Edición
Impresa #1368
| Por @bniljam
El domingo 7 de junio, un tren diésel del Ferrocarril Roca que se
dirigía a la estación Gutiérrez embistió una locomotora que hacía
maniobras en la estación Temperley y dejó un saldo de 41 heridos, además
de provocar un nuevo episodio en la disputa feroz entre el ministro de
Interior y Transporte, Florencio Randazzo y el secretario general de La
Fraternidad, Omar Maturano.
Mientras Randazzo realizó un virulento ataque hacia los trabajadores, a
los que acusó de sabotear la formación, provocar el choque y, en
paralelo, atentar contra su precandidatura presidencial; Maturano optó
por acusarlo de antiobrero y goebbeliano, y anunció que los fraternales
harían un paro si el juez no liberaba a los trabajadores detenidos.
Finalmente, no lo hizo: mientras la Justicia demoraba casi una semana en
liberarlos, La Fraternidad se declaró, finalmente, "gente de derecho" y
respetuosa de las decisiones judiciales, a la vez que advertía que
esperarían las investigaciones y peritajes sobre lo realizado por los
trabajadores. Una entregada en regla.
Aunque se tiren con munición gruesa, la verdadera esencia de la
disputa entre uno y otro es la de un matrimonio descompuesto que disputa
sus bienes compartidos: Randazzo se cargó, en un lapso de dos años, a
todos los referentes de La Fraternidad que manejaban los negociados
turbios del ferrocarril -que quedaron al desnudo con el asesinato de
Mariano Ferreyra y la masacre de Once.
Así salieron Antonio Luna -el recientemente fallecido ex subsecretario
de Transporte-, José Nicanor Villafañe -ex titular de Adifse- y Agustín
Special -actual secretario administrativo del sindicato y ex
vicepresidente de Sofse. Todos ellos eran, además, ex directivos de
tercerizadas que materializaban turbios negociados en el eje de la
tríada siniestra: empresarios vaciadores, Estado cómplice y burocracia
sindical entregadora y empresaria. Lo mismo que el ahora opositor
Maturano.
Detrás de la pelea, en cambio, se cuece una verdad que ni La
Fraternidad ni la Unión Ferroviaria -pedracista hasta el tuétano en su
versión ultrarandazzista con el tercerizador Sergio Sasia al mando-
tienen intenciones de denunciar. El problema con la formación diésel que
chocó en Temperley no es el cambio de posiciones entre el maquinista
Diego Sánchez y el ayudante Nicolás Navarro ni un atentado. El problema,
tal la denuncia de los trabajadores de la agrupación Causa Ferroviaria
Mariano Ferreyra, es la falta de un sistema de frenado por señales.
El sistema, que impediría accidentes en caso de errores individuales y
humanos, debería haberse concretado junto a la electrificación absoluta
del ramal, como se prometiera hace una década, en un lejano 2005,
cuando se quitaron las concesiones del Roca y el San Martín a Sergio
Taselli. Diez años después, en plena revolución ferroviaria -pese a que
desde Prensa Obrera hemos denunciado que se trata de mero maquillaje-,
no ha ocurrido.
Los trabajadores y el pueblo deben exigir la nacionalización integral
de sistema ferroviario -no su versión reprivatizadora actual-, el
resarcimiento por parte de los empresarios vaciadores y el castigo de
éstos junto a los verdaderos responsables de la actual obsolescencia del
sistema ferroviario y los constantes "accidentes": funcionarios y
burócratas sindicales.
Fuente: http://www.po.org.ar/prensaObrera/1368/politicas/choque-de-trenes-burocracia-y-funcionarios-se-muerden-la-cola
miércoles, 24 de junio de 2015
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