En la elección de la Ciudad se impuso la camarilla de negocios que
viene regenteando la Ciudad desde 2008, de la mano de Mauricio Macri. A
la cabeza de los grupos contratistas e inmobiliarios que se apropiaron
del presupuesto porteño está Nicolás Caputo, cofundador del PRO.
La victoria en las quince comunas de la Ciudad expresa un dominio
político que se extiende sobre realidades sociales muy diferentes. Es
cierto que la especulación inmobiliaria, que el PRO encarnó como nadie,
conduce a una suba de los alquileres, de los impuestos y la carestía, lo
que acentúa la tendencia a expulsar a los trabajadores. Sin embargo,
una parte importante de la población asocia esa "burbuja" a la ilusión
de la prosperidad personal o familiar. Esa realidad ha acentuado la
polarización social -la nueva generación de villeros se reforzó con
aquellos que ya no podían pagar un alquiler formal en la Ciudad.
El PRO, que se opone a transformar a las villas en barrios, ha
construido al interior de ellas un aceitado aparato asistencial y de
punteros, reforzando la sujeción política sobre los explotados. Por lo
demás, el elogio de la gestión PRO encubre que Macri extendió el subte a
cuentagotas; que no resolvió las crisis de las inundaciones, que tiene
al hospital y a la escuela pública en estado de colapso y que endeudó
fuertemente a la Ciudad.
Bajo la gestión PRO, la protección de intereses capitalistas condujo al
fatal incendio de Iron Mountain, una empresa amiga. Una deliberación
abierta de ésta u otras cuestiones hubiera llevado a Macri o a sus
ministros al juicio político -del cual zafó en el episodio de las
escuchas telefónicas. Pero el dinero de los "desarrolladores
inmobiliarios" ha servido para proteger a Macri.
La oposición al PRO
El dominio de la Ciudad por parte de las camarillas políticas y
empresariales identificadas con el macrismo abarca incluso a sus
principales opositores. La candidatura de Lousteau, segundo en la
elección porteña, fue impuesta por la misma UCR que armó el acuerdo
nacional con Macri. Para subrayarlo, Carrió señaló que "el 70% de la
gente había votado por la república" (sumando los votos de Lousteau
-Ocaña a los del PRO). Los que exaltan la votación de Lousteau, ocultan,
sin embargo, su retroceso en más de diez puntos respecto de 2013,
cuando el Unen se presentó como alternativa al macrismo. Hoy, el armado
que lleva a Lousteau es sólo un hijo putativo del PRO. Antes que se
vuelva a votar en la Ciudad, asistiremos a la inscripción de la alianza
nacional entre Macri, Carrió y Sanz. Una polarización porteña entre
Larreta y Lousteau choca con esa contradicción de fondo. Los otros
deudos de Unen -Tumini y el candidato de Stolbizer- no llegaron al 1%.
La elección porteña ha significado otro golpe a la camarilla
presidencial. EL FPV aspiraba a obtener el segundo lugar para polarizar
contra el PRO, y salió tercero. Su candidato más votado, Recalde,
resultó cuarto en la prelación de candidatos.
El 19% que obtuvieron los siete candidatos K juntos está siete puntos
por debajo de lo que obtuvo el "perdedor" Filmus en 2011, en su última
postulación a jefe de gobierno. La debacle de la elección camporista
estuvo precedida por una campaña absolutamente insulsa, con sus dos
cabezas de lista -Recalde y Tomada- ausentes de los debates públicos o
televisivos. Este silencio delató la completa falta de autoridad de los K
para denunciar al macrismo, con quien cogobernaron legislativamente.
Mayor aún fue la debacle de los elementos centroizquierdistas cooptadas
por el gobierno nacional, como Ibarra, Heller y otros. Ninguno de éstos
alcanzó el piso para ingresar en el reparto de legisladores.
El Frente de Izquierda
En este cuadro, el Frente de Izquierda consiguió pasar a la elección
general y quedó cuarto entre las 31 listas que se presentaron. Obtuvimos
el 2,2% de los votos a jefe de gobierno y el 2,5% -unos 5 mil votos
más- en la categoría a legislador. La votación obtenida es modesta -por
caso, la mitad de lo que alcanzamos en las Paso nacionales de 2013 en el
distrito. Sin embargo, triplicamos lo alcanzado en la última elección
ejecutiva de la Ciudad.
Nuestra elección debe ser valorada en el cuadro de una intensa
dispersión de listas y de la tentativa de polarización en torno de las
internas de los partidos ‘oficiales’.Con excepción de (la mentira ) Zamora (quien
también retrocedió respecto de sus votaciones anteriores), el resto de
la izquierda no resistió esa polarización, y quedó por abajo del piso
restrictivo del 1,5%. Como consecuencia de ello la elección general sólo
contará con cinco listas.
A partir de ello, nuestra votación debe considerarse como un piso, con
un importante campo de crecimiento de cara a las generales. Para avanzar
en ese objetivo, es necesario un mayor empeño para explicar un programa
y una plataforma de reivindicaciones vinculadas a la situación de los
trabajadores de la Ciudad, muchas de las cuales se relacionan con
nuestra acción legislativa.
A partir de allí, el objetivo es claro: consagrar un bloque de
legisladores del Frente de Izquierda, para desarrollar una oposición
consecuente al PRO desde el campo de los trabajadores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario