Los presupuestos anuales de los gobiernos kirchneristas han sido
cuestionados, con razón, por el 'dibujo' de sus números. El propósito ha
sido, en general, subestimar los ingresos posibles, para luego
redistribuir el excedente sobre ellos de manera discrecional, apelando a
los superpoderes atribuidos al jefe de gabinete. Con un escenario de
recesión industrial y una previsión de déficit fiscal, esta manipulación
ha perdido sentido; las estimaciones optimistas del proyecto enviado al
Congreso apuntan solamente a abastecer la maquinaria de propaganda del
oficialismo.
Lo que el presupuesto omite
Pero un presupuesto puede resultar muy 'transparente', si se quiere, a
partir también de las omisiones. La versión 2015 prevé una partida para
el pago de deuda pública, esencialmente en divisas, por casi 12.000
millones. Existe un agujero provocado por la decisión oficial de
retrasar el tipo de cambio con relación a la inflación de precios
(porque desvaloriza las reservas en relación a la base monetaria) y ante
la previsión de sacar 60.000 millones de pesos del Banco Central, en
concepto de “adelantos transitorios”, y de quedarse con otros 85.000
millones de “utilidades” del mismo, que simplemente no existen. Se trata
de un fraude contable que consiste en inflar en pesos los 50.000
millones registrados como Letras al Tesoro, que no son más que papeles
sin valor real. Todos estos retiros disminuirían el respaldo del peso
por parte de las reservas internacionales -salvo, claro, que se proceda a
una devaluación significativa del peso.
De esta anomalía se deduce que el gobierno deberá recurrir a una de dos
alternativas (o a las dos llegado el caso) y, en caso digamos
‘extremo’, a una tercera: arreglar con Griesa y obtener los dólares de
un empréstito en el exterior, o patear para adelante los vencimientos de
deuda del año que viene -lo cual sería posible, en última instancia
luego de un acuerdo con los fondos buitre. La restante sería proceder a
una fortísima devaluación del peso, lo cual aumentaría el valor de las
reservas internacionales (en moneda nacional) y desvalorizaría (en
dólares) la base monetaria (pesos en circulación y depositos bancarios).
Claro que el 'trauma' de una devaluación impediría que se pudiera
volver a los esquemas de 'desendeudamiento'.
El presupuesto 'canta', entonces, un arreglo con los buitres como la
primera opción en la escala de las preferencias nacionales y populares.
Es lo que han filtrado también varios periodistas con tránsito en el
oficialismo, luego de la reunión de Kicillof con el 'grupo de los 6',
que comanda la Corpo.
Asistencia a los capitalistas
El Presupuesto advierte también, para 2015, un déficit fiscal de
200.000 millones de pesos; luego de sacarle plata al Central y a la
Anses, el déficit sin financiamiento sería de unos 50.000 millones. Del
déficit total, 100.000 millones de pesos corresponden a los intereses de
la deuda pública, un monto 'interesante' para quienes insisten en que
"Argentina no tiene problemas de deuda". Los subsidios de distinto tipo
han sido, en 2014, de 220.000 millones, que el gobierno ‘dibuja’ en el
mismo monto para 2015.
Este financiamiento estatal gigantesco, en los marcos de una economía
capitalista, representa una asistencia directa e indirecta a la clase
capitalista, cuya superación sacudiría toda la estructura económica. El
subsidio directo lo recibe el capital por las tarifas menores que paga
por la utillización de energía y transporte en la producción; la
indirecta es el beneficio que recoge por los salarios inferiores que
paga como resultado del subsidio a los consumidores que emplea como
trabajadores. Si a estos subsidios a las patronales se añaden las
excensiones de impuestos y tasas que reciben por distintos motivos, se
llegaría a la conclusión de que la presión fiscal la ejerce el capital
sobre el Estado (contribuyentes, trabajadores), y no al revés (el
segundo sobre las patronales).
Un capítulo especial lo ocupa la Anses, de la cual el Tesoro absorbe
una parte enorme de los intereses de su Fondo de Sustentabilidad -uno de
los aspectos de la confiscación que sufre el fondo de los jubilados.
El Presupuesto de 2015 es una radiografía anticipada de los enormes
'ajustes' que se preparan y de la adaptación del oficialismo a la
presión del capital financiero y los tenedores de la deuda de Argentina.
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