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miércoles, 30 de julio de 2014

No a Pignanelli, no al fascismo en los sindicatos

La burocracia del Smata tiene sobre sus espaldas la colaboración con la dictadura militar y el señalamiento de delegados y miembros de comisiones internas para que fuesen secuestrados. En democracia y bajo el gobierno supuestamente nacional y popular ha protagonizado un hecho que la coloca a la altura de esa historia. Ha secuestrado, manu militari, a casi 300 trabajadores de Lear para obligarlos a revocar el mandato de su combativa comisión interna actuando como fuerza de choque directa de la multinacional y el gobierno.

La patronal citó a todos los trabajadores de Lear el pasado 17 de julio en la puerta de otra fábrica, VW, con el argumento de que ingresarían todos juntos para sortear el bloqueo de activistas y organizaciones de lucha en la puerta de la planta. Cuando los trabajadores estaban en la espera aparecieron entre 10 y 15 colectivos a los que se les indicó subir y una vez adentro, integrantes de la burocracia y de la patota que le responde cerraron las puertas e informaron que no iban a la fábrica sino a la sede del Smata para concretar una asamblea. Llegados a la sede fueron llevados a un salón donde Pignanelli y Manrique leyeron una carta de la patronal planteando que si no se revocaba a los delegados actuales la empresa podría resolver el cierre de la fábrica. A continuación la “mesa” informó que en esta asamblea no iba a haber debate y los trabajadores debían ir a firmar un escrito revocando el mandato de los delegados, para evitar los despidos y el eventual cierre.

Así fue descabezada la comisión interna votada (segundo mandato) por el 70 por ciento de los trabajadores. De la supuesta asamblea no participaron los 200 despedidos, ni los delegados “destituidos”, pero, eso sí, contó con la presencia cómplice de un veedor del Ministerio de Trabajo que le dio “legalidad” al secuestro. Cuatro trabajadores que se opusieron a la “convocatoria” de la burocracia fueron los nuevos despedidos.

“Ya no quedan delegados de izquierda en fábricas en las que está el Smata” se jactó Pignanelli horas después. Si hubiera dicho “zurdos” el paralelo con la burocracia sindical mecánica del 70, protagonista de la Triple A, hubiera sido total. La afirmación revela la profunda conciencia de la burocracia sindical sobre el avance de la unión entre el movimiento obrero y la izquierda, burocracia que es el garante de los despidos, el ajuste y correa de transmisión, sin subterfugios, de la política patronal. Cuanto más profunda es la crisis, más sale a luz el entrelazamiento de la burocracia con el estado y los grupos capitalistas.

La vehemencia contra la lucha obrera y la izquierda que tiende a liderarla quedó expuesta durante la dura pelea de los compañeros de Gestamp, donde Pignanelli abiertamente expresó que “una cosa es una lucha sindical y otra un delito”, planteado expresamente su repudio a la acción por los despedidos. En esa oportunidad insultó a Néstor Pitrola públicamente y publicó una solicitada acusando al Partido Obrero y a la Izquierda de “hacer una prueba piloto”, en términos que copian a los de José Rodríguez -el burócrata que al día de hoy sigue siendo parte del procerato del Smata, a pesar de su responsabilidad criminal en la desaparición de los luchadores mecánicos.

La lucha de los trabajadores de Lear ha encontrado desde el comienzo un bloque común entre el gobierno, la burocracia y la patronal yanqui. A todos los une un problema de carácter estratégico; evitar la rebelión de los trabajadores contra el ajuste. La enorme lucha de los compañeros de Lear abre un camino en uno de los gremios más importantes del país. En ese camino se encuentran todos nuestros esfuerzos.

Christian Rath


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Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

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