Al final de semanas de negociaciones escabrosas, la Unión Europea le
impuso a Grecia la continuidad del plan de rescate vigente y el
compromiso de no adoptar medidas que pudieran afectar sus objetivos de
ajuste, privatizaciones y reformas laborales. El nuevo gobierno de
Grecia retiró sus planteos de obtener una quita de la deuda externa y
congeló sus compromisos sociales mínimos. Syriza cedió a esta extorsión,
que sin embargo estaba descontada, ante la presión de una masiva
retirada de depósitos y el derrumbe de la deuda pública, que dejaba un
plazo de días para llevar al sistema bancario a la declaración de
quiebra. Syriza capituló ante la extorsión de la Unión Europea porque no
estaba dispuesta a responder con una nacionalización de los bancos y de
las transacciones con el exterior. Entre el combate al ajuste y el
salvataje de los bancos, el nuevo gobierno optó por el rescate bancario.
Se trata de una opción que define la estrategia del nuevo gobierno.
En consecuencia, no habrá aumento del salario mínimo ni una mejora para
las franjas más postergadas y vulnerables de los jubilados. La
reincorporación de los empleados públicos va a quedar reducida a una
mínima expresión. No se van a revertir las privatizaciones. Syriza
presentó algunas modificaciones en el gasto público, pero dentro de los
límites del ajuste, que fueron aceptados por los extorsionadores.
Mientras la opinión mundial centraba su atención en las idas y venidas
de estas negociaciones, el nuevo gobierno propuso para la presidencia de
la República a un ex ministro del partido conservador que fuera
derrotado en las últimas elecciones. Se trata de otra garantía política
de fidelidad al orden internacional. Esta vez no necesitó la
justificación de la falta de una mayoría absoluta, como cuando formó
gobierno con la derecha xenófoba, porque tenía los votos para consagrar
un candidato de sus propias filas. No se puede separar esta orientación
política del cuadro general de negociación con la Unión Europea.
Obama y la Otan
El factor que decidió finalmente la firma del acuerdo fue la exigencia
presentada para ello por parte del gobierno de Obama y de la Otan. Ambos
hicieron saber a Alemania que estaba excluida la posición extrema de
expulsar a Grecia de la zona euro, como podía ocurrir si Alemania no
concedía la posibilidad a Grecia de retomar las negociaciones en un
plazo de cuatro a seis meses. Obama y la Otan invocaron el peligro de
una desestabilización enorme de la economía mundial, por sobre todo de
los Balcanes, lo cual ofrecería a Rusia una carta adicional en la crisis
de Ucrania. Estos elementos ponen de manifiesto la importancia
internacional de la crisis griega para los intereses del imperialismo
mundial.
Las capitulaciones son obligadas, a veces, para conservar posiciones
estratégicas que permitan revertir en un futuro lo impuesto por
extorsión. Hay numerosos episodios en ese sentido en la historia de las
revoluciones. No es el caso de lo que acaba de ocurrir. Alexis Tsipras,
flamante primer ministro, saludó el acuerdo como "una victoria”, en una
expresión de que ese acuerdo le había evitado a a su gobierno adoptar
decisiones financieras y políticas radicales. Abundó, en esa línea, en
las posibilidades que el acuerdo ofrecía para obtener ventajas en
negociaciones futuras. El texto del compromiso asumido es claro, sin
embargo, en el respeto que impone a las normas de la Unión Europea. El
compromiso actual fue sellado en el marco del plan de rescate consagrado
en los acuerdos anteriores.
Como se ha dicho, esta capitulación estaba descontada. No podía ocurrir
nada diferente en una estrategia que defiende la pertenencia al orden
capitalista y a la Unión Europea. Las críticas aceradas que han partido
del ala izquierda de Syriza, aunque correctas, solamente ponen de
manifiesto la ceguera política de esos sectores. Para la dirección de
Syriza, la derrota de la austeridad sólo sería posible en el marco de
alianzas con otras naciones europeas que se encaminan a la misma crisis
terminal en que se encuentra Grecia. Es lo que buscará hacer en estos
cuatro meses de prórroga del plan de rescate del ajuste, en especial con
el apoyo de Obama. Todo el mundo capitalista sabe que la deuda griega
es impagable y que el ajuste la ha hecho más impagable aún. La crisis
capitalista atraviesa al conjunto de la zona euro y de la Unión Europea.
Syriza le dice al pueblo griego que ha triunfado, porque espera
conseguir concesiones en el ajuste en un futuro relativamente próximo.
Estamos ante un espejismo cuyo propósito es aplacar a las masas griegas
que le dieron el triunfo a la izquierda en enero pasado, y por esa vía
estabilizar la situación política. Es a este terreno que se ha
desplazado la relación entre el gobierno y las masas de Grecia.
Obviamente, la izquierda revolucionaria convoca a esas masas a luchar
por la aplicación incondicional del plan contra el ajuste, o sea que no
asume la capitulación del gobierno. Lo único cierto que hay en la
relativización de la capitulación de Syriza ante la Unión Europea, que
pregonan los abogados interesados de los capituladores, es que ella no
ha zanjado nada y que todas las contradicciones han pasado a un estadio
más alto y explosivo.
La confianza en el gobierno se ha visto fuertemente sacudida; los
explotados se adentran ahora en la comprensión de la inmensa lucha de
clases, incluso internacional, que dejó planteado su voto por la
izquierda reformista y su aspiración a romper el chaleco de fuerza del
ajuste. Aunque, como se dijo antes, en la izquierda de Syriza han
estallado fuertes desacuerdos con la capitulación, se trata de los
mismos sectores que avalaron “críticamente” el acuerdo de gobierno con
la derecha y la elección del presidente conservador. Cuando el gobierno
lleve el acuerdo con la Unión Europea al parlamento, aparecerán los
primeros votos en contra dentro del bloque de Syriza y, al mismo tiempo,
los votos a favor del centro y de la derecha. Syriza habrá realizado
las dos terceras partes de su pasaje de la consigna "por un gobierno de
izquierda" a la de "un gobierno de unión nacional". Virajes de esta
magnitud en un par de semanas son testimonio de una situación
prerrevolucionaria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario