La situación que vive la atención materno-infantil en la provincia de Buenos Aires es cada vez más crítica.
El sistema público de salud se ha convertido en una máquina de expulsar
gente: los médicos renuncian hastiados por las malas condiciones de
trabajo, y los nuevos profesionales no encuentran incentivo alguno para
ingresar en el hospital público. Esto determina un beneficio al capital
privado de la salud, llevando a la tercerización de servicios y
privatización de la atención, así como el manejo discrecional de fondos
destinados a negociados, corrupción y pago de la deuda externa.
Lo dicho, se agudiza aún más en el área materno-infantil. La falta de
pediatras y neonatólogos es común a la mayoría de los servicios,
constatándose un éxodo hacia la medicina privada, en busca de mejores
condiciones laborales y económicas, en donde abunda la precarización
laboral y la explotación.
Ahora, durante la gestión del "cambio", se ha cerrado el servicio de
pediatría del Hospital Bocallandro. Siendo, como siempre, los
principales perjudicados los niños que allí se atienden. Este plan
criminal de achique hospitalario y cierre de servicios encuentra una
continuidad en la gestión de María Eugenia Vidal, con la complicidad,
claro está, de las burocracias sindicales de todos los colores.
Todo esto se refleja en el presupuesto de ajuste votado en la
Legislatura, roscas más o roscas menos, por todos los bloques a
excepción del Frente de Izquierda.
* Ningún cierre de servicios.
* Triplicación y aumento de emergencia del presupuesto para salud.
* Por un impuesto progresivo a la industria farmacéutica y el capital
ligado a la salud, para cubrir la emergencia en la atención materno
infantil.
¡Que la crisis la paguen quienes la provocaron, los capitalistas!
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