A través de
un acuerdo político espurio, macristas y kirchneristas pactaron terminar
con la llamada “ley antidespidos”. Para ello, montaron una pantomima:
todo indica que los macristas decidieron modificar su voto, cambiando el
rechazo por la abstención
La sesión en la Cámara de Diputados del miércoles 18 seguramente
quedará en la historia por su carácter pérfido. A través de un acuerdo
político espurio, macristas y kirchneristas pactaron terminar con la
llamada “ley antidespidos”. Para ello, montaron una pantomima: los
macristas decidieron modificar su voto, cambiando el rechazo por la
abstención. Por esa vía permitirían que el proyecto que viene del Senado
quede aprobado, a pesar de no tener éste una mayoría de votos en la
Cámara de Diputados. Macri lograría así su objetivo de sacarse el tema
de encima y aplicar el veto que viene anunciando desde hace semanas, y
para el cual recogió un amplio respaldo en la clase capitalista. La
frutilla del postre consistió en que el macrismo retiró el proyecto para
que la Justicia pueda allanar el departamento de Julio De Vido, en la
causa que se le sigue por enriquecimiento ilícito.
Kirchnerismo
El Frente para la Victoria y el kirchnerismo participaron
conscientemente en esta farsa. Primero decidieron dejar de lado el de
por sí estrecho proyecto presentado en Diputados, para hacer suya una
versión limitadísima votada en el Senado, que excluye la retroactividad,
reduce el alcance de la prohibición a seis meses y mantiene los
“recursos preventivos de crisis”, por los cuales los capitalistas le
transfieren a los trabajadores los costos de las bancarrotas económicas.
Pero, luego, el propio bloque del PJ-FpV del Senado se desentendió de
este proyecto. Sus mandantes, los gobernadores, hicieron un gesto claro:
el mismo día que debía tratarse la ley en Diputados se reunieron con el
gobierno nacional en Córdoba para firmar un acuerdo de distribución de
la coparticipación federal, que tiene otra vez tendrá como víctima a los
fondos jubilatorios de la Anses. Al final, y como era previsible, la
cuestión de los despidos había sido agitada como un instrumento de
chantaje y negociación.
La llave maestra para que esta puesta en escena se consume hasta el
final la tuvo la burocracia sindical, que jugó el papel más cínico de
todos. En los días previos a la sesión ya hicieron saber a los diarios
que el veto de Macri no sería respondido con un paro nacional y un plan
de lucha. Para que no haya dudas al respecto, Andrés Rodríguez,
burócrata máximo de UPCN, decidió en las vísperas de la sesión de
Diputados firmar un acuerdo salarial con el gobierno que es ruinoso para
los trabajadores, que empieza con un 7% y que termina en un 31%, luego
de innumerables cuotas.
La burocracia se valió del recurso del proyecto de prohibición de
despidos para no convocar a medidas de acción directa, en primer lugar
contra los propios despidos, tampoco por la abolición del impuesto al
salario -aceptando de hecho que el tema pase al año 2017- ni por
aumentos salariales que permitan recuperar lo perdido por la carestía.
La burocracia sindical actuó en defensa de su caja, recibiendo un
aumento de los fondos de las obras sociales y en representación de los
intereses de sus respectivas patronales. ( como han hecho siempre al menos desde 1946 solo cuidan su caja )
Massa
Macri aceleró los términos de la maniobra parlamentaria, viabilizando
la aprobación del proyecto pejotista del Senado, ante el peligro que un
rechazo de éste derivara en la aprobación del proyecto de Massa. Dicho
proyecto contiene, junto con las cláusulas de prohibición de despidos
por seis meses y de doble indemnización, una serie de subsidios
importantes para los capitalistas. Muchos diarios destacaron que Macri
no quería afrontar el alto costo fiscal de estos subsidios ni darle a
Massa un protagonismo político. Pero, en realidad, la explicación es
otra. La función de los subsidios en el proyecto de Massa es lograr la
recuperación de la tasa de beneficio del capital mediante una
combinación que incluya la reducción del precio de la fuerza de trabajo
con el aporte de fondos públicos a las patronales. Macri, en cambio,
quiere tentar a los capitalistas con una reforma laboral
flexibilizadora, que tendrá su primer capítulo con la llamada “ley de
primer empleo”. Ya Triaca hizo saber que llevará al Consejo del Salario
Mínimo la propuesta de establecer el presentismo y el descuento de los
días de huelga.
Balance
La perfidia que se desplegó por parte de todos los bloques políticos
patronales no debiera sorprender. El Congreso que convalidó el pacto con
los fondos buitre no será quien pare los despidos y suspensiones. Esto
fue lo que señaló nuestro bloque el 30 de marzo ante los secretarios
generales de las cinco centrales en el Congreso. En esa oportunidad,
anticipamos que la “parlamentarización” de los reclamos llevaba a un
callejón sin salida.
El proyecto que presentamos sirvió para plantear un programa obrero
frente a la crisis y para desenmascarar los límites de los otros
proyectos. Insistimos en que los trabajadores deben valerse de la acción
directa y de sus métodos históricos de lucha para conquistar sus
reivindicaciones. Sólo cuando eso ocurre el Congreso puede convalidar
triunfos conquistados con la lucha.
Este es el camino que marcan las grandes luchas que crecen
especialmente en el sur del país, como Tierra del Fuego, Santa Cruz y
Comodoro Rivadavia, y a.que también tuvieron su expresión en la Ciudad de
Buenos Aires con la masiva movilización universitaria a Plaza de Mayo,
en las luchas estudiantiles por el boleto en La Plata y el reanimamiento
del movimiento piquetero ante el crecimiento de la pobreza Se tratan
de luchas que superan el chaleco de fuerzas de la burocracia sindical y
enfrentan por igual a gobiernos macristas y kirchneristas.
Asistimos a una bancarrota económica que plantea nuevamente la cuestión
de fondo que cruza al país: si la crisis la pagan los capitalistas o
los trabajadores. Esta es la “grieta” que debemos desenvolver,
desarrollando todas las potencialidades que contienen las luchas de los
trabajadores y estructurando una alternativa política independiente,
anticapitalista y socialista.
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