El acto en Perdriel y Luján, Barracas: "Una lucha que recién comienza"
Foto: Ignacio Smith
En el acto en Barracas, Marcelo Ramal dijo que aquel que se detenga a analizar las circunstancias del crimen de Mariano, las que lo precedieron y las posteriores, verá que ese hecho concentra en sí diez años de lucha del movimiento obrero argentino. Pero también, añadamos nosotros, Mariano Ferreyra concentra en su personalidad las características de esa juventud militante que irrumpió en la política argentina durante los días del Argentinazo.
Mauro Mayor, dirigente del Polo Obrero y del Partido Obrero de la zona sur, lo subrayó en Barracas. Mauro militó con Mariano en Avellaneda, y recordó los días en que aquél empezó su vida militante en la lucha de la fábrica Sasetru y en los cortes del Puente Pueyrredón. Fue entonces que lo eligieron primero delegado de curso y después presidente del centro de estudiantes del colegio Simón Bolívar, donde cursaba su secundario. La televisión había mostrado a Mariano en el puente y por eso uno de sus compañeros dijo que tenían que elegirlo delegado a él “por piquetero”. No es una anécdota, es un dato político que aplasta la falacia canallesca de quienes dicen que la juventud argentina “volvió a la política” para respaldar al gobierno de los entregadores del petróleo a Chevron, de los indemnizadores de Repsol. Mayor comparó a Mariano con la que llamó “juventud estatizada” del kirchnerismo. Mariano estudiaba marxismo con Pablo Rieznik, dijo Mauro, mientras La Cámpora aprendía sindicalismo… con José Pedraza. A cada uno lo suyo.
No fue un acto conmemorativo
“La lucha por justicia para Mariano Ferreyra recién comienza”, dijo
Jorge Altamira en esa esquina de Perdriel y Luján, donde nuestro
compañero cayó asesinado.
¿Cómo no decir que recién comienza, si uno de los grandes responsables
políticos de su asesinato, Aníbal Fernández, jefe en 2010 de la Policía
Federal que liberó la zona para que los criminales operaran, puede ser
elegido este domingo gobernador de la provincia de Buenos Aires?
Imposible no decir que recién comienza, porque Daniel Scioli puede ser
Presidente y ha dicho que pondrá al frente del Ministerio de Seguridad a
Sergio Berni, el pergeñador del Proyecto X junto con Nilda Garré y los
otros represores de la “seguridad democrática”. También es candidato
Felipe Solá, gobernador de la provincia cuando fueron asesinados
Santillán y Kosteki. Y ahí están Gerardo Martínez, responsable último
del asesinato del obrero Darío Avalos (véase aparte); o Antonio Caló… En
fin, el andamiaje estatal y el personal político que mató a Mariano
gobiernan el país y se aprestan a seguir gobernándolo. Por eso, como
dijo Altamira, se le habrá hecho justicia a nuestro compañero sólo
cuando ese andamiaje sea desmantelado, cuando haya sido destruido el
Estado que lo asesinó.
Entretanto, miserablemente, algunos kirchneristas que hacen campaña por
aquellos responsables, directos o indirectos, del crimen de Mariano,
usan la imagen y el nombre de quien cayó luchando contra el régimen de
tercerizaciones y trabajo en negro que ellos han multiplicado hasta
extremos insoportables. Esa miseria, sin embargo, indica hasta qué
niveles ha llegado Mariano en cuanto símbolo político.
Por eso, el acto en Barracas no fue una conmemoración, sino una continuidad de la lucha.
“El retrato de un régimen”
El crimen de Mariano, dijo Ramal, concentra diez años de lucha del
movimiento obrero argentino porque explica el vaciamiento, el trabajo
precario que afecta hoy a uno de cada tres trabajadores en el país.
Retrata un régimen de explotación y, sobre todo, un régimen político.
Ramal recordó que los funcionarios del gobierno, con la Presidenta a la
cabeza, nunca condenaron el crimen ni podían hacerlo porque habría sido
“condenarse a sí mismos” y al régimen que ellos sostienen. Cristina
Kirchner y su camarilla protegieron a Pedraza y compañía “hasta donde
les fue posible”. Cuando la movilización popular volvió insostenible esa
protección “entregaron a Pedraza para proteger al corazón del Estado”.
Después, como grandes impostores, se atribuyeron el esclarecimiento del
crimen que habían intentado encubrir por todos los medios.
En la Legislatura porteña, añadió Ramal, se votó una declaración por
Mariano Ferreyra como se votan otras casi a diario, sin discursos, con
esa típica diplomacia parlamentaria que intenta cuidar las formas para
tapar su propia mugre. La bancada del PO-FIT intervino de todos modos
para señalar que la condena a Pedraza había constituido “un golpe a ese
cáncer del movimiento obrero que es la burocracia sindical”. A partir de
allí, un legislador del FpV que representa a Omar Viviani, burócrata de
los taxistas, intentó provocar, enojadísimo, a nuestro legislador. Se
rompió así la diplomacia legislativa. Viviani, recordó Ramal, está
cuarto en la lista de candidatos a diputados encabezada por Axel
Kicillof, de modo que ese burócrata es postulado por La Cámpora. “Las
listas del kirchnerismo están llenas de Pedrazas”, remató.
“La lucha recién comienza”, dijo después Altamira. No es una lucha
judicial, subrayó con énfasis, es una lucha política por la destrucción
del Estado patronal, por el gobierno de los trabajadores, por el
socialismo.
Para rematar con este final: “Querido Mariano, ¡hasta la victoria, siempre!”.
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