Foto: Ignacio Smith
Los ecos del paro nacional no se apagan. En primer lugar corresponde al
clasismo y a la izquierda mirar el fenómeno que se operó al interior
del movimiento obrero. El paro por abajo en la UOM tuvo características
de cisma, paró además de Aluar y Acindar, Siderar en San Nicolás por
primera vez y Aluar La Plata. Se adhirieron seccionales como San Miguel.
La presión de bases tuvo dos motores más además de ganancias, la caída
del salario real y los despidos. Sin duda crujió el aparato de la UOM y
su alineamiento con el gobierno, sin el concurso de sectores de la
burocracia que se volcaron al paro no hubiera ocurrido esto.
En la alimentación no paró sólo la seccional Buenos Aires, sino también
el Sindicato Córdoba, el gremio de la histórica huelga por el 35% que
rompió los techos en 2010. En Mar del Plata fue terminante el paro en el
puerto, donde el problema es también parcialmente ganancias, lo mismo
en el transporte y la docencia, pero tal vez lo más destacado fue una
asamblea de 200 telefónicos que votó parar y la medida se cumplió a
rajatablas, contra Foesitra. Sólo en textiles, la coacción patronal, la
desorganización y el concurso carnero de la burocracia impidieron el
paro. La huelga tuvo enorme alcance en el cordón industrial de Rosario,
entre los petroleros de la Patagonia, en Mendoza o en el subte, en
muchos casos contra las direcciones oficiales. Fue demoledor en las
escuelas y en la UBA.
El debate es ahora adónde va el movimiento obrero, los pasos para
arrancar las reivindicaciones, la perspectiva política abierta. Se dice
que el sindicalismo le marcó la cancha al próximo gobierno, lo cual
tiene dos lecturas. La burocracia querrá mostrar que la “gobernabilidad”
de los Scioli, Macri o Massa depende de ellos. Pero el movimiento
obrero marcó la cancha con sus reivindicaciones y con un paro que superó
a sus organizadores.
La conclusión de la burocracia ha sido apurar la unidad del peronismo
sindical. Su propósito lo señaló Facundo Moyano, demostrando que la
burocracia sindical no es un problema generacional. Para él la unidad de
la CGT es necesaria “para evitar el conflicto social” ante el próximo
gobierno. Ya su progenitor había adelantado que habrá que unirse para
acompañar el ajuste inevitable que practicará el próximo gobierno. Están
pensando en la unidad sindical para frenar al movimiento obrero y,
agreguemos, para frenar a la izquierda que desafía los pactos sociales y
se apoya en la democracia sindical.
En soledad, Barrionuevo, cuyo gremio paró muy poco, vociferó por el
paro nacional de 36 horas, tal vez por su lejanía de las trenzas más
armadas con los presidenciables del PJ. Los demás le escapan. Maturano
ha declarado que “evaluarán” en reunión del 14 de abril, que a partir de
entonces darán tiempo y, si no hay respuestas de la Presidenta,
convocarían otra medida para la segunda quincena de mayo.
El operativo que está en marcha es firmar en no más de un 30% y
velozmente la paritaria de la UOM para que, fijada la pauta (perdidosa),
el gobierno eche lastre en ganancias, como lo hizo en setiembre de
2013. Esperan tener todo cocinado para el congreso de la UOM. Maturano
da tiempo a todas esas maniobras. De esta manera preparan la entrega de
paritarias y ganancias al mismo tiempo. Aunque es la idea de la
burocracia, puede fallar. El 8 de abril los trabajadores de Luz y Fuerza
protagonizaron un importante paro contra el impuesto al salario y
contra la tercerización (6.000 trabajadores se encuentran fuera de
convenio). Si no hay una respuesta, pararían de la misma manera una vez
por mes. Otro sindicato oficialista en choque.
Se han deslizado versiones sobre una posible ‘corrección’ que elevaría
el piso de 15 a 20 mil pesos. Pero una medida de este tipo no alteraría
la situación ni evitaría nuevas crisis si no es acompañada por una
actualización de la llamada “tablita de Machinea” y de los mínimos no
imponibles (las escalas sobre las que se aplican las alícuotas
-aumentadas durante la gestión del ex ministro de Economía- se mantienen
congeladas a los niveles del año 2000, con una inflación desde entonces
de más de 1.000%).
Nuestra tarea es sacar con la vanguardia obrera las conclusiones del
paro y discutir una política. Somos impulsores del paro nacional activo
de 36 horas y de asambleas que voten por él. Pero a nivel fabril y de
cada gremio tenemos que votar un programa como el que aprobaron los
trabajadores del subte para su paritaria: 40% de aumento, bono que
compense el 100% del descuento de ganancias, abolición del impuesto al
salario. El planteo ante cada patronal reforzará la presión de la propia
burguesía hacia el gobierno. El Frente de Izquierda tiene que tomar las
banderas del paro como parte central de su programa político, porque
somos la expresión política del movimiento obrero.
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