El 15 de octubre se realizaran las elecciones generales del Smata. En
ellas sólo se presenta la lista Verde, que revalidará al actual
secretario general Ricardo Pignanelli, secundado por Mario Manrique. La
elección se desarrollará en el marco de una profunda crisis de la
industria automotriz, en donde los despidos y las suspensiones se
empiezan a contar por miles, principalmente en las autopartista.
Fiat extendió para septiembre su programa de suspensiones (alcanza a
1.000 operarios) y mantiene el plan de retiros voluntarios con el que
pretende reducir el 10% de su plantilla, General Motors resolvió
paralizar la producción de su planta de Rosario durante seis días de
este mes y avanzar a la par con un programa de retiros que involucra a
240 trabajadores. A su vez, VW (Córdoba) paralizó durante cuatro días de
agosto su producción, esquema que podría repetirse este mes, en tanto
que Ford anunció que continuará hasta fin de año con su plan de 170
suspensiones rotativas en su planta de la localidad bonaerense de
Pacheco. A Volkswagen Pacheco llegaron los coletazos del fraude
ambiental de la patronal alemana. La patronal informó al sindicato que
está en una situación crítica, aparte de la caída de las ventas en
Brasil.
La lista Verde desarrolla su campaña planteando que un voto
plebiscitario a la burocracia sindical es el único modo de cuidar los
puestos de trabajo. Pretende un cheque en blanco de los trabajadores
para hacer lo que nunca hizo.
Defensa patronal
No es una novedad que la burocracia del Smata se presente como garante y
defensora de los puestos de trabajo frente a la crisis capitalista. En
los '90 José Rodríguez fue la correa de transmisión de la política de
las terminales, que significó, para esa década, una reducción fenomenal
del plantel de trabajadores (se pasó de 26.286 trabajadores en 1997 a
17.381 en 2000), el desguace de la industria autopartista y la
flexibilización de las condiciones de trabajo (el convenio Fiat-Smata de
1996 sentó las bases de la flexibilización laboral menemista). Sólo
cuando Rodríguez vio que la clase obrera metalmecánica podía levantar
cabeza atinó a tomar algunas medidas para la tribuna, pero el programa
de las patronales ya se había impuesto. Con la reactivación que se da a
partir de 2003-2004 (que consolida a la industria automotriz argentina
como una gran ensambladora de piezas importadas) el Smata se declara
ferviente defensor y militante del "modelo industrial kirchnerista",
argumentando que la defensa de éste es la defensa de los puestos de
trabajo. Un ejemplo más de la "defensa del trabajo" es el convenio que
se firmó con Nissan-Renault para la producción de una pick-up en
Córdoba, el cual significa salarios muy por debajo del promedio de las
demás terminales, jornadas más largas y contratos precarios. La mentada
defensa del trabajo encubre los intereses patronales.
Aunque la burocracia derrotó en el periodo anterior a las luchas de
Lear y Gestamp (que causaron una enorme simpatía en las grandes fabricas
del gremio) y pudo contener la bronca general, sigue aterrorizada por
el efecto que causaron y por las dimensiones que podrían tomar procesos
similares.
Fuente: http://www.po.org.ar/prensaObrera/1384/sindicales/elecciones-en-el-smata-un-fraude-contra-los-trabajadores
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