27 de agosto de 2016
| Por Gabriel Solano
La marcha de la Resistencia convocada por Hebe de Bonafini y el
kirchnerismo terminó en una triste parodia. Sin la participación de los
organismos de derechos humanos históricos, la -pobre-concurrencia se
limitó al aparato camporista y a sus grupos satélites.
Hebe de Bonafini había dado por concluida las Marchas de la Resistencia
argumentando que con la llegada de los Kirchner al gobierno el
'enemigo' había dejado de estar en la Rosada. No le importó, claro, el
asesinato de Mariano Ferreyra, la represión a los Qom, a los movimientos
campesinos del noroeste y noreste del país, la condena a los obreros
petroleros de Las Heras, la desaparición de Julio López y varios etc.
El regreso de las marchas entrañó una paradoja: la consigna central fue
"Cristina conducción" a pesar de que la ex presidenta nunca fue a una
Marcha de la Resistencia, siendo que ésta se realiza desde 1981. La
"conductora" batió récords de ausentismo.
En la marcha faltó toda reivindicación referida a la lucha histórica de
los derechos humanos. Se trata de algo que no debiera sorprender.
Finalmente, el kirchnerismo aprobó la ley antiterrorista, le dió a Berni
el control represivo de las rutas del país y terminó sus días con
Milani como jefe máximo del Ejército, con el respaldo explícito de Hebe
de Bonafini.
El tenor de la movilización y los términos políticos de la convocatoria
dejan en ridículo a los grupos de izquierda que semanas atrás
participaron de la maniobra kirchnerista en Plaza de Mayo, con la excusa
de defender a Hebe de Bonafini. En esa oportunidad sólo el Partido
Obrero se negó a participar del circo montado con los Boudou, Moreno y
Aníbal Fernández.
La manipulación de una referencia simbólica de los derechos humanos
para traficar el "vamos a volver" pone en evidencia el método de
cooptación de las organizaciones populares que los K llevaron hasta sus
últimas consecuencias cuando fueron gobierno. El macrismo pretende
aprovechar esa malversación para desvirtuar las luchas sociales contra
el ajuste.
La defensa de los derechos humanos y de las libertades democráticas
plantea una delimitación tajante frente a ambos bloques políticos.
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