Cuando José Pedraza aún no estaba imputado por la muerte del joven
militante Mariano Ferreyra, la fiscal y la jueza que lo investigaban
habían pedido intervenir sus teléfonos y los de sus colaboradores. Las
escuchas revelaron cómo el ex titular de la Unión Ferroviaria (UF)
intentó desplegar una maniobra para evitar el procesamiento de su patota
e impedir que llegaran a él. El soborno a los jueces de la Cámara
Federal de Apelación, de la cual formaba parte Eduardo Riggi, nunca se
concretó porque los investigadores allanaron el estudio del ex juez
Octavio Aráoz de Lamadrid, donde encontraron los 50.000 dólares que le
habían entregado para la coima.
La fiscalía actuante ha concluido que la maniobra, desplegada por el
ahora condenado por el crimen José Pedraza, alcanza al juez Eduardo
Riggi, considerando que hubo un pacto previo de todas las personas
involucradas. El objetivo era lograr la revocación de los procesamientos
y la liberación de los siete imputados por el crimen de Mariano, de
manera que José Pedraza no sería involucrado.
El fiscal sostiene, también, que la maniobra se frenó porque se allanó
el estudio jurídico de Aráoz de La Madrid, pero esto no implica que los
jueces (Riggi y Wagner Gustavo Mitchell) no estuvieran al tanto de todo.
Ambos, puestos de acuerdo, conseguirían la mayoría necesaria para
torcer la suerte de los recursos interpuestos en la causa del asesinato
de Mariano Ferreyra, dictando el procesamiento de los imputados.
Para el llamado a indagatoria de Riggi (Mitchell falleció en agosto de
este año, por lo cual no llegó a esta instancia) se tienen en cuenta los
numerosos contactos telefónicos con el miembro de inteligencia José
Riquelme (el agente de la Secretaría de Inteligencia que efectuaba junto
a Aráoz de La Madrid el nexo con los jueces) y la declaración de quien
se desempeñara como vocal de la secretaría N° 9 del juez Riggi, actual
juez penal económico Diego Alejandro Amarante, quien dio cuenta de que
Riquelme había ido a ver al magistrado en varias oportunidades.
En uno de los llamados de Riquelme a Pedraza, donde aquel dice "acá
estoy con Eduardo", su celular se activó en la célula donde se encuentra
el domicilio del juez.
El juez Riggi, en su descargo, no negó que conociera a Riquelme, pero
lo atribuyó a cenas de "camadería" de años atrás, organizadas por la
Escuela Nacional de Inteligencia para jueces y fiscales federales.
La querella de los compañeros de Mariano, Elsa Rodríguez y Nelson
Aguirre, patrocinada por Apel, acompañaran la petición de la fiscalía,
exigiendo su inmediata indagatoria y procesamiento.
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