La causa contra Lázaro Báez, en los tribunales yanquis.
La anunciada disposición gubernamental a renegociar con los buitres a
partir de enero ha sumado otro ingrediente. Los fondos especulativos han
salido a denunciar las andanzas delictivas de Lázaro Báez, mucho más
que un “allegado” a la familia K. De este modo, el cerco judicial sobre
la camarilla presidencial se extiende ahora al plano internacional.
Desde luego, las operaciones financieras de la camarilla le han dado a
esa extorsión un amplio campo para desarrollarse.
Hace unos meses que el nombre del juez Cam Ferenbach, de Nevada,
produce entre los K mucho más temor que el de Thomas Griesa. La llamada
“American Task Force”, que reúne a los fondos buitre en litigio con la
Argentina, presentó en el despacho de ese juez una demanda y un pedido
de investigación sobre los manejos financieros en ese Estado de Lázaro
Báez; es decir, sobre la ruta del dinero K. Báez radicó en Nevada no
menos de 123 empresas fantasma para poner en circulación y blanquear
dinero mal habido. Tanto los buitres como Ferenbach, dan por probado que
Báez es un testaferro de la familia Kirchner (Ferenbach, en un
dictamen, habló de “trío siniestro” al referirse a la sociedad de Néstor
y Cristina Kirchner con Báez).
Rutas habituales
El circuito de lavado que usó Báez resulta doblemente interesante,
porque devela la ruta utilizada habitualmente por los capitales
originados en el narcotráfico, el tráfico ilegal de armas y la evasión
impositiva, entre otros delitos.
Ferenbach, que utilizó las investigaciones desarrolladas anteriormente
por el fiscal porteño José Luis Campagnoli, detectó 65 millones de
dólares depositados por las compañías fantasma de Báez en tres bancos:
el AIG Private Bank, de Zurich; el Pictet, de Ginebra; y el LGT, de
Liechtenstein. Ese dinero llegó hasta ahí después de pasar por Uruguay
(allí se cambió de pesos a dólares, no antes), luego a entidades de
Bahamas, de allí a compañías de Báez en Nevada, luego al paraíso fiscal
de las islas Seychelles y, finalmente, a los bancos de Suiza y
Liechtenstein. Como se ve, el blanqueo de dinero sucio es imposible sin
la intervención del sistema financiero, de la banca internacional. Hace
unos meses, en mayo, Ferenbach había encontrado otros 20 millones de
dólares depositados en Europa por Martín Báez, hijo de Lázaro.
Ahora, los buitres pedirán el embargo de cuentas abiertas en el
exterior a nombre de Báez, y todo indica que irán también detrás de
Cristóbal López, otro empresario K. Los montos de dinero detectados, si
bien voluminosos, no tienen significación frente a los miles de
millones de dólares reclamados por los buitres, pero su importancia no
es esa: lo que se proponen Paul Singer y otros es chantajear con las
consecuencias penales, y por tanto políticas, que sus acciones
judiciales podrían producir. En otras palabras: la camarilla
gubernamental deberá negociar con los buitres en enero, como se propone
hacer, bajo la presión y el chantaje a que se verá sometida por sus
propios delitos. La “ruta del dinero” pone de manifiesto los límites
insuperables de los K, antiguos clientes de la ´banca off shore”, para
lidiar con el capital financiero internacional.
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