Cristina Kirchner ha salido a criticar la “emergencia jubilatoria” de
Cambiemos. En vez de denunciar que es una monumental extorsión a los
trabajadores pasivos, a los que obliga a renunciar al 70% de sus
acreencias con el Estado, la ex presidenta crítica al macrismo… por
dispendioso. El texto en el que fundamenta su crítica pertenece a
Emmanuel Agis, un ex funcionario suyo que hace una defensa cerrada de la
política previsional del kirchnerismo. Pero, a la vez, el trabajo de
Agis es un compendio de todos los lugares comunes de los voceros del
gran capital contra los derechos jubilatorios.
Moratoria y haberes
Agis reivindica la “cobertura casi total” que alcanzó el universo de
jubilados bajo el kirchnerismo. Lo que Agis oculta es que los
beneficiarios de esa moratoria percibieron una jubilación absolutamente
degradada: el haber mínimo del año 2003 era en términos reales el más
bajo de los últimos treinta años -la mitad de la mínima que regía... en
1972. El kirchnerismo extendió este haber de miseria hacia quienes no
contaban con aportes suficientes, como resultado de la precarización
laboral extendida. Pero, en vez de cargarle el costo de la moratoria a
los evasores de aportes -la clase capitalista-, se financió con la
propia caja de los jubilados y, como contrapartida, “universalizó” la
miseria previsional. Mientras la jubilación mínima se extendía al 75% de
los pasivos, la porción restante asistía al desconocimiento de sus
reajustes. No se trataba de una improvisación, sino del objetivo
estratégico de las reformas jubilatorias del capitalismo: la
transformación del haber previsional en una pensión asistencial,
completamente desligada del salario percibido por el pasivo cuando se
encontraba en actividad.
Salario y jubilaciones
Es ese concepto reaccionario el que Agis desarrolla sin tapujos, al
afirmar que “en un sistema solidario como el nuestro las jubilaciones no
tienen nada que ver con la trayectoria laboral del jubilado” (¡!) Agis
ignora -o finge ignorar- que la jubilación es una conquista histórica de
la clase obrera -el derecho del trabajador a que la clase capitalista
sostenga la reproducción material y moral de la fuerza de trabajo a lo
largo del conjunto de su vida, y no solamente durante su vida laboral.
Por esta cuestión, la clase obrera argentina libró importantísimas
jornadas de lucha -una huelga general en 1924 rechazó la pretensión de
imponer un aporte obrero a las cajas previsionales y también la
injerencia del Estado en las mismas, algo que estos luchadores,
premonitoriamente, advirtieron como la pretensión de su uso para el pago
de la deuda pública. Cuando ese Estado universalizó derechos
previsionales, lo hizo a cambio de imponerle a los trabajadores el
sostenimiento creciente de sus propias jubilaciones, y de servirse
irrestrictamente de sus recursos en beneficio del Estados mismo y de los
capitalistas. Para Agis, el carácter solidario del sistema previsional
no consistiría en el derecho colectivo de la clase obrera a percibir un
haber relacionado con su salario en actividad (82% móvil).
No: para el
camporista, el sistema de “reparto” “reparte” las migajas que dejan las
cajas previsionales entre el conjunto de los jubilados, luego de que el
Estado y el capital se hayan servido de ellas a discreción. Para
aumentar la confusión, Agis identifica a los sistemas previsionales que
asocian los haberes con el salario del activo con las “lógicas de
capitalización individual”. ¡Nada que ver! La capitalización desliga al
haber jubilatorio de cualquier derecho o ingreso definido, el cual queda
condicionado a los rendimientos de un fondo de pensión y, por lo tanto,
de los avatares de la especulación financiera. Para el kirchnerismo, la
“solidaridad previsional” es la legalización del saqueo de las cajas
jubilatorias por parte del Estado capitalista. Por el contrario,
nosotros luchamos para que la Anses y sus recursos estén bajo el control
de trabajadores y jubilados electos. Si esos fondos no son suficientes
para garantizar los derechos jubilatorios, el Estado, como representante
general de los empleadores -o sea, de quienes han evadido o fundado su
acumulación en el trabajo no retribuido a los actuales jubilados- el que
debe asegurar los recursos para garantizar esos derechos.
Una AFJP estatal
Toda esta operación confusionista apunta a reivindicar al sistema
jubilatorio del kirchnerismo, a partir del momento en que fueron
estatizadas las AFJP. Pero esa estatización no instituyó un sistema de
reparto. Los recursos del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS)
fueron destinados, en sus dos terceras partes, al sostenimiento de la
deuda pública y, en particular, a su pago con acreedores del exterior
(el supuesto “desendeudamiento”). Del lado de las jubilaciones, se
instituyó una movilidad cuya actualización está asociada, entre otras
variables, a los ingresos de la seguridad social, los cuales se
encuentran condicionados a la marcha general de la economía capitalista y
-como vimos- de los avatares financieros del “fondo de garantía”. ( eso luego de vetar el 82% sobre el salario no de la persona sino del salario mínimo o sea un salario de miseria )
Estamos ante un sistema “único” de capitalización, que no remunera a
los jubilados de acuerdo a derechos previsionales definidos. A este
régimen parasitario, Agis lo denomina “un fondo para el mejoramiento de
la seguridad social y la economía del país”. Pero un Fondo previsional
jamás podría jugar ese papel en un régimen social que toleró la fuga de
la totalidad del superávit comercial y pagó 200.000 millones de dólares
de una deuda usuraria y varias veces pagada. Lejos de “asegurar los
puestos de trabajo (y aportes) futuros”, la succión de recursos para el
pago de la deuda fue un activo factor de socavamiento de la (sic)
“sustentabilidad previsional”. Esa “sustentabilidad” exigiría, en primer
lugar, que la mayoría trabajadora asuma los resortes fundamentales de
la economía nacional, mediante la nacionalización de la banca y el
comercio exterior. Ello, como primer paso para que el conjunto del
ahorro nacional sea aplicado a las necesidades de la mayoría. Nada de
esto formó parte, jamás, del horizonte político y social del
kirchnerismo.
El camporista nos recuerda que los recursos del FGS sostienen también a
la Asignación Universal por Hijo y a otras prestaciones asistenciales. O
sea, que el aumento de la polarización social provocado por su gobierno
fue bancado por los propios trabajadores a través de los fondos de la
Anses. Agis critica a la ley de Cambiemos, no por confiscatoria de
derechos jubilatorios adquiridos, sino porque “sólo beneficia al 30% de
los jubilados que más cobran”. Naturalmente, no propone nada en
beneficio del 70% de los jubilados restantes, los que perciben la
mínima. Para justificar su ataque a los supuestos “privilegiados”, pone
como ejemplo al caso Badaro, y al haber “exorbitante” que percibiría hoy
“gracias a los fallos jubilatorios”. Pero el seguidor de Kicillof, una
vez más, oculta la realidad. Badaro se jubiló como capitán de ultramar, y
si llegó a percibir 50.000 pesos de haber, es porque un trabajador en
actividad en su cargo cobraba más de 80.000 pesos. Naturalmente, no es
el caso de la abrumadora mayoría de los jubilados en litigio.
La furia de estos kirchneristas hacia los trabajadores que perciben
salarios relacionados con una elevada calificación o formación laboral
sólo se equipara con su silencio hacia los De Vido, Jaime y demás
“privilegiados”, los cuales conforman, no una aristocracia laboral, sino
una aristocracia delincuencial, ligada a la clase capitalista que lucra
con los contratos del Estado.
El gran olvido
Agis ni siquiera menciona las verdaderas cuestiones que han derrumbado
la “sustentabilidad” previsional -a saber, el trabajo precario y la
reducción de las contribuciones perpetrada por el menemismo, y que su
gobierno mantuvo en pie. La devolución de esas contribuciones sustraídas
a los trabajadores ascenderían hoy a 280.000 millones de pesos anuales,
casi el 40% de los actuales recursos del Fondo de Sustentabilidad. Ni
qué decir que el blanqueo -no de la clase capitalista, sino del enorme
porcentaje de trabajadores que están en negro- aportaría recursos
todavía superiores. Con su silencio respecto de la reforma laboral
noventista, el camporista consiente -y hace propios- los ataques de
Menem y Cavallo al sistema previsional argentino.
La ley ómnibus del macrismo y sus aliados debe ser combatida sin
miramientos por el movimiento popular: es doblemente extorsiva; primero,
porque obliga al jubilado a renunciar a derechos reconocidos
judicialmente a cambio del reconocimiento de una parte menor de esos
derechos; segundo, porque asocia ese resarcimiento mínimo a un blanqueo
general de los capitalistas evasores. Quienes han preparado el terreno
para esa extorsión han sido, por un lado, el gobierno anterior, que
desconoció durante años los aumentos jubilatorios, apeló los fallos
judiciales e incluso vetó una ley que establecía el 82% ¡del salario
mínimo! para la jubilación mínima. Por el otro, la Corte Suprema, que
rechazó la extensión automática de sus fallos al conjunto de los
jubilados involucrados. Ahora bien, el “aporte” de CFK y los suyos a la
lucha contra la emergencia previsional macrista parece salido del
cerebro de Cavallo, Melconian o Espert. El kirchnerismo vuelve a
revelarse como una fuerza del ajuste. También para la lucha contra la
destrucción jubilatoria, es necesario desarrollar una alternativa
política de los trabajadores.
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