Escuela de cuadros sobre “El capital”
Ha culminado el primer curso de la Escuela de Cuadros del partido, con
la participación de 50 compañeros seleccionados. La asistencia ha sido
prácticamente perfecta de principio a fin, salvo alguna ausencia
aislada. Del conjunto de evaluaciones, que sumaron preguntas por
escrito, a libro abierto, luego de cada clase, un primer parcial y el
examen final, han alcanzado los objetivos 46 cursantes y, de ellos, 12
han superado los objetivos. Es la primera Escuela de Cuadros de alcance
nacional que se realiza en el partido desde la experiencia de la
Universidad Obrera, una década atrás.
¿Por qué “El capital”?
La bancarrota capitalista internacional plantea una vigencia de la obra
de Marx aún más perceptible que en el siglo XIX, cuando fue concebida.
Tiene absoluta actualidad la desesperanzada respuesta de Nouriel
Roubini, el economista que cobró fama por predecir la crisis de 2008, en
relación con qué hacer frente a la crisis capitalista: “Karl Marx tenía
razón. Llegado a cierto punto el capitalismo puede destruirse a sí
mismo. No puedes perseverar en el desplazamiento de ingresos del trabajo
al capital sin tener un exceso de capacidad y una falta de demanda…
Pensábamos que los mercados funcionaban. Pero no están funcionando”
(Wall Street Journal, 12/8/2011). Vigencia y contenido: no existe otra
obra que permita poner al descubierto con tal profundidad las leyes del
movimiento que rigen los orígenes, el surgimiento, el desarrollo y la
tendencia al derrumbe del modo capitalista de producción.
Un segundo acierto del curso fue basarse en la lectura directa de El
capital. “Después de todo, nadie ha sido capaz de exponer la teoría del
trabajo mejor que el propio Marx”, una conclusión de León Trotsky1 que
difícilmente pueda ser refutada al día de hoy.
La primera edición de El capital en 1867, hace casi ciento cincuenta
años. En el libro citado Trotsky se pregunta -en 1940- si no se había
hecho anticuada la teoría de Karl Marx. Pone a prueba una a una las
teorías expuestas en El capital: la miseria, la existencia del ejército
de desocupados, la ruina de las capas medias y, hasta cierto punto, su
proletarización. Ocupará un lugar central de este balance la
inevitabilidad de las crisis capitalistas de sobreproducción y la teoría
del colapso -que hoy niega gran parte de la izquierda, que huye del
“catastrofismo”. Trotsky culmina el repaso con una conclusión
demoledora: “si la teoría estima correctamente el curso de la evolución y
prevé el futuro mejor que las otras teorías, sigue siendo la teoría más
adelantada de nuestra época, aunque date de muchos años”.
Un tercer acierto fue concebir el aprendizaje como un primer escalón,
desde el momento que un curso intensivo de diez jornadas no puede agotar
un emprendimiento tan ambicioso. Los cursantes forman parte, a partir
de ahora, de una red virtual de enseñanza sobre éste y los otros temas
que son parte de la agenda de la Escuela de Cuadros.
El trabajo colectivo
El aspecto más reivindicado fue el trabajo colectivo con el que se
concibió la Escuela. Cada comisión, luego de su debate, elegía
rotativamente a un compañero responsable de presentar un informe ante la
asamblea plenaria de cursantes sobre el debate producido, lo que
permitía reabrir el tratamiento de puntos poco aprendidos o matices no
expuestos. Este punto, planteando incluso la necesidad de dar mayor
tiempo y calidad -centrándose en los conceptos determinantes- fue una
nota común de los cursantes (éstos elaboraron, junto a su prueba final,
una evaluación del curso y de su propio desempeño en el mismo).
Punto de partida y punto de llegada
La escuela tuvo un punto de partida profundamente desigual y un punto
de llegada promisorio. Ninguno de los cursantes había participado alguna
vez de un curso sobre El capital y de esta intensidad. Los orígenes
fueron muy diversos: desde estudiantes universitarios, que habían
estudiado la obra como parte de la tarea académica -con todos los
límites del caso- hasta trabajadores que apenas habían escuchado el
significado de la palabra plusvalor hasta el momento del curso. Es
decir, no fue una escuela para gente que ya conocía el tema y venía con
un importante nivel de preparación ni un curso extenso que permitiese
concentrarse con más tiempo en algunas cuestiones claves de concepto.
Aún así, sin excepción, todos superaron notoriamente el punto de
partida y tienen el desafío de convertirse en propagandistas del
partido.
Tareas y perspectivas
Lo que viene es la continuidad de esta experiencia en las regionales,
dotarnos del mejor guión en base a observaciones compartidas y
publicarlo, junto a la indicación de la bibliografía que consideramos
obligatoria y optativa. Por otro lado, abocarnos a la preparación del
guión y bibliografía sobre la Revolución Rusa, el nuevo curso de la
Escuela de Cuadros previsto para diciembre -y preparatorio de la campaña
por los 100 años del primer Estado obrero en la historia de la
humanidad que ocupará todo el año 2017. En febrero se concretará la
tercera escala de esta Escuela: el curso sobre la historia política del
movimiento obrero argentino. El cierre del curso sobre El capital fue
tan sólo el fin del principio.
1. León Trotsky, “El pensamiento vivo de Marx”, prólogo al Resumen de El Capital de Otto Rulhe. Editorial Losada,
Buenos Aires, 1984.
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