Edición
Impresa #1363
| Por Néstor Pitrola
La Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT) ha
convocado a un paro general para la primera semana de junio, con fecha a
determinar en función del “acuerdo con el resto de las centrales”.
¿Cuál es el cuadro que lleva a esta situación?
El gobierno de CFK a través de Kicillof y Tomada está sitiando las
paritarias -topes pactados con la UIA, no homologación de convenios
fuera de tope, conciliaciones- lo que lo ha llevado a un choque con los
sindicatos, incluso algunos oficiales.
No es la primera vez, si recordamos la huelga general de 17 días del Frente Gremial Docente bonaerense el año pasado.
Caló anunció un acuerdo de la CGT oficial con el gobierno por un tope
del 27% en las paritarias. Pero a la vez, acaba de convocar, luego de
sucesivas postergaciones, al paro de 36 horas resuelto por el Congreso
de la UOM (para el 21 de mayo). Esto, luego de afirmar que los
metalúrgicos lo quieren “colgar del Obelisco”. Los bancarios fueron al
paro general y se desarrolla una formidable huelga general de la
Federación Aceitera que ha paralizado el puerto de Rosario. El puerto de
San Lorenzo, que comparte el reclamo con los aceiteros, funcionaba por
la dudosa aceptación de una conciliación, pero ahora se paralizó por
1.500 despidos en la construcción. Un polvorín en el corazón de la
patria exportadora. El Sitraic paró y marchó a la Cámara Argentina de la
Construcción por 8.000 pesos de mínimo. La Conadu Histórica paró 48
horas contra el ofrecimiento del 22% en dos cuotas.
El sitio a las paritarias incluye ganancias, porque al aumento que
perciban el 1,3 millón de trabajadores afectados se lo comerá el
impuesto. Las cosas se han agravado luego de los anuncios del nuevo
Cavallo de La Cámpora, porque ya no caben dudas de que el salario real
volverá a caer por la vía de la inflación 2015 de no ser quebrados los
topes oficiales, y caerá también porque se pagará más impuesto al
salario que el año pasado. Si hasta ahora existía alguna esperanza de
que echaran lastre con ganancias antes de las elecciones, como ocurrió
en 2013, ella se ha disipado.
Este último punto ha reabierto la crisis con los gremios del
transporte, piedra de toque del pasado paro del 31 de marzo. El gobierno
de CFK está literalmente sentado sobre la confiscación a los
trabajadores para llegar al 10 de diciembre con el “horizonte
despejado”, no para las familias obreras, sino para los banqueros que
cobrarán puntualmente los intereses de la deuda, para la patria
concesionaria que cobrará sus subsidios o los Lázaro Báez y demás
contratistas que seguirán con el festival de corrupción de la (poca)
obra pública.
Los gremios del transporte postergaron la crisis de sus paritarias
mediante cuotas fijas hasta junio -al igual que petroleros. Pero todo
llega, y ahora viene junio con una inflación del 2% mensual y un
impuesto a las ganancias donde todos saltan, tablita mediante, al rango
de los empresarios. Los anuncios de Kicillof fueron apenas una rebaja al
aumento, lo cual no sirve para llegar a fin de mes.
La situación ha puesto en la mesa la cuestión del paro de 36 horas.
Los cuidados de Moyano para no alterar las campañas de Macri, Massa y
Scioli -esta burocracia tiene huevos en las tres canastas- han sido en
vano. Su estrategia de “unir al sindicalismo peronista para acompañar al
próximo gobierno en el ajuste” deberá esperar. El rumbo ajustador que
ejecuta el gobierno para garantizar la transición, y a cuenta del
conjunto de la burguesía, empuja a los sindicatos a otro paro general.
Para el Frente de Izquierda estamos ante una cuestión estratégica. Un
paro nacional pone en la agenda política las reivindicaciones del
movimiento obrero, que son el eje de una reorganización económica y
social que tenga a los trabajadores como alternativa de poder. Esto
cuando la agenda de los amigos de Tinelli es la Corte, el debate
cambiario, los buitres o las tasas internacionales para recontra
endeudarnos.
El paro debe servir al triunfo de la huelga general aceitera que pone
en la agenda el salario básico equivalente a la canasta familiar, de los
bancarios, de los docentes de Conadu Histórica, de la UOM, de toda la
clase obrera en lucha. Aunque Mendiguren, de Massa, haya evitado la
reunión de la UIA, los tres jinetes del ajuste, como también Cristina,
están con la UIA contra la UOM, con Adeba contra La Bancaria, con la
Copal contra los obreros aceiteros.
Que se fije fecha de inmediato, y cuanto antes, al paro de 36 horas con
movilización a Plaza de Mayo, para contribuir también con las fábricas
cerradas, como las gráficas Donnelley, WorldColor, Poligráfica o los
1.500 obreros de la construcción despedidos en el puerto de Timbúes.
Realicemos asambleas en todos los lugares de trabajo, mandatemos a los
delegados, impulsemos plenarios y congresos de base regionales.
En esta línea se inscribe también el Congreso del movimiento obrero y
la izquierda planteado por Altamira en la Plaza de Mayo, para poner en
el centro de la lucha sindical y política, al movimiento obrero que gira
a la izquierda y que choca con el gobierno y los candidatos del ajuste.
Movilicemos a la Plaza de Mayo. Convoquemos a una gran columna del
Frente de Izquierda y el clasismo con nuestras consignas y con nuestras
banderas y dirigentes, con los sindicatos combativos
Fuente:http://www.po.org.ar/prensaObrera/1363/politicas/abajo-el-sitio-a-las-paritarias-paro-activo-nacional
domingo, 17 de mayo de 2015
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