monopolio de los medios de producción o de trabajo, los obreros sólo pueden oponer el poder de su unidad en la acción. La función de los piquetes y de los cortes de calles y rutas es asegurar la primacía de esa voluntad colectiva. El derecho de huelga de cada trabajador, tomado individualmente, es defendido por la acción coactiva de los piquetes en las calles, puertas de fábricas y rutas. La huelga de los choferes ha sido un gran piquete de huelga.

Todo esto demuestra cuán lamentables son las excusas que han dado los dirigentes gremiales al día siguiente del paro por la acción de los piqueteros. Tenían que haberlos defendido, pues en las próximas luchas se necesitarán piquetes más numerosos y más activos aún.
El piquete tiene la gran virtud de que transforma la adhesión a una huelga, de pasiva y hasta rutinaria, en consciente. La diferencia no es menor porque equivale a preparar a los trabajadores para poner en pie su propio gobierno. Un gobierno de trabajadores significará una participación sin precedentes históricos del trabajador en la cosa pública. Los demócratas repudian los piquetes pretendiendo ignorar que son los piquetes los que gestan la verdadera ciudadanía.

El piquete tiene la capacidad pedagógica de demostrar que la sociedad capitalista no es un sistema abstracto de derechos y deberes, sino un sistema de fuerza y coacción contra los trabajadores. Para superar a esa sociedad violenta será necesario quebrar con la fuerza esa capacidad de opresión, explotación y represión del capitalismo. El piquete es una forma suprema de la solidaridad social, que va más allá de la camaradería y el apoyo recíproco entre los piqueteros, pues convoca a todos los explotados a tomar el destino en su propias manos. Un gobierno de trabajadores será, en definitiva, un gigantesco piquete obrero destinado a alumbrar el surgimiento de una nueva sociedad.

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Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

Politica Obrera