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domingo, 11 de octubre de 2015

Brasil: los últimos cartuchos

#Prensa Obrera 1384 | Por Pablo Heller

La reforma del gabinete que acaba de hacer Dilma Rousseff es una tentativa desesperada del gobierno brasileño por recuperar el apoyo del Congreso y alejar el fantasma de un impeachment.

La presidenta dispuso la eliminación de ocho ministerios, la reducción del 20 por ciento de los gastos de la administración pública y la baja de salarios de los ministros en un 10 por ciento. También anunció los nombres de dos nuevos ministros pertenecientes al PMDB, que ocuparán las carteras de Salud y Comunicación, que manejan cuantiosos ingresos. Con esas medidas, el PT busca revitalizar su coalición de gobierno con sus principales aliados, fuertemente resquebrajada.

Quien ha estado detrás de esta movida es Lula, transformado, en la práctica, en una suerte de conducción en las sombras ante el derrumbe y la impotencia del gobierno de Dilma. Lula ha puesto como jefe de gabinete a un hombre de su confianza, desplazando a su antecesor que se resistía al recorte de los planes sociales.

La pretensión de Lula era desalojar también a Levy y colocar en su lugar a quien fuera jefe del Banco Central, Henrique Mereilles. El plan de Lula, sin embargo, quedó a mitad de camino ante la posibilidad de que el establihsment interpretara dicho relevo como un síntoma de abandono del plan de ajuste en marcha. La confirmación del ministro, en medio de esta ola de rumores, de todos modos, no ha logrado apagar la incertidumbre y crecen las dudas sobre la estabilidad del ministro de Hacienda y, a caballo de ello, de la continuidad del ajuste comandado hasta ahora por este último.

Esta movida, en definitiva, puede terminar en un nuevo fiasco pero con el agravante que el PT ha jugado la principal carta que tenía reservada, que era colocar al ex presidente en el papel de árbitro. Si como resultado de estas contradicciones el ajuste queda trunco, los cuestionamientos del gran capital van a extenderse y, con ello, los pedidos de juicio político.

La gobernabilidad se ha convertido en la principal prioridad, en momentos en que la recesión económica se agrava. El real se ha ido por las nubes y continúa la huida de capitales. Esto se combina con las denuncias de corrupción que afectan no sólo al PT; también a sus aliados y a opositores, lo cual delata la descomposición general del sistema político y pone en la picota no sólo al gobierno sino al conjunto del régimen.

Este fuego cruzado, donde van y vienen las revelaciones de nuevas y viejas corruptelas, es parte de una disputa en las filas del gran capital en donde lo que está en juego, más allá del ajuste, es forzar al gobierno a una apertura económica al gran capital internacional: una ola de privatizaciones, en el petróleo y en la contratación de obra pública. Para amplias franjas de la burguesía, el Mercosur debe dejar de ser una "unión aduanera" y quedar en libertad de suscribir tratados de libre comercio con Europa y Estados Unidos.

Los sindicatos y las centrales obreras frenan y atomizan las luchas, pero esto no es efectivo a mediano plazo dada la inmensidad de la crisis y la brutalidad de sus repercusiones. La resistencia contra los despidos en la gran industria ha comenzado.
 
Fuente:http://www.po.org.ar/prensaObrera/1384/internacionales/brasil-los-ultimos-cartuchos

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Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

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