El gobierno no ignora en absoluto que falta a la verdad cuando
reivindica haber obtenido el "desendeudamiento" de Argentina. La deuda
pública es, en la actualidad, un 60% superior a su monto en 2001 -250
mil millones de dólares. Están excluidas del cálculo las deudas de las
provincias y los municipios, y la contraída por el Banco Central. En
términos de relación con el PBI se encuentra en un nivel aproximadamente
igual a 2001 -un 60%-, esto a pesar de la quita establecida por la
reestructuración de 2005. Los funcionarios tampoco ignoran que la
incorporación del cupón del PBI en esa refinanciación redujo el
porcentaje de quita a cero. En los cálculos oficiales se omite el peso
del cupón, aprovechando su condición de instrumento derivado (del PBI),
pero representa, a término, un monto superior a los 10 mil millones de
dólares, en virtud de que ya se cancelaron 20 mil millones de dólares de
un tope de 30 mil millones de dólares.
La falacia oficial consiste en reducir el endeudamiento del país a los
compromisos en divisas con los acreedores internacionales. Excluye, por
lo tanto, toda la deuda, igualmente en divisas, que se encuentra en
poder de acreedores locales y de instituciones públicas, como la Anses,
Pami, Banco Nación, Banco Central e incluso la Lotería -ni qué decir de
la deuda en pesos. El endeudamiento local creció en una magnitud colosal
debido, precisamente, a la transferencia de fondos de esas
instituciones al Tesoro para posibilitar el pago de la deuda con los
acreedores externos. Para el gobierno, la deuda de la administración
nacional con otras instituciones del Estado sería una deuda de familia,
que podría refinanciarse en forma indefinida. Se busca disimular, de
este modo, la confiscación de fondos de trabajadores y contribuyentes
para saldar la deuda con sujetos financieros del exterior. Al mismo
tiempo, sirve para justificar la toma de nuevos empréstitos en los
mercados internacionales.
Para los teóricos oficiales se trata de un almuerzo gratis, pues
cancelaría una deuda con plata ajena. El gobierno diseñó un esquema de
remuneraciones jubilatorias de modo de habilitar un excedente para el
pago de la deuda. La Anses opera como una AFJP, aunque estatal; paga a
los jubilados el remanente de un excedente financiero. Pero la deuda del
Tesoro con la Anses (unos 33 mil millones de dólares) es impagable, o
sea que una recesión aguda y una inflación elevada le quitarían la
liquidez necesaria para cumplir con su compromiso previsional; el
déficit del Tesoro, en 2015, está previsto en 300 mil millones de pesos.
Igualmente impagables son los compromisos, por 70 mil millones de
dólares, con el Banco Central, los cuales han creado una emisión
equivalente de dinero sin respaldo. Este déficit explica que el gobierno
deba financiarse hoy con la banca local (a través del BCRA) a tasas
usurarias -del 25 al 30% anual. Esto ha creado una inflación creciente y
una contracción relativa aguda del crédito bancario. Para pagar la
deuda el gobierno ha quebrado su último recurso de financiamiento -la
emisión de moneda. En este momento, la deuda del BCRA con los bancos
locales es de 350 mil millones de pesos e intereses anuales de 80 mil
millones de pesos.
El gobierno reitera el relato del ‘desendeudamiento' en el mismo
momento en que Argentina enfrenta un nuevo endeudamiento debido al flujo
negativo de divisas, provocado por la caída del valor de las
exportaciones, las deudas a pagar en 2015 y por el fracaso del intento
de realizar una emisión internacional de deuda. Como consecuencia del
patrimonio negativo del BCRA, la monetización de un ingreso de capitales
se haría a tasas elevadas, porque habría que absorber la emisión
correspondiente. El mercado internacional registra una salida aguda de
capitales de los países emergentes, lo cual agrava la crisis de
financiamiento de Argentina.
El llamado ‘desendeudamiento' no ha resuelto el problema de la deuda
nacional y ha desarrollado las condiciones de un colapso, que se
manifiesta en las previsiones de una maxi devaluación del peso. Así
planteada, la crisis capitalista la volverán a pagar los trabajadores.
Con una ‘yapa', sin embargo, y es que, a nivel mundial, se han desatado
devaluaciones ‘competitivas’ de monedas, que convierten a una salida
devaluatoria en explosiva. La devaluación devolvería el ratio deuda/PBI
al nivel de 2002, cerrando el círculo de la falacia.
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