La aprobación en el Congreso de una ley que crea el Día de la Identidad
Villera suscitó mucha polémica en las redes sociales. Se entiende por
qué. Las villas son el resultado de la propiedad privada del suelo
urbano, que expulsa a una parte significativa de la población. Según el
último censo realizado en el país, sólo en la Ciudad de Buenos Aires
viven en villas miseria más de 200.000 personas, lo que equivale a casi
el 10% de la población. Si se lo compara con el censo realizado una
década atrás, el crecimiento es vertiginoso. A esta superpoblación hay
que sumarle la presencia dominante de las bandas narcos.
¿Qué se pretende con la declaración del Día de la Identidad Villera?
Naturalizar las villas miseria e incluso embellecerlas. La "identidad
villera" supone la preservación de las propias villas. El Frente de
Izquierda rechazó en el Congreso la iniciativa kirchnerista.
Una expresión popular de lucha, organización y solidaridad de las
villas hubiera planteado otra cosa: la vivienda para todos, la
urbanización de los barrios, la apertura de las calles, etc. En
definitiva, sería una lucha para terminar con las villas. No sorprende,
por lo tanto, que los propios habitantes de las villas no sean los que
hayan promovido esta ley.
La "identidad villera" supone, además, una identidad de intereses entre
los habitantes de las villas, que no existe. El crecimiento de la
población de las villas ha desarrollado un choque de intereses sociales
al interior de ellas, como consecuencia de una especulación inmobiliaria
'sui generis'. Se ha formado, por ejemplo, una casta de propietarios
que choca con miles de inquilinos por la carestía de los alquileres. Los
propietarios se oponen a la urbanización, porque temen que no se les
convalide el derecho de propiedad. A este choque de intereses se le
agregan los punteros del gobierno y de los partidos patronales, que
lucran con la distribución de la asistencia social. Los narcos están
moldeando a muchas villas de la Ciudad y del conurbano. La burocracia
villera, que divide sus preferencias entre macristas y kirchneristas,
está asentada en estos intereses sociales.
Cuando las villas se movilizan y reclaman por su tierra y su vivienda,
el gobierno deja de lado la reivindicación de la "identidad" y recurre a
la represión, como ocurriera en el Parque Indoamericano donde fueron
asesinadas tres personas por las fuerzas de seguridad de la Nación y la
Ciudad, o, más recientemente, con el desalojo del barrio Papa Francisco
lindante con la Villa 20, donde Berni hizo de las suyas.
La "identidad villera" refleja en forma auténtica el programa nacional y
popular, porque expone una línea de precarización de la fuerza de
trabajo llevada al extremo. Por ejemplo, como el Vatallón Militante.
Pero con una salvedad: impulsa la expulsión allí donde choca con un gran
emprendimiento inmobiliario en la costa o en el puerto. La 'identidad'
se traslada, entonces, al gran Buenos Aires o al interior. Los que
levantaron la mano a favor, la ven mejor desde sus pisos en Puerto
Madero o en barrios privados.
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