La Gendarmería Nacional protagonizó la más brutal y cobarde de las
numerosas represiones que ha ejercido ya contra los obreros de Lear y
las organizaciones que los acompañan: los disparos a mansalva de balas
de goma contra manifestantes que intentaban cortar dos carriles de la
Ruta Panamericana dejaron un saldo de más de 50 heridos, y 13 compañeros
hospitalizados. Dos de ellos debían ser intervenidos quirúrgicamente
para quitarles los perdigones que tenían dentro del cuerpo. El diputado
nacional Nicolás del Caño, que recibió siete disparos, denunció que la
balacera se produjo cuando la Panamericana ya había sido liberada. La
Gendarmería rompió también vehículos de compañeros que intentaban
realizar una caravana solidaria.
Los hechos se producen a escasas 24 horas de que una patota con
cuchillos y armas de fuego atacara, zona liberada de por medio, la carpa
que los despedidos tienen frente a la fábrica. El mismo gobierno
nacional que ha justificado esta última represión por boca de su jefe de
gabinete, Capitanich, es el que habilitó a la patronal yanqui a burlar
el cepo cambiario, permitiéndole la importación de mazos de cables con
el único propósito de debilitar la lucha de los obreros por sus fuentes
de trabajo. Saturó, con Berni a la cabeza, a la Panamericana de
gendarmes, que protagonizaron escándalos como el caso del gendarme
“carancho”. Han actuado en forma mancomunada con la burocracia
propatronal y filofascista de Pignanelli, que defiende los despidos.
Queda en evidencia la farsa del “gobierno que no reprime”. Cabe señalar
que la presidenta está tomando letra del jefe de estos operativos,
Berni, para su Código Procesal Penal (deportación de extranjeros).
El Partido Obrero repudia la brutal represión y exige el
esclarecimiento y la inmediata separación de todos los responsables.
Expresa, asimismo, su solidaridad con los compañeros agredidos, por la
reincorporación de todos los despedidos de Lear y el fin del
hostigamiento a sus delegados.
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