El anuncio del gobierno de que las facturas de gas “solamente”
aumentarán un 400% parece una burla. Nos quieren hacer creer que, al
pagar el gas cinco veces más caro que el año pasado, nos hacen un
favor.
Pero, en ese mismo lapso, los salarios aumentarán -en el mejor de los casos- un 30%.
La realidad es que los tarifazos son impagables, y por eso el repudio popular ha estallado en todo el país.
Según el gobierno, nos aumentan las tarifas porque “el Estado ya no puede seguir subsidiando”.
Es falso: los subsidios siguen, y sus beneficiarios son los monopolios gasíferos y petroleros.
Macri, continuando la política del kirchnerismo, le paga a esos pulpos
un precio del gas que es superior al precio internacional, después de
que éstos se han derrumbado.
De esta forma, los recursos del Estado y la plata de los consumidores
subsidian a unos parásitos que, a lo largo de dos décadas, vaciaron el
patrimonio energético del país.
Es el caso del grupo Mindlin (Edenor), que desviaba los subsidios para
comprar empresas de energía, mientras dejaba a miles de usuarios sin
luz.
A través del tarifazo, ese rescate a los monopolios quiere trasladarse enteramente al bolsillo de quienes viven de su trabajo.
¿Por qué tendríamos que permitir ese despojo?
Lo que debe hacerse, en beneficio de los trabajadores y de todo el
país, es abrir los libros y los costos de las empresas de energía.
Una auditoría integral, a cargo de trabajadores y usuarios, pondría de
manifiesto el desfalco que perpetraron en todos estos años.
Y abrir paso a una reorganización de la industria energética en función de los intereses de la mayoría trabajadora.
Llamamos a desarrollar una gran movilización popular en todo el país
hasta la anulación completa y definitiva de los tarifazos, y para que la
crisis nacional la paguen los vaciadores.
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