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martes, 14 de marzo de 2017

“¡Paro, paro, paro, paro general!”

9 de marzo de 2017 | #Prensa Obrera 1449 | Por Néstor Pitrola

Más que nunca, congreso de bases

Las movilizaciones de estos días iniciales de marzo marcan una nueva perspectiva en la situación política: la irrupción del movimiento obrero. En ella tenemos que poner todo nuestro foco.

Desde luego, la huelga nacional de 800 mil docentes y la movilización que reunió tal vez a 80 mil de ellos en todas las ciudades del país, es el fenómeno por excelencia. Demuestra que la masa de trabajadores del gremio más numeroso del país, está dispuesta a una lucha activa para ganar.

La movilización de gremios industriales, sin paro, convocó más de cien mil trabajadores que trascendieron los aparatos sindicales. Ni hablar de la columna del clasismo, convocada junto a los actores de la heroica ocupación de los gráficos de AGR-Clarín y sus mujeres. En ella, el Sindicato del Neumático (Sutna) movilizó a centenares de compañeros con abandono de tareas en los turnos mañana de las tres plantas. Fueron muchos también los ferroviarios de Oeste, el Sitraic, la AGD y otras delegaciones del clasismo y la izquierda.

La consigna “paro, paro, paro, paro general” dominó la tarde.
También en la columna del Suteba, por parte de los Multicolores.
Esa consigna, que llegó cantando el clasismo a la Plaza de Mayo, fue festejada por trabajadores bancarios a su paso y se extendió por toda la manifestación, de la mano, incluso, de diversos sectores convocados por la propia burocracia sindical. Una columna de aceiteros llegó al palco y contagió cantando: “ponele fecha la puta que te parió”. El triunvirato se fue abucheado.

La cobardía de no fijar la fecha era número puesto a la silbatina. Pero, más allá del furcio mortal de Daer, que prometió un paro “antes de fin de año”, obedeció a razones muy profundas.

El triunvirato evitó fijar la fecha en caliente. Prefirió la humillación ante las provocaciones de un debilitado gobierno de Mauricio Macri, y la silbatina de los propios manifestantes, antes que convocar a un paro inmediato y al servicio de la ocupación de AGR, de la pueblada de Baradero contra los cierres de industrias, de las duras luchas petroleras y, por sobre todo, de la huelga docente.

El paro, si llega, será para descomprimir. Lejos de las grandes batallas del momento. Buscando eludir el giro violento en el humor popular que puede llevar a dar vuelta por completo la taba de Macri, que pretende poner a los padres de los niños contra la huelga docente y a las clases medias contra el movimiento obrero.

El triunvirato le imploró un acuerdo a un gobierno que ha hecho de la ofensiva contra los trabajadores, su eje desesperado. Y que, bajo el fracaso de su política económica, encara un ajuste de las cuentas fiscales que lo llevó al decretazo contra los jubilados, a desconocer los acuerdos de cooptación con los grupos piqueteros de la concertación, a retrasar la devolución de fondos de las obras sociales, a anular el fondo compensador docente y a terminar con la paritaria nacional educativa.

Las voces devaluacionistas del frente empresarial, son un condimento clásico de las crisis. La burocracia ha oficiado de vocero de ese reclamo pero se cuida muy bien de no sacar los pies del plato y busca pactar con el gobierno. Entre tanto no se priva de terciar en la crisis del peronismo y sus aprestos electorales. Dicho de otro modo, la burocracia navega entre los Emilio Monzó, que piden gobierno con la pata peronista, los Urtubey, los Randazzo y los Massa, todos agentes de la patronal.

Esa perspectiva de derrota la comparten todas las fracciones del peronismo, incluso las más rabiosamente kirchneristas como Catalano de ATE Capital, que teorizó en un plenario contra las ocupaciones obreras de las fábricas que cierran, diciendo que la tarea es otra, el “cambio de modelo”. O sea, dejar pasar los despidos y cierres -como las fracciones del peronismo y Massa que viabilizaron las leyes del ajuste-, y después, pedir el voto para el “volveremos” o para “terminar con la grieta”. Las burocracias sindicales kirchneristas no escapan a esta lógica, como lo prueba la burocracia gráfica aislando AGR y garantizando que las revistas se hagan en otras plantas.

El gobierno Macri apuesta a una derrota del movimiento obrero como lo hizo Menem en los ’90, pero mucha agua pasó bajo el puente, en la experiencia y la memoria de la clase obrera. Ya nadie se traga el verso de la flexibilidad laboral como vía del crecimiento del empleo, sino todo lo contrario.

La izquierda tiene una oportunidad y una responsabilidad fundamental. Bregar por la victoria de la huelga docente, por la victoria de AGR Clarín y la ocupación de toda fábrica que cierre o despida. Empujar mandatos por el paro nacional y por un congreso de bases del movimiento obrero, que establezca un programa de salida a la crisis –estas son las tareas.

Fuente: http://www.po.org.ar/prensaObrera/1449/politicas/paro-paro-paro-paro-general-1

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Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

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