Ante la
noticia del funcionario kirchnerista enterrador de millones, la primera
reacción de los principales dirigentes del PTS en redes sociales fue tan
curiosa como significativa
"¡Más que nunca
exijamos que todo funcionario público gane lo mismo que un docente! Como
@NicolasdelCano @RaulGodoyPTS y @myriambregman", dijeron Del Corro y
Bregman. Sin detenernos en la torpeza más evidente -¿alguien piensa que
los millones provienen de un sueldo "abultado"?-, el reflejo tiene un
alcance profundo. La corrupción, en esta versión, tendría que ver con
los "privilegios" de una "casta", tal cual afirmaron hasta el cansancio
en la campaña electoral pasada. Se trata de una conciliación monumental
con el régimen burgués, toda vez que la corrupción no es un problema
aislado de funcionarios, sino uno de los principales instrumentos que
desarrolló la clase capitalista para controlar su Estado. El planteo de
"casta", por el contrario, concluye en una reforma del Estado, al que
habría que despojar de esos "parásitos". Pero un partido revolucionario
debe valerse de todas las crisis para elevar la conciencia proletaria,
no rebajarse a proclamas centroizquierdistas. Es interesante que el
oportunismo, o sea la conciliación de clases, nunca puede restringirse a
un cálculo electoral, sino que expresa las tendencias más profundas de
una orientación. En el caso de la corrupción también, mal que le pese al
PTS, "es el capitalismo".
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