La extraordinaria movilización política por el asesinato de Mariano
quebró el intento de montar un relato oficial, el cual partió del
gobierno y se complementó con el silencio de los representantes
políticos más promocionados de la burguesía: quisieron responsabilizar
del crimen a quienes estaban luchando por la causa de los trabajadores.
A horas del asesinato, la presidenta pronunció una frase siniestra: "yo
creo que algunos desde hace mucho tiempo están buscando un muerto en la
Argentina". De ese modo, arremetió contra los trabajadores sometidos a
la tercerización en el ferrocarril Roca y que habían participado de la
manifestación que terminó con el asesinato de Mariano, acusándolos de
demorar sus testimonios ante la justicia supeditándolos a su
reincorporación. Esa acusación fue destruida por una simple constatación
de días y horas.
Crimen político
El asesinato de Mariano fue un crimen político contra la clase obrera,
responsabilidad de un régimen social que protege y profundiza la
tercerización laboral, que se apoya en la burocracia sindical y se vale
de las fuerzas de seguridad y del espionaje contra el movimiento obrero y
contra la juventud. Pedraza, el jefe máximo de la Unión Ferroviario,
ponderado por CFK como un ejemplo de "sindicalismo constructivo", fue
siempre un aliado del gobierno, al igual que los concesionarios
ferroviarios que hicieron negocios enormes con los subsidios del Estado.
A cinco años del asesinato de Mariano, el gobierno K sigue gobernando
con la burocracia sindical y sus patotas. Esa burocracia divide sus
favores entre los tres "jinetes del ajuste", pero con el mismo propósito
de trasladar a los trabajadores el peso de la crisis nacional. No hace
mucho la presidenta respaldó, en discursos públicos, el ataque de la
patota del Smata a los trabajadores de Gestamp y de Lear. Su agente -y
posible funcionario de Scioli- Sergio Berni, apuntaló con la Gendarmería
a la burocracia de Pignanelli, así como lo hizo la Policía Federal y su
responsable político, Aníbal Fernández, en el momento del asesinato en
Barracas.
La tercerización del trabajo, lejos de ser erradicada, se ha
intensificado siguiendo el mandato del capital. No se había cumplido un
mes del asesinato de Mariano cuando la Conferencia de la UIA fue
sacudida por una toma de posición de Paolo Rocca, el CEO de Techint:
"los empresarios tienen que poder contratar empleados tercerizados,
porque los costos laborales... son excesivos". Fue la voz de orden de
una campaña que admitía repudiar que un trabajador ferroviario cobrara
un tercio del salario de su par por las mismas tareas, pero llamaba a
defender las "buenas" experiencias de la tercerización. Curiosamente,
las "buenas" carecían de ejemplos.
La lucha debe seguir, para erradicar la tercerización, expulsar a la
burocracia de los sindicatos y arrancar el juicio y castigo a los
responsables políticos e intelectuales del crimen, que siguen afincados
en el corazón del aparato estatal. El genuino homenaje a Mariano es
continuar la lucha por los objetivos por los que él peleó en vida.
Victoria política
Por primera vez, las dos cabezas máximas de un sindicato fueron
procesados y detenidos como autores intelectuales de un asesinato
político: es el caso de José Ángel Pedraza, ex secretario general de la
Unión Ferroviaria, y de Juan Carlos Gallego Fernández, su secretario
administrativo. Fue el resultado de una movilización política masiva que
acaudilló el PO y que conmovió al país, bajo el compromiso de llevar a
la cárcel a Pedraza, y perseveró en ese objetivo hasta arrancarlo.
Pedraza no sólo está preso, se ha desbaratado una maniobra por su
excarcelación. Esa misma Justicia, sin embargo, ha rechazado seguir el
hilo de las responsabilidades empresariales y políticas.
La extraordinaria movilización por el crimen de Mariano fue un episodio
crucial en la lucha por la independencia política de los trabajadores
respecto de los agentes políticos y sindicales de la burguesía, y estuvo
presente en la constitución del Frente de Izquierda. Mariano Ferreyra
se ha convertido en el símbolo de la lucha por una alternativa obrera y
socialista.
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