La promesa de campaña realizada por los economistas de Macri, referida a
que la devaluación que pensaban aplicar no iba a generar una mayor
inflación, ha sido desmentida con la velocidad de un rayo. Aún antes que
el gobierno nuevo asuma y se consume la devaluación largamente
prometida, asistimos a un crecimiento de los precios que duplica el
promedio mensual de 2015. Si se proyectase noviembre en términos
anuales, la inflación estaría por encima del 40% anual.
No debiera sorprender que sea en la canasta alimentaria donde los
precios han crecido con mayor intensidad. El pan, la carne, la leche,
entre otros, han aumentado por encima del 20% en un solo mes. La razón
de fondo es que, al anuncio de la devaluación que se piensa ejecutar
luego del 10 de diciembre, se le debe sumar la eliminación de las
retenciones al trigo, al maíz y la carne, y la reducción de la tasa que
se aplica a la soja. La eliminación o reducción de las retenciones no
tiene sólo un efecto fiscal, en la medida que el Estado deja de recaudar
impuestos.
También tiene un impacto en los bolsillos de los consumidores, pues las
retenciones dividen el precio interno del internacional. Este aumento
de los precios del trigo y el maíz ya se está expandiendo en toda la
cadena de valor.
Los diarios de la ‘opo’ y el macrismo acusaron al actual gobierno por
las subas generalizadas de noviembre, afirmando que la Secretaría de
Comercio está en huelga de brazos caídos. Señalaron, además, que piensan
mantener el plan de “Precios Cuidados”, al que hasta ahora tildaron
como un monumento al fracaso. ¿Piensan repatriarlo a Guillermo Moreno
también? Lo cierto es que, por más intensos que hayan sido los aumentos
de precios de estas semanas, estamos asistiendo recién al primer
capítulo de un plan de ajuste mucho más intenso. Los funcionarios del
gobierno entrante han dicho hasta el cansancio que piensan aplicar un
tarifazo en los servicios de luz y gas, y también en el transporte
público. Según sus propios cálculos, los aumentos en este terreno pueden
alcanzar hasta el 500%.
Gradualismo, las pelotas
La suba de precios ejecutada por los capitalistas en noviembre no sólo
refutó el relato mentiroso de los Prat Gay, Frigerio y compañía de que
la devaluación no generaría inflación, también muestra que el debate
entre ajuste “gradual” o “shock” es una disquisición teórica de nulo
interés práctico. El capital pugna por descargar la crisis sobre las
espaldas de los trabajadores e incrementar su tasa de ganancia. Detrás
del tipo de cambio, la tasa de interés y del nivel de precios se esconde
una relación social de explotación, que el capital quiere profundizar
en su propio beneficio. El gran objetivo del ajuste en marcha es reducir
el precio que los capitalistas pagan por la fuerza de trabajo, forzando
a que los trabajadores la vendan por debajo de su verdadero valor (que
como mínimo debe ser la canasta familiar). Este objetivo es el único que
une a todas las fracciones capitalistas que, con intereses encontrados,
conviven dentro del gabinete del nuevo gobierno.
Obvio si una devaluacion no baja el salario termina siendo inocua como la que hicieron los K llevando el dolar de 2.80 a 9,70 , sobre todo la de Axel Kiciloff en 2014 que llevo al dolar de 6 a 8 y hoy ese precio oficial es barato de hace solo doa años atras , o sea los K vienen devaluando a lo pavo durante estos años y mas desde el ajuste K que roidiculamente llamaron en su relato para idiotas sintonìa fina
En estas condiciones, el anuncio de que se levantará el piso del
impuesto a las Ganancias que se cobra sobre los salarios, está lejos de
ser una salida. Ocurre que el beneficio que implicaría esta medida
alcanzará sólo a una pequeña minoría de los trabajadores (se calcula 1,2
millón sobre casi 16 millones de trabajadores). Para la mayoría
restante, que tiene salarios promedio de 6.000 ó 7.000 pesos, el golpe
del crecimiento inflacionario será simplemente enorme. La fractura
interna que ha sufrido la clase obrera bajo el kirchnerismo, con
desniveles salariales enormes, pegará un nuevo salto. De ella se vale la
burocracia sindical que a lo máximo que aspira es a atender, aunque muy
parcialmente por cierto, al sector más elevado de los trabajadores
mientras le da la espalda por completo a los que están en negro o
precarizados, y que son quienes tienen los más bajos ingresos.
Un programa
Para los trabajadores se presenta el desafío de darse un programa
concreto para intervenir en esta fase de la crisis. El primer punto es
blindarse frente a los efectos inflacionarios inmediatos que generará la
devaluación y los tarifazos. Ante ello corresponde plantear un aumento
de emergencia para todos los trabajadores, que deberá ser mayor para
todos ellos que no se vean alcanzados por la medida del no pago del
impuesto a las Ganancias. En relación a éste último, planteamos la
abolición de ganancias en los salarios de convenio. El aumento de
emergencia debe incluir a los jubilados para llevar la mínima a los
8.500 pesos, ya que el próximo reajuste de sus haberes será recién en
marzo. Por esta vía apuntamos a blindar a la clase obrera ante el ajuste
y defender su unidad como clase.
Junto con esta medida de emergencia corresponde plantear la indexación
salarial mensual de los salarios y de las jubilaciones. Se trata, otra
vez, de una acción defensiva para preservar el actual nivel de vida del
pueblo. La tercera medida para blindar a los trabajadores pasa por
prohibir los despidos y suspensiones por un año, ya que como ha ocurrido
en el pasado o como está ocurriendo ahora mismo en Brasil, es sabido
que las devaluaciones producen una fuerte caída de la producción y con
ello de los puestos de trabajo.
Con este programa inmediato, el Partido Obrero planteará un paquete de
leyes antiajuste en el Congreso y, por sobre todo, una fuerte campaña de
agitación en las grandes concentraciones obreras y de trabajadores.
Elevamos esta propuesta a todos los sectores obreros combativos que
están debatiendo la necesidad de concretar iniciativas de lucha en el
próximo período.
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