Junto al asedio judicial que los holdouts vienen alentando contra la
camarilla K (investigación de sus cuentas en el exterior), progresa otro
cerco: el de los fondos buitre que tienen en su poder bonos que
entraron en los canjes de deuda. En los últimas semanas, dos fondos de
inversión se declararon poseedores del 25 por ciento de alguna de las
series emitidas de los bonos Par, por unos 1.600 millones de dólares. Es
la proporción necesaria para pedirle al gobierno la "aceleración" -o
sea, el cobro inmediato de esa deuda. Estos nuevos buitres estarían
intentando reunir el 50 por ciento, ya que con ese porcentaje
neutralizarían cualquier recurso dirigido a desactivar su pedido.
Estos fondos han salido a comprar masivamente los bonos argentinos
aprovechando su desvalorización, cuando una importante franja de fondos
de inversión "institucionales" optaron por deshacerse de los títulos
argentinos.
Según algunas fuentes, la reunión "reservada" de Alejandro Vanoli con
el J.P. Morgan habría sido dictada por la urgencia de neutralizar esta
amenaza, teniendo en cuenta que ese banco es uno de los principales
poseedores de los bonos Par. El nuevo titular del Central habría tratado
de apagar este nuevo foco de incendio dando seguridades de que en enero
se irá a un arreglo con los holdouts y, por esa vía, a reanudar el pago
de los títulos argentinos cuyo pago está bloqueado por el fallo de
Griesa.
La huida al dólar
Mientras se desarrollan estas extorsiones cruzadas, asistimos al
fracaso de la política oficial para impedir la huida al dólar. El
aumento de las tasas de interés para los plazos fijos, que reditúa
apenas el 50 por ciento de la inflación vigente, no ha servido para
retener al ahorrista en el circuito bancario oficial. En el mes que
corre, se ha batido récord en la compra de "dólares ahorro". Los bancos
han encarecido fuertemente sus préstamos. La suba de los intereses no ha
sido eficaz para frenar la sangría de divisas. Pero sí para restringir
las posibilidades de crédito y, por lo tanto, reforzar la recesión.
Colocados entre la espada y la pared, los K están echando mano al
otorgamiento de concesiones a mano abierta. A cambio de la promesa de
liquidación adicional de granos por 1.500 millones de dólares, se le ha
otorgado a las cerealeras la liberación de los cupos de exportación.
Esta medida va a redundar en un nuevo salto de los precios del pan y de
otros alimentos. En recompensa por esta liquidación adicional de granos,
los exportadores recibirán un nuevo título en pesos, pero con la
cotización atada al dólar oficial. Una suerte de seguro de cambio, que
ahonda aún más el quebranto fiscal ya reinante. El mismo mecanismo se
puso en marcha en favor de las aseguradoras y para hacerse de otros
1.000 millones de dólares. La emisión de un bono de esta naturaleza
refuerza el carácter explosivo de una nueva devaluación.
La vigilancia y persecución de las cuevas y financieras que ha
paralizado el "mercado con liqui" es un recurso precario y pasajero, que
disimula las concesiones y el sometimiento al gran capital. Un
economista ligado al gobierno, Miguel Bein, aseguró que "habrá que
llegar a enero" -fecha marcada para negociar con los buitres- "cruzando
el desierto con cantimplora". Es evidente, sin embargo, que la
cantimplora de los trabajadores está vacía, con mayor carestía,
suspensiones y despidos. Los capitalistas, en cambio, obtienen
beneficios extraordinarios de su precario sostenimiento al régimen
económico oficial.
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