Edición Impresa #1355 | Por A. Guerrero
Carlos Zannini, Julián Domínguez y el espía Juan Martín Mena (número
dos de la Side, transformada en una unidad básica de La Cámpora y el
Movimiento Evita) trajinan los tribunales para buscar allí un "pacto de
convivencia", más o menos parecido al que Alphonse Capone anudó con
bandas rivales en el Chicago de 1926. La citación a Lázaro Báez, el
nuevo conflicto entre Arroyo Salgado y la fiscal Viviana Fein por el
dichoso "punto 12" de la pericia de parte, el rechazo a la recusación
del fiscal Germán Moldes y hasta el fallo sobre la “ley de lemas” en
Santa Cruz indican las dificultades que encuentran en esa gestión.
Los intentos de esos emisarios del gobierno no son un signo de
fortaleza del oficialismo; por el contrario, se parecen a una rendición
con condiciones. Según ha trascendido, la Casa Rosada está especialmente
preocupada por dos causas: la denuncia de Alberto Nisman presentada por
el fiscal Gerardo Pollicita, rechazada por el juez Rafael Rafecas y
ahora en manos de la Sala I de la Cámara Federal por la apelación de la
fiscalía; y el caso de Hotesur, a cargo del juez Claudio Bonadío, por el
cual Máximo Kirchner está a punto de ser citado a indagatoria. Si se
cajonearon esas causas, al gobierno no le importaría la suerte de Amado
Boudou, que debería arreglárselas solo.
Zannini, Domínguez y Mena encontraron abiertas las puertas de dos
despachos amigos: el de Canicoba Corral y el de María Servini de Cubría,
precisamente los que bombardearon la denuncia de Nisman aún antes de
que la presentara. En cambio, encontraron pastos duros en la fiscalía de
Moldes, a quien le ofrecieron aprobar el pliego de su hijo para ser
juez. Moldes les contestó: "Hagan un cucurucho con el pliego y métanselo
en el orto" (La Nación, 8/3).
Paralelamente, Pollicita estuvo a un paso de las trompadas con Rafecas
por el rechazo de la denuncia contra la Presidenta, y Canicoba Corral lo
amenazó: "Los muchachos te van a tirar un carpetazo" (ídem). A modo de
retribución, el pliego de juez del hijo de Canicoba entró en el Senado,
aunque el muchacho había quedado undécimo.
¿Qué ofrece el gobierno para conseguir la tregua? Poner a dormir dos
acciones que afectarían a la corporación judicial. La primera es la
fusión de los fueros federal y ordinario de la Ciudad de Buenos Aires
(esa medida había sido propuesta hace diez años por Gustavo Béliz y
Norberto Quantín, pero Néstor Kirchner la rechazó); la segunda, no poner
en marcha la aplicación del nuevo Código Procesal Penal. También, claro
está, desactivar "carpetazos", como el que podría caerle en la cabeza a
Pollicita según la amenaza de Canicoba Corral.
Ahora bien: La Nación (ídem) reproduce lo que dijo un juez federal
proclive a aceptar la tregua: "¿Qué íbamos a hacer? ¿Seguir duplicando
la apuesta? ¿La Presidenta acusándonos de golpismo judicial y nosotros
anunciando cada día una indagatoria o un procesamiento? ¿Hasta cuándo?".
He ahí la clave de la cuestión, los límites del cerco judicial: por el
momento no hay ni puede haber golpe, ni blando ni duro. Por eso las
sogas aprietan pero no ahorcan.
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