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viernes, 29 de mayo de 2015

La FIFA o la expropiación internacional del fútbol

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Por Alejandro Guerrero
 (@guerrerodelpo)

El Mundial de Qatar, que debería jugarse en 2022, ya es una enorme masacre obrera. Hace un año la Confederación Sindical Mundial (CSM) denunció que hasta entonces habían muerto 1.200 trabajadores inmigrantes en las obras de construcción de los estadios, y que si esa carnicería no se detiene habrá 4.000 muertos más hasta que empiece el torneo. Se jugará ahí el fútbol más sanguinolento de la historia, a un promedio de 62 obreros muertos por partido. Hay en Qatar 1,4 millón de inmigrantes, en su mayoría de la India y de Nepal, trabajando en las obras para el Mundial. La CSM atribuye las muertes a “accidentes, ataques cardíacos por las altísimas temperaturas o enfermedades causadas por las condiciones de vida miserables”. El diario inglés The Guardian denunció que las empresas contratistas “retienen sueldos, confiscan pasaportes, impiden almorzar a sus empleados y obligan a trabajar con temperaturas de 50 grados centígrados”. En otras palabras: la FIFA es una organización imperialista, mafiosa, profundamente criminal, lo cual no habrá de cambiar porque ahora, en un pase de cuentas entre gangsters, un grupo de ellos haya salido esposado del hotel cinco estrellas Baur au Lac, en Zurich, donde el capomafia Joseph Blatter busca su reelección y la UEFA amenaza retirarse del organismo si tal cosa sucede.

En principio, resulta necesario situar el problema: los deportes televisadosel fútbol es el principal de ellos- se han convertido en el principal motor de acumulación capitalista después del contrabando de armas y el tráfico de drogas, y por encima del reciclado de basura. Sangre, drogas, circo televisado y mierda: he ahí el capitalismo en su última fase de descomposición, convertido ya en una amenaza para la civilización misma.

El escándalo que explota ahora en los titulares de los diarios del mundo es un asunto viejo, muy viejo. Los argentinos sabemos de los negociados infames de la dictadura militar, particularmente de Emilio Massera y del titular del Ente que organizó el Mundial 78, el almirante Carlos Alberto Lacoste, con el entonces presidente de la FIFA, el brasileño Joao Havelange, gran padrino de Blatter y renunciado él mismo cuando no pudo ocultar las coimas que cobraba por distintos rubros. Aquel Mundial dejó ganancias enormes y fraudulentas por las obras en los estadios, por la impresión de entradas, por la introducción de la TV color y montón de renglones más, maniobras que incluso incluyeron fortísimas sospechas sobre la compra de partidos.

Esto estalla ahora por una pugna mafiosa entre imperialistas, por una “pelea entre bandidos” como diría Lenin. Blatter y compañía cometieron un error estratégico: incorporaron al negocio del fútbol al gran mercado de los Estados Unidos, pero quisieron hacerlo bajo su propio control. Por si fuera poco, anudaron sus acuerdos con árabes, rusos y federaciones de Oriente en perjuicio de norteamericanos y europeos. Para organizar el Mundial 2018 se postulaban España-Portugal e Inglaterra, pero la FIFA eligió a Rusia. Estados Unidos quería para sí el Mundial 2022, pero el elegido fue Qatar: “Es una mala decisión”, dijo entonces Barack Obama para mostrar en qué niveles los norteamericanos se sintieron afectados.

Era el principio del fin. Fue entonces que el obeso y obsceno Charles Gordon Blazer, ex presidente de la Concacaf, corrupto entre corruptos que gusta subir a su blog el registro de sus festicholas con ricos y famosos (incluido Bill Clinton) fue puesto en la mira del FBI. Con cargos por soborno, fraude, lavado de dinero y evasión fiscal, llegó a un acuerdo reservado para convertirse en buchón, en informante de las autoridades federales y, como en las series yanquis, llevó un micrófono oculto a reuniones de la cúpula de la FIFA y grabó varias conversaciones de sus compinches para delatarlos.

La FIFA se la veía venir e intentó abrir el paraguas. Para eso promovió una investigación interna a cargo de Michael García, ex fiscal federal de los Estados Unidos, pero cuando García se tomó la cosa en serio (respondía a otros mandantes, no a la camarilla de Blatter) le negaron testigos y, finalmente, se negaron a publicar su informe. Desde ese momento, decididamente, los norteamericanos y la UEFA abandonaron a Blatter y empezaron a promover la candidatura del príncipe jordano Ali bin al-Hussein a la presidencia de la FIFA. (La dictadura jordana, ejercida por la familia de al-Hussein, es una cuña de Estados Unidos e Israel en Oriente Medio). Y, después de tantos años, el Departamento de Justicia yanqui descubre que la conducción de la FIFA es culpable de “organización mafiosa, fraude masivo y blanqueo de dinero; corrupción rampante, sistemática y profundamente enraizada”.

Todo lo cual es cierto, claro está. En 2013, último dato disponible, el fútbol europeo (solo el europeo) movió 13.800 millones de euros (unos 20.000 millones de dólares). En 2009, el Grupo de Tareas de Acción Financiera (FATF, su sigla en inglés) de la OCDE había dicho que el fútbol es “perfecto” para el lavado de dinero, por el volumen de los capitales que mueve y la arbitrariedad de sus cotizaciones. Por ejemplo, los 94 millones de euros que Real Madrid le pagó al Manchester United por el pase de Cristiano Ronaldo no guardan proporción con las dimensiones reales del negocio. Sin embargo, en esto ocurre algo similar que con las obras de arte (otro medio excelente de lavado): un Rembrandt o un Van Gogh no tienen valor de mercado, valen exactamente lo que un coleccionista esté dispuesto a pagar por ellos.

Cómo andamos por casa

Cuando el “sorteo” de las zonas en el Mundial 2014, en Brasil, puso a la Argentina en el grupo más accesible, Juan Carlos Crespi, dirigente de Boca y burócrata del sindicato petrolero (fue, durante el menemismo, uno de los privatizadores de YPF; ahora fue uno de los grandes sostenes de la entrega de Vaca Muerta a Chevron) hizo saber, con un gesto de fanfarrón, que él había arreglado todo para que así fuera. Marcelo Araujo, bocón incorregible, dijo de puro chupamedias que Grondona era “el Kirchner de la AFA” porque se trataba del dirigente que “maneja las finanzas” de la Federación. Grondona, por ejemplo, fue el promotor del pase de las finanzas de la FIFA de dólares a euros. Ahora, aparece acusado post mortem de haber recibido coimas por un total de 15 millones de dólares por la organización de cuatro versiones de la Copa América, incluida la que se juega en Chile el mes que viene. La muerte lo salvó de salir esposado del Baur au Lac.

Allá por 2007, después de estallado el escándalo por los manejos del empresario iraní Kia Joorabchian y del magnate ruso Boris Berezovsky con el club Corinthians, de Brasil, al que manejaban por medio del fondo británico Media Sports Investment (MSI), se conocieron algunas conversaciones telefónicas interesantísimas, que la Policía Federal brasileña había obtenido por orden judicial. (El MSI lavaba dinero negro por medio de pases de jugadores, con fondos que extraía de paraísos fiscales, y manejaron de ese modo los pases de Carlos Tévez y Javier Mascherano al fútbol inglés).
En una de esas conversaciones, Renato Duprat, asesor del presidente del Corinthians, Alberto Dualib, dice que Grondona era “el hombre que fiscaliza el lavado de dinero en la FIFA”. Enseguida le cuenta a su interlocutor que “Dualib despidió al hijo de Grondona (Humbertito). Ocurre que cuando la Policía Federal quiso entrevistar a la FIFA, estos lo mandaron a hablar con Grondona. Los agentes investigaron si el hijo estaba involucrado (con la operación del MSI) en el caso Corinthians”. Duprat añade que Joorabchian había puesto “estratégicamente a Grondonita (sic) en el club”. Los negocios del MSI terminaron con el Corinthians descendido y agobiado por una deuda impagable de 26 millones de dólares.

Años atrás, el todoterreno Norberto Oyarbide ordenó allanamientos a la AFA y a varios clubes para investigar maniobras de lavado de dinero e irregularidades con pases de jugadores. Como siempre ocurre con Oyarbide, todo era un bluff para encubrir lo que decía investigar: el asunto terminó con los clubes y los dirigentes sobreseídos, y únicamente resultó investigado por supuesta evasión el futbolista Jonathan Bottinelli.
Esos son los socios del gobierno en el asalto a las arcas públicas que es Fútbol para Todos. Y, notablemente, uno de argentinos que van presos por pedido de los tribunales norteamericanos es Alejandro Burzaco, de Torneos, por pago de coimas. Como se ve, cuando de robos se trata (ni hablar de cuando deben hacer frente a los trabajadores) la alianza de los K con el grupo Clarín no se rompe del todo.
Esta es la gente que organiza barrabravas (no los apaña, los organiza y los usa). Es la organización mafiosa que ha expropiado el fútbol, aquí y en el mundo. Se trata, en definitiva, del capital imperialista descompuesto, que tiene su imagen más trágica en los miles de obreros masacrados en Qatar para que el circo siga…


Se viene el cambio en la #FIFA. pic.twitter.com/GY56M7L84Q

— Diego Alfagemez (@alfagemez) May 29, 2015

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Fuente: https://revistaelotro.wordpress.com/2015/05/28/la-fifa-organizacion-criminal-y-lucha-entre-mafias-imperialistas/

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Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

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