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martes, 31 de enero de 2017

La primera revolución obrera del siglo XX

26 de enero de 2017 | #Prensa Obrera 1445 | Por Christian Rath
 
Rusia 1905 -El gran laboratorio
 
El 9 de enero de 1905 (22 según nuestro calendario) fue domingo en Rusia. Ese día, una movilización obrera masiva -140.000 trabajadores, en su gran mayoría creyentes y súbditos de la Iglesia Ortodoxa, dirigidos por el cura Gapón-, confluyó en el Palacio de Invierno de San Petersburgo, donde se alojaba el zar. La movilización enarbolaba íconos y rogaba al zar que escuchara sus reclamos: amnistía, libertades públicas, jornada de ocho horas, salario normal -salario mínimo de un rublo por día-, entrega gradual de la tierra al pueblo, Asamblea Constituyente en base al sufragio universal e igual para todos. Ferozmente reprimida, no menos de mil obreros fueron asesinados y otros dos mil quedaron heridos. Fue el llamado Domingo Sangriento, inicio de la Revolución Rusa. Fue la primera revolución obrera del siglo XX, partera de los soviets e inmenso laboratorio de la experiencia victoriosa de 1917.

Desde varios años antes se habían sucedido huelgas y movilizaciones. Para encausarlas, un agente de la policía se lanzó a organizar a los obreros en sindicatos, planteando que el zar era su protector contra los patrones y el propio Estado. En 1903 estallaron huelgas masivas en la Rusia del sur. En febrero de 1904, el provocador, junto al cura Gapón, constituirá la Asociación de Trabajadores de Fábricas y Talleres. Es cuando el ministro del Interior del zar plantea la necesidad de “una pequeña guerra victoriosa para parar la revolución” (1), preámbulo de la guerra con Japón para disputar Corea y Manchuria. La guerra interrumpió las huelgas pero las derrotas en cadena del ejército ruso frente al japonés las reabrieron con más fuerza. En un artículo publicado en el periódico de los bolcheviques (Vperiod, Adelante) el primer día de 1905 Lenin adelanta la política de derrotismo revolucionario frente a la guerra. Refiriéndose a la derrota en Port Arthur, dirá: “no es el pueblo ruso, sino el absolutismo, quien ha sufrido una vergonzosa derrota. El pueblo ha salido ganando…” y anunciará la inminente “guerra del pueblo contra el absolutismo” (2). La guerra imperialista y su cruel descarga contra las masas fue, finalmente, el detonante del levantamiento popular.

Situación revolucionaria

El Domingo Sangriento produjo un enorme abismo político: millones de obreros y campesinos disiparon su confusión política en relación al zar, adquirieron una primera conciencia política y se convirtieron en protagonistas de una situación revolucionaria, Un reguero de huelgas se extendió a lo largo de toda Rusia, aunque concentradas en tres “capitales”: Petersburgo, Riga y Varsovia.

Frente a la Revolución hubo una divisoria entre mencheviques y bolcheviques. Aquellos plantearon que el partido no debía plantearse como objetivo la conquista del poder. El Congreso convocado por los bolcheviques ese año emitió una resolución según la cual correspondía “organizar al proletariado para la inmediata lucha contra la autocracia por medio de la insurrección armada” y por la constitución de un gobierno provisional revolucionario.

La Revolución Rusa de 1905 fue la primera revolución en la historia cuyo instrumento fue la huelga política de masas, con una potencia jamás vista: en un solo mes, enero de 1905, el número de huelguistas llegó a 440.000, más que en toda la década anterior. La clase obrera desplegó su experiencia y el aprendizaje de la propia lucha en una escala creciente. Hubo un entrelazamiento de huelgas políticas y económicas que jugó un papel determinante en la consistencia del movimiento: “si las amplias masas de explotados no hubieran visto ante sí ejemplos diarios de cómo los obreros asalariados de las diferentes ramas de la industria obligaban a los capitalistas a mejorar de un modo directo e inmediato su situación, no había sido posible…atraer…a dichas masas al movimiento revolucionario” (3). La acelerada experiencia política que vivió la clase obrera rusa en ese año crucial fusionó al movimiento obrero con la izquierda revolucionaria (socialdemocracia), y a los cuadros obreros con los militantes políticos.

En abril, en la ciudad “textil” de Ivanovo Voznesensk los obreros, con el auxilio de bolcheviques y mencheviques, constituyeron el primer consejo obrero -soviet- de la Revolución, que organizó una huelga de 72 horas y pasó a dirigir la ciudad. Los soviets se extendieron al resto de Rusia. Lenin planteó, con dudas (“quizás me equivoco”) la propuesta de que los soviets se declaren gobierno revolucionario provisional de toda Rusia, pero no consideró razonable que se le exija adoptar el programa del Partido Socialdemócrata ni que los bolcheviques entren en tal gobierno. El Partido debía impulsar una actividad de propaganda y agitación a favor del marxismo dentro del soviet (4).

La huelga general de octubre

En agosto, el zar planteó la constitución de una Duma (Parlamento) en base a un número insignificante de electores y con carácter consultivo. La llamada Duma de Bulygin no llegó a ser convocada, fue barrida por la huelga general de octubre, en la que fue determinante la paralización de los trenes y el papel del Soviet de Petersburgo. Este reunió 226 representantes de 96 fábricas y cinco sindicatos y nombró un comité de huelga, que llamó a elegir delegados en todas las fábricas, a razón de uno cada 500 trabajadores. Los bolcheviques lanzaron las consignas de “Abajo la Duma consultiva”, “Boicot a la Duma”, “Continuidad de la lucha revolucionaria para derrocar al gobierno”, “No es el Zar sino un gobierno provisional revolucionario quien debe convocar a la Duma”.

El zar retrocedió emitiendo una nueva ley electoral, que ampliaba el número de electores y reconocía el carácter legislativo de la Duma.

Octubre y diciembre son los meses que marcan el clímax de la revolución. Para una masa creciente de obreros estaba planteado conquistar la jornada de ocho horas por vía revolucionaria. Su grito de guerra en Petersburgo era Jornada de ocho horas y armas. Rusia era el escenario de un reguero de levantamientos campesinos, militares y nacionales. En ese período se conquistó la libertad de prensa, se abrieron las puertas de las universidades y circuló sin trabas la prensa revolucionaria. Una pequeña anécdota ilustra el momento: alumnos polacos quemaron todos los libros rusos y retratos del zar, expulsaron a los maestros y escolares rusos y, en el caso de los secundarios, reclamaron que todas las escuelas pasaran a depender del soviet de diputados obreros, que obreros y estudiantes tuvieran reuniones conjuntas y que los estudiantes pudieran llevar blusas rojas en los liceos como señal de adhesión a la futura república proletaria.

La Revolución de 1905 alcanzó su punto culminante con la insurrección obrera en Moscú, que se convirtió en una prueba de fuerza y fue finalmente derrotada, con más de 1.000 muertos. Al ser aplastada la insurrección de diciembre se inicia el descenso de la revolución” en la que -dirá Lenin- “faltó la organización de los obreros revolucionarios socialdemócratas que se hallaban bajo las armas; no supieron tomar la dirección en sus manos, ponerse a la cabeza del ejército revolucionario y pasar a la ofensiva contra el poder gubernamental” (3). Pesaron, además, los límites de la intervención campesina. La revolución proletaria fue derrotada -dirá Trotsky- “por las bayonetas del ejército campesino” (5).

Las tres concepciones

La experiencia de 1905 reabrió el debate sobre el propósito, la naturaleza, las tareas objetivas y el sujeto de la revolución.

Dos cuestiones habían quedado rotundamente en claro, Una, que la fuerza motriz de la revolución estaba en la clase obrera y sólo de modo intermitente en los campesinos (que también eran la base social del ejército). Dos, que el fracaso de sus logros provisionales -la Duma, la formación de partidos políticos, el reconocimiento de hecho de los sindicatos- se debía a la incapacidad de la burguesía, impotente no solo para hacer la revolución sino para conservar los frutos de una revolución hecha por otros.

De aquí surgían un conjunto de preguntas: ¿Cómo resolver el vacío creado por la incapacidad de la burguesía, lo que determinaba, a la luz de los hechos, que la Revolución Rusa no iba a ser una repetición de las revoluciones burguesas de la Europa Occidental, concebidas bajo la dirección de la burguesía liberal? ¿Cuál era el nuevo sujeto de la revolución, a la luz de esta constatación histórica? ¿Cuál era la relación entre su contenido social, democrático burgués si se considera que sus objetivos inmediatos eran la república democrática, la jornada de 8 horas y la confiscación de los latifundios -llevada a cabo por la revolución burguesa de Francia entre 1792 y 1793- o proletario, según su protagonista y sus medios de lucha?

Allí se planteó la colisión teórica entre la concepción de la Revolución Rusa como repetición de las revoluciones burguesas de Europa (mencheviques, Plejanov), la “dictadura democrática del proletariado y el campesinado” para hacerse cargo de las tareas democráticas hasta el final (Lenin) y la “dictadura del proletariado apoyada en el campesinado” para consumar la revolución democrática que, una vez en el poder, estará obligada a introducir medidas socialistas dando impulso a la revolución socialista mundial, única garantía de victoria completa para el socialismo. Una batalla teórica que continúa al día de hoy y que está concentrada en el texto de Trotsky Tres concepciones sobre la Revolución Rusa, escrita en 1939 como capítulo del libro sobre Stalin que no pudo completar (6).



Notas

1. Jean Jacques Marie, Lenin, ediciones POSI, Madrid, 2008.
2. S. y G. Walter, Lenin, Grijalbo, Barcelona, 1972.
3. Lenin, Obras Completas, T. XXIII, Cartago, Buenos Aires, 1957.
4. Ídem anterior, T. VIII.
5. León Trotsky, 1905: resultados y perspectivas, Ruedo Ibérico, Madrid, 1971.
6. León Trotsky, Writings 1939-40, Pathfinder, New York, Londres, Sidney, 1970.  






lunes, 30 de enero de 2017

Gómez Centurión es Macri

30 de enero de 2017 | Por Marcelo Ramal

Las declaraciones del restituido funcionario macrista Juan José Gómez Centurión sobre el número de desaparecidos de la dictadura –minimizándolo a 8.000- no dejan dudas. Si se tiene en cuenta que lo mismo señaló Darío Lopérfido meses atrás, sin que ello le valiera su salida del gobierno, y si se agregan las declaraciones del propio Macri sobre la “guerra sucia”, es claro que minimizar las consecuencias de la represión dictatorial constituye una política de Estado. Centurión, además, no es un advenedizo en el mundo del macrismo: como funcionario porteño, carga con el criminal incendio del galpón Iron Mountain, del que nunca pudo rendir cuentas en la Legislatura. A pesar de ello, Macri le dio la gestión de la Aduana, donde terminó sostenido a pesar de las graves denuncias en su contra. Centurión, como Arribas, es Macri.

En sus declaraciones, Centurión rechazó también que la represión videliana formara parte de un plan genocida algo que no debería sorprender, si se tiene en cuenta que formó parte de la rebelión carapintada que le arrancó el punto final y la obediencia debida a los partidos que gobiernan la Argentina desde 1983 hasta hoy. La tentativa de reinstaurar el protagonismo político de las Fuerzas Armadas, de todos modos, tiene sus antecedentes en el nombramiento de un espía y partícipe del genocidio, César Milani, bajo el kirchnerismo.

Las declaraciones del ex carapintada se producen después de que Macri intentara transformar en un feriado móvil al 24 de marzo, lo que finalmente desechó en nombre de la 'unión de los argentinos', o sea, en función de evitar una deliberación política respecto del genocidio dictatorial.

La negación del genocidio como política de Estado es inseparable del reforzamiento represivo que el macrismo y sus cómplices provinciales –incluyendo a massistas y peronistas- están emprendiendo, como se vio en la salvaje escalada contra los mapuche, en la reciente represión a los obreros de AGR-Clarín, y en la tentativa de criminalización a los inmigrantes y a la juventud.

El reclamo urgente para que se vaya Gómez Centurión debe ser parte de una lucha general contra el gobierno ajustador y represivo que encabeza Mauricio Macri, y no para “preservar” a un gobierno de quien, a todas luces, no dijo un exabrupto, sino una posición oficial.


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Las declaraciones de Gómez Centurión apuntan a la libertad de los genocidas

Fuente: http://www.po.org.ar/prensaObrera/online/politicas/gomez-centurion-es-macri 

Un discurso para nada "renovado"

26 de enero de 2017 | #Prensa Obrera 1445 | Por Eduardo Salas


Acerca de un video del PTS

"El desafío de seguir renovando y fortaleciendo al FIT en Córdoba, como lo hicimos en todo el país”. Con este lema, el PTS lanzó un video con la presencia de Del Caño y referentes cordobeses. Al margen de otras implicancias hay que señalar que, por lo que se ve en el video, lo de la renovación no corre para el PTS de Córdoba: los referentes promocionados son históricos y reiterados candidatos, incluida una legisladora que ya lleva dos años en la Cámara.

Con el video el PTS le asigna al FIT como principal tarea, tal como Del Caño planteó en Atlanta, ir por más diputados, o sea el proceso electoral.


El año ha comenzado con ataques frontales a los trabajadores; y que se corporizaron hasta ahora en el convenio petrolero, en el lock-out del Grupo Clarín, en los despidos -que, en nuestra provincia, tienen como principales destinatarios a los trabajadores de la industria metalmecánica. A esto se suman los golpes al salario y la economía de las familias obreras con los continuos tarifazos y la inflación.

Todos estos ataques no han frenado la crisis del gobierno, que encuentra su expresión en los cambios de gabinete. Tal como señala Marcelo Ramal en Prensa Obrera N° 1444: “En cualquier caso, tenemos trazado desde el vamos un 2017 de grandes enfrentamientos, luchas y desenlaces de las contradicciones explosivas que están en curso”.

De esta caracterización, se desprenden las tareas que debe abordar la izquierda incluido el propio proceso electoral: “Es todo un señalamiento para el Frente de Izquierda: la campaña electoral no será el devenir pacífico de las tendencias políticas preexistentes, sino que estará surcada por este cuadro convulsivo. Esta situación de conjunto debe colocar a la izquierda protagonizando la oposición a la escalada antiobrera, comenzando, naturalmente, con la organización obrera en defensa de los convenios y contra los despidos, en la perspectiva de la ocupación de las fábricas que despidan o suspendan, y de un plan de lucha contra la ofensiva oficial. Por medio de una intensa agitación política, es necesario denunciar la impotencia de los planes capitalistas de cara a una bancarrota internacional extendida y convocar a los trabajadores a organizarse en torno de un programa y de una salida de poder propios” (ídem).

El temprano video del PTS con su “desafío a seguir renovando y fortaleciendo” no sólo es de un grosero electoralismo, sino que está centrado en la lucha hacia adentro del Frente de Izquierda, hacia la “interna”. No prepara a los trabajadores para enfrentar los ataques, organizar la lucha, recuperar los sindicatos y aprovechar la crisis capitalista y de gobierno en la perspectiva de una salida de poder propia, sino que los quiere meter en un debate faccional dentro del FIT. Para decirlo en otras palabras, el PTS “le perdona la vida” al régimen capitalista para llamar la atención de los trabajadores en una supuesta (y falsa) renovación.

Faccionalismo

El video adelanta, como lo interpretó un medio de prensa, una temprana campaña hacia las Paso. Es la respuesta a los planteos efectuados en Atlanta, tanto por nuestro compañero Pitrola como por Giordano de IS, en el sentido de ir a las elecciones con listas únicas para concentrar nuestra campaña en la denuncia a los capitalistas y sus partidos y colocando al FIT como una alternativa.
El PTS repite el slogan de “renovar y fortalecer”; el apresuramiento en Córdoba no es casual, es de los distritos importantes, junto a CABA y Provincia de Buenos Aires, donde el PTS perdió la interna.

La renovación, que no llega a los candidatos, tampoco alcanza a las ideas. El PTS, con un espíritu conservador, se aferra a lo que le dio resultado hace dos años.

El faccionalismo coloca los intereses de un aparato sobre las necesidades políticas de las masas; el lema central del PTS en Córdoba es: “Desplacemos a Olivero y Salas de la cabecera de la lista de candidatos”. ¿Es eso lo que requieren los obreros víctimas de la debacle industrial?, ¿responde a las necesidades de las mujeres que cada vez en mayor medida son víctimas de la violencia?, o ¿a las del 40% de trabajadores en negro o precarizados?, ¿ o a la lucha en defensa del bosque nativo que tuvo a los “históricos” del FIT a la cabeza? Evidentemente no. Solo responde al interés de un aparato, el del PTS.

La campaña del PTS y su faccionalismo, mirados con mayor rigor, son un servicio a las variantes patronales, que pretenden disimular su política capitalista explotando el sentimiento adverso a los políticos y a sus partidos (es decir, a ellos mismos) reciclando cada tanto a sus desprestigiados personeros. Impide que los trabajadores aborden la lucha política teniendo como eje los intereses de clase, y no las formas, como remedio a los males del régimen político.

¿Fortalecer? ¡Las pelotas!

Después de las PASO de 2015, y desde la asunción de Macri, la política del PTS puso en peligro al FIT, por hacer algo que de nuevo no tiene nada para la izquierda latinoamericana: el seguidismo al nacionalismo burgués. Con esa orientación rompieron el acto del 1º de Mayo, con la misma apoyaron proyectos del kirchnerismo en el Congreso y se florearon con lo peor de los K (Rossi, Tomada, D´Elia, Aníbal Fernández, etc.) colocándolos como única vía para reclamar la libertad de Milagro Sala o contra el atropello a Hebe Bonafini. El seguidismo los llevó a romper las listas del FIT en la Universidad de La Plata para ir con los K vergonzantes.

La lucha por colocar al FIT como una alternativa política (incluso en lo electoral), como un polo de reagrupamiento de los explotados, requiere de una estrategia de independencia política y de una agitación concentrada en la lucha contra el gobierno y los ajustadores. Ahí están los desafíos. El faccionalismo electorero encubre una incomprensión respecto de esta cuestión crucial,y, en última instancia, un escepticismo de fondo respecto de las posibilidades de la izquierda revolucionaria como alternativa de poder.


Fuente:http://www.po.org.ar/prensaObrera/1445/politicas/un-discurso-para-nada-renovado

domingo, 29 de enero de 2017

AGR y la libertad de expresión

26 de enero de 2017 | #Prensa Obrera 1445 | Por Marcelo Ramal

La lucha de los obreros de AGR ha dejado una nueva y poderosa lección en el debate de estos años respecto de los monopolios mediáticos y la libertad de expresión.

La ley de medios kirchnerista había prometido una “pluralidad de voces” que tuvo una sola y conocida consecuencia: al monopolio Clarín, la política oficial le opuso el crecimiento de algunos monopolios empresarios afines a los K, los cuales se expandieron con los generosos recursos de la pauta oficial y otras maniobras para facilitar procesos de concentración. A esa fragmentación entre corpos y “Korpos”, el kirchnerismo la presentó como la consumación de la pluralidad de voces. Hoy, las regulaciones kirchneristas –que nunca pasaron de un arbitraje entre pulpos- han sido mandadas al canasto. Pero quedaron algunos de los pulpos mediáticos que crecieron al calor de su gobierno. ¿Cómo actuaron en medio de la huelga de AGR?

A la censura previsible del grupo Clarín se sumó el silencio cabal y completo de los medios controlados por Cristóbal López, y la tímida –y burocrática- cobertura de otros, como Página 12. Esa mordaza sólo fue parcialmente superada por algunos periodistas que cuentan con producción propia, y que difundieron la huelga o la represión a la planta en sus programas. O por los trabajadores de prensa que presionaron encarnizadamente para que la noticia de la ocupación de AGR se divulgara. En “La Nación”, la decisión de la patronal de “deslinkear” una nota sobre el conflicto produjo una virtual rebelión en su redacción, que mucho de sus periodistas expresaron en las redes sociales. En Clarín, la comisión interna difundió, también por las redes, un comunicado que desenmascara y ridiculiza la “nota” que la patronal del diario publicó sobre la ocupación de AGR. En el caso de Tiempo Argentino, el diario recuperado por sus trabajadores le dio una amplia cobertura al conflicto, tanto en la edición impresa como en la web.De un modo general, la explosión del conflicto en las redes expresó la conmoción que produjo la lucha entre los trabajadores y la juventud. La campaña por las redes -que tuvo como puntal al equipo de “Prensa Obrera” digital- quebró en buena medida el cerco mediático de los pulpos.

El conflicto de AGR volvió a borrar la división entre medios macristas o prokirchneristas: por encima de ello, primó la solidaridad de clase frente a la irrupción obrera en defensa del derecho al trabajo y de sus conquistas laborales. En definitiva, unos y otros practican la precarización laboral y una política de despidos –masivos o selectivos- como telón de fondo de sus “reestructuraciones” o vaciamientos.

Como nunca, la supuesta pluralidad de voces se reveló como un mito. Los paladines de la libertad de expresión ejercieron la más brutal de las censuras. Y la batalla por el derecho a informar estuvo en manos de los trabajadores y de quienes los apoyan. La libertad de prensa volvió a mostrarse antagónica con el monopolio capitalista de los medios. El acceso irrestricto a la información y al conocimiento exige terminar con la tiranía de los pulpos, y la entrega de los medios y recursos tecnológicos a las organizaciones obreras y populares.
 
Fuente: http://www.po.org.ar/prensaObrera/1445/sindicales/agr-y-la-libertad-de-expresion

sábado, 28 de enero de 2017

Se viralizó "Soy yo, Magnetto, pelotudo", el video en apoyo a los obreros de AGR-Clarín

27 de enero de 2017 | Por Corresponsal


La pelea que libran los trabajadores de AGR-Clarín, contra el lock out patronal y los 380 despidos, ha encontrado un gran apoyo en las redes sociales que está caracterizado por su originalidad. En esta oportunidad, se trata de un video que emula una conversación de whatsapp entre el patrón Héctor Magnetto, Mauricio Macri, y Jorge Triaca, el ministro de Trabajo, parodiándolos y cerrando con un llamado a apoyar a los gráficos. La charla paródica se inspira en el audio filtrado días atrás de un intercambio telefónico de CFK con Oscar Parrilli, que incluía la memorable línea de diálogo "Soy yo, Cristina, pelotudo". 







El bloqueo mediático que sufre la lucha, por la "solidaridad empresaria" entre las patronales de los medios de comunicación, ha sido un aliciente adicional para buscar nuevas formas de difundir la causa de los trabajadores. Días atrás, un video que trazaba un paralelo entre una escena huelguística de Los Simpson y la lucha de los gráficos fue furor en las redes.




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Inspirado en célebre escena de Los Simpson, un video en apoyo a la lucha de AGR-Clarín se vuelve viral

Fuente: http://www.po.org.ar/prensaObrera/online/sindicales/se-viralizo-soy-yo-magnetto-pelotudo-el-video-en-apoyo-a-los-obreros-de-agr-clarin

Si ganan los trabajadores de AGR Clarín ganamos todos

26 de enero de 2017 | #Prensa Obrera 1445 | Por Partido Obrero

Por la ocupación de toda fábrica que cierre o despida

La ocupación obrera de la gráfica AGR Clarín, con su comisión interna clasista a la cabeza, es al mismo tiempo un síntoma político y un camino a seguir.

Demuestra que la clase obrera tiene reservas para enfrentar la ofensiva antilaboral del gobierno y las patronales, que buscan un retroceso histórico en las conquistas de los trabajadores.

La ocupación de AGR golpea la tregua de la CGT con el gobierno.


Mientras la burocracia sindical acepta una reforma que agravará los accidentes laborales y la precarización, las patronales responden con el despido de miles de trabajadores en todo el país.

Una cosa no está separada de la otra: a más flexibilidad laboral, más despidos, porque serán necesarios menos trabajadores.

Mientras tanto, la misma clase patronal que promete “nuevos empleos” basura, sigue fugando capitales del país.

A la luz de esta realidad ¡la ocupación de AGR abre un camino a todos los trabajadores!

Un camino contra los despidos masivos y la precarización laboral.

Y para defender el salario y las jubilaciones, frente a la carestía creciente y los tarifazos.

Apoyemos con todo la lucha de AGR. El objetivo es la reapertura y la reicorporación total. Si ganan los gráficos de Clarín, le habremos asestado un golpe monumental a la política antiobrera y ajustadora de Macri y los gobernadores.


viernes, 27 de enero de 2017

Auschwitz: la herida abierta de la historia

27 de enero de 2017 | Por Savas Michael Matsas, dirigente del Partido Revolucionario de los Trabajadores de Grecia (EEK)

En el 72° aniversario de la liberación del campo de concentración nazi, compartimos artículo publicado en Prensa Obrera n° 886 (10/2/2005)

La hipocresía es la marca de una clase gobernante decadente: no es sólo la manifestación de su depravación moral sino por sobre todo una expresión de su necesidad de tapar la verdad acerca de su rol en la historia, y ahora de su propio deterioro y caída en la barbarie.

El desfile de los carniceros


No hubo espectáculo más obsceno de la hipocresía imperialista que el ‘show’ montado por los gobernantes del mundo capitalista actual para “celebrar” los 60 años de la liberación de los prisioneros del campo de concentración de Auschwitz por las tropas de avanzada del Ejército Rojo.

Hay tres razones principales para hablar y denunciar sus hipocresías.

Primero, fue completamente hipócrita ver un desfile de carniceros que rinden homenaje a las víctimas inocentes del peor genocidio que jamás haya ocurrido: Bush, el carnicero del pueblo afgano e iraquí; Blair, su cómplice criminal; Chirac, la cabeza del Estado imperialista francés, responsable del genocidio del pueblo de Ruanda y de las masivas masacres en Africa, desde Argelia hasta Costa de Marfil; Schröeder, cabeza del Estado alemán, que a pesar de toda la denuncia del nazismo y las lágrimas de cocodrilo por sus víctimas, participó con entusiasmo en el bárbaro bombardeo y pulverización de Yugoslavia; Putin, el carnicero de los chechenos; Sharon y el Estado sionista, que asesinaron en masa al pueblo palestino, para “prevenir un nuevo Holocausto”… La lista de los criminales puede ser completada con los nombres de todos los gobernantes de los países capitalistas.

Segundo, todos esos hipócritas representan a las llamadas “democracias occidentales”, las cuales antes y después de la Segunda Guerra Mundial nunca hicieron nada por ayudar a las víctimas, a pesar de que todos ellos sabían de las persecuciones en masa y la exterminación de los judíos por los nazis, y todos ellos conocían el funcionamiento de los campos de concentración. Los países capitalistas “democráticos”, incluyendo los EEUU, rehusaron abrir sus fronteras a los judíos perseguidos. Winston Churchill, el archiimperialista y notorio antisemita, se rehusó incluso a bombardear y destruir la red de vías del ferrocarril que llevaba a millones de deportados desde toda Europa a Auschwitz. Sólo la gente común y sobre todo los guerrilleros comunistas de la resistencia antifascista dieron protección y ayuda a los inocentes en sus horas más terribles.

Tercero, es un show repulsivo ver la hipocresía de los gobernantes de un sistema social que, en su crisis y decadencia, produjo Auschwitz (y que nunca ha dejado de crear campos de concentración), rendir tributo a aquellos que perdieron sus vidas, sus seres queridos y su humanidad en ese campo de concentración.

La cultura del imperialismo

El nazismo y su barbarie fue el horrendo precio que la humanidad ha pagado por las derrotas de la revolución socialista mundial, luego de su comienzo en Rusia en octubre de 1917, y el retraso en poner un fin revolucionario a la declinación histórica del sistema de relaciones sociales aún dominante, el capitalismo imperialista.

Como escribió León Trotsky, “el fascismo es la destilación químicamente pura de la cultura del imperialismo…”. Hitler, “este alemán epiléptico con una máquina de calcular en su cráneo y un poder ilimitado en sus manos, no cayó del cielo o vino del infierno: él es nada menos que la personificación de todas las fuerzas destructivas del imperialismo (…). A través de Hitler, el mundo capitalista, llevado a la desesperación por su propia impasse, comenzó a hundir una filosa daga en sus propias entrañas” (Manifiesto de la Cuarta Internacional, mayo de 1940).

Para ponerlo en los términos de la trágica dialéctica de nuestra época, Auschwitz es la unidad de lo universal y de lo particular: lo universal es la histórica decadencia del capitalismo, lo particular es la Cuestión Judía. En los campos de concentración, naturalmente, junto con los judíos fueron exterminados millones de gitanos, otras minorías étnicas, rusos, prisioneros políticos, ante todo comunistas y otros izquierdistas (incluyendo trotskistas), homosexuales… Pero la infame “Solución Final del Problema Judío” es el carácter distintivo predominante del “universo de concentración ario”. Auschwitz, separado de la línea del genocidio del pueblo judío, se reduce a una generalidad falsa, abstracta, cuando no a una provocación “negacionista”.

Pero la peculiaridad histórica, la particularidad de la Cuestión Judía, es precisamente su universalidad: los judíos, como grupo étnico-religioso distintivo, emergieron a través de los dolores del parto de la sociedad de clases, vivieron y se desarrollaron en los poros de esa sociedad y sufrieron persecución bajo los distintos modos de producción y de regímenes políticos. Cuando la sociedad de clases alcanzó su forma antagónica última, el capitalismo, y esta forma histórica entró en su época de declinación, la sociedad de clases en su conjunto comenzó a decaer y comenzó la transición hacia una sociedad sin clases a través de la revolución mundial. Las complejidades de esa transición y sus retrocesos e impasses temporarios produjeron condiciones donde la sociedad de clases trata, como dijo Trotsky, de “expulsar a los judíos de sus poros”.

El antisemitismo es un fenómeno laico y moderno, no una continuación lineal de la vieja judeofobia de la Edad Media. Auschwitz dio un golpe mortal a la ilusión que se esparció después de la revolución burguesa francesa de que la Cuestión Judía sería resuelta otorgando derechos civiles a los judíos y a través de su asimilación pacífica en el entorno burgués. No hubo país europeo donde los judíos estuvieran más asimilados que en la Alemania pre nazi.

Esto acabó en los crematorios.

De la Shoa a la Nakbah

Los judíos y los palestinos todavía están pagando el precio de otra ilusión esparcida por el imperialismo: la mentira del sionismo de que la creación de un Estado nacional judío resolverá el problema. El sionismo no lo ha resuelto sino que lo ha exacerbado enormemente. Estableció un ghetto militarizado como un bastión del imperialismo en Medio Oriente, extendiendo e incrementando el antisemitismo por todas partes, mientras, al mismo tiempo, expropia íntegramente a una nacionalidad oprimida, la de los árabes palestinos, de sus derechos nacionales y de su tierra. En árabe, “Nakbah” significa nada menos que “destrucción” –lo mismo que en hebreo “Shoa”–. Una tragedia ha seguido a la otra y los culpables de ambas, los imperialistas, tratan de justificar la segunda, la catástrofe palestina, por su predecesora, la catástrofe judía.

El sionismo ha fracasado totalmente. El antisemitismo está avanzando nuevamente, particularmente en Europa, y tal como Philip Roth lo ha mostrado admirablemente en su libro Complot contra América , los EEUU no son tampoco inmunes –al contrario–. El uso cínico del “Holocausto” (¡es completamente bizarro dar el nombre de un sacrificio religioso a un genocidio!) como una extorsión moral, especialmente a los judíos del mundo, para encubrir a Sharon y al sionismo, es escandaloso. Sólo puede ayudar a los negacionistas y a todos los propagandistas antisemitas.

La Shoa, seguido de la Nakbah, ha probado definitivamente la corrección de las advertencias de Marx y de muchos marxistas, particularmente Trotsky: ni la asimilación a la sociedad burguesa ni el sionismo, sino la emancipación universal a través de la revolución socialista mundial, es capaz de poner fin a la persecución de los judíos mediante el derrocamiento del sistema de relaciones que dio a luz las monstruosidades como Auschwitz.

Los campos después de Auschwitz

Auschwitz permanece como una herida histórica abierta: para cerrarla se plantea como mínimo la transformación del mundo.

Cuando el Ejército Rojo entró en Auschwitz el 27 de enero de 1945 todos gritaron: ¡nunca más! No más campos de concentración. Pero en el mismo año, en 1945, el imperialismo británico estableció campos de concentración en Malasia contra la insurgencia anticolonial (funcionaron hasta 1960), así como en El Dhabah, en Egipto, para los guerrilleros izquierdistas griegos. Durante la guerra civil griega y aún décadas después, desde 1947 hasta 1974, cuando colapsó la dictadura militar, con algunos cortos intervalos, funcionaron campos para prisioneros políticos en Grecia. El programa británico de campos para el pueblo malasio continuó mediante el “Programa Estratégico para Villorios” de los EEUU, en Vietnam, después de 1962.

Hoy, el horrendo campo de concentración en la bahía de Guantánamo, así como la pesadilla de Abu Ghraib en la ocupada Bagdad, o más recientemente las revelaciones de atrocidades similares británicas en Basora, en Irak, demuestran sin ninguna duda que Auschwitz, a pesar de su carácter único, no pertenece al pasado.

El pensador italiano Giorgio Agamben, cuyo trabajo está centrado principalmente en la histórica experiencia de Auschwitz, escribió que el ‘lager’, el campo de concentración, es “la ley de la modernidad”. Es falso. En realidad, el lager es la ley de la crisis de la modernidad bajo el capitalismo en declinación. No existe en absoluto en la época moderna, por ejemplo en las primeras etapas de la sociedad burguesa. A pesar de todo el terrible sufrimiento ligado a la expulsión en masa de los judíos de la Península Ibérica en 1492, bajo la monarquía de Fernando e Isabel, incluso la “Santa Inquisición” no fue capaz de establecer el infierno tecnocrático de los campos de muerte de los nazis.

La desintegración de la dominación burguesa

Los campos de concentración son producto de la época imperialista. Como nuevamente escribe Agamben, primero, los colonialistas hispanos establecieron los campos de concentraciones en Cuba, en 1896, contra la rebelión anticolonial del pueblo cubano. Los siguió el imperialismo británico, estableciendo campos –con ese nombre precisamente– en Sudáfrica, durante la guerra de los Boers, nuevamente en un contexto colonial. En la propia Alemania, antes de los nazis, en los años ’20, bajo el SPD (Partido Social Demócrata), los polacos judíos que venían de sus ‘ghettos’ como inmigrantes fueron internados en campos de concentración (no muy diferentes hoy para los inmigrantes sin papeles en Francia, Italia, España, Grecia, etc.). En todos esos casos, el establecimiento de ‘lagers’ fue legalizado en nombre de un “estado de emergencia” causado por una rebelión colonial, inmigración en masa “ilegal”, “actividades terroristas”, etc... Las razones dadas fueron las “condiciones excepcionales”, las cuales, como dijo correctamente Walter Benjamín en 1940, se transformaron “de una excepción, en una regla” en la época imperialista. Con cada profundización importante de la crisis capitalista y la agudización de los conflictos nacionales y sociales, se introduce la tendencia a medidas de represión excepcionales y nuevas formas de internación y control de las poblaciones en agitación.

Este permanente “estado de emergencia”, el cual es declarado hoy por el imperialismo norteamericano y sus cómplices en nombre de la “guerra contra el terrorismo”, no es una nueva forma de gobernabilidad sino la decadencia de la vieja, la descomposición de la democracia burguesa, tanto en las metrópolis como en la periferia. Guantánamo, Abu Ghraib, Acta Patriótica I y II en EEUU, legislación similar “antiterrorista” y métodos de Estado policial en otros países: esta es la “libertad” que George W. Bush ha prometido a la humanidad en su discurso de inauguración de su segundo mandato, en enero de 2005. Con un cinismo similar, los nazis grabaron en la portada de Auschwitz las infames palabras Arbeit macht frei (El trabajo libera).

La IV Internacional

Pero hay ahora una enorme diferencia histórica con los tiempos de Hitler y sus ‘lagers’: los nazis habían aplastado las organizaciones de masas de los trabajadores y se apoyaron en la más grande derrota de la clase obrera en la historia. Sin esta derrota –y el rol de traición del estalinismo– Auschwitz sería imposible. Hoy, la crisis sistémica del mundo capitalista es más profunda. El estalinismo ha colapsado. La clase obrera en los países capitalistas no está derrotada. Los pueblos oprimidos, a pesar de sus enormes sufrimientos, propician nuevos golpes al imperialismo: ¡el pueblo iraquí prepara un nuevo Vietnam a los yanquis!

Cuando era la “medianoche en el siglo”, como escribió Víctor Serge, y el nazismo y el estalinismo eran todopoderosos, en el período en que los campos de concentración habían comenzado su trabajo infernal, fue fundada, contra la corriente, la Cuarta Internacional.

Ahora, en condiciones totalmente nuevas, una refundada Cuarta Internacional tendrá el potencial y el deber de conducir la lucha para liberar a la humanidad de la barbarie capitalista, de las amenazas y las pesadillas de los Campos, así como también del sistema que los generó.


Fuente: http://www.po.org.ar/prensaObrera/online/aniversarios/auschwitz-la-herida-abierta-de-la-historia

La lucha de AGR, en el corazón de la situación política

26 de enero de 2017 | #Prensa Obrera 1445 | Por Marcelo Ramal

El ninguneo de la ‘gran’ prensa sobre la ocupación de AGR no ha podido impedir que esta gesta obrera ocupe un lugar crucial en el escenario político.

La ocupación de AGR ocurre cuando el gobierno se encuentra empeñado en una escalada de gran alcance contra la clase obrera. Después de haber empeñado todos los recursos del fisco para rescatar al capital; después de elevar la deuda pública en casi 50.000 millones de dólares, el gobierno sólo puede ofrecer como resultado un empantanamiento económico persistente -incluso el FMI le bajó los pronósticos de crecimiento para 2017, el cual no alcanzaría para compensar la declinación del año que pasó. En medio de este empantamiento, Macri busca renovar el apoyo de todas las fracciones capitalistas prometiéndoles un ataque estratégico a las conquistas de la clase obrera. Mientras los obreros de AGR cumplían su primera semana de ocupación, Macri anunciaba por decreto el cambio en el régimen de riesgos de trabajo, para virtualmente liquidar el derecho del trabajador a recurrir a la justicia laboral. El gobierno decidió imponer esta medida antiobrera con un “decretazo”, el cual, de todos modos, tendrá que someterse al veredicto de una comisión de parlamentarios oficialistas y opositores. El decretazo es un emplazamiento de Macri a pejotistas y massistas de cara a un reclamo estratégico de la gran patronal industrial. El gobierno confía -o descuenta- el apoyo de los senadores del PJ y el FPV que ya votaron en la Cámara Alta esta iniciativa antiobrera, junto con el aval del triunvirato de la CGT. El massismo, que ha criticado “la forma” (el decretazo), apoya sin embargo el “fondo”, o sea, la pretensión capitalista de reducir los costos laborales a costa de la seguridad en el trabajo. Como ya ocurriera con Ganancias y la ley “antidespidos”, el episodio de las ART volverá a demostrar la completa inconsistencia de la demagogia “social” de los opositores, cuando lo que está en juego es la agenda de la gran burguesía.

Triunvirato

La CGT, que ya dio su aval en la cuestión de las ART, discute con el gobierno un paquete laboral en torno de la supuesta “creación de nuevo empleo” -entre otras medidas, un blanqueo laboral ampliamente generoso para las patronales, el retorno de un régimen de pasantías y la aplicación de los planes sociales a cuenta del salario. Los dirigentes sindicales ‘lamentan’ que estas iniciativas “pro empleo” se produzcan en medio de despidos masivos, como ocurrió en Alpargatas San Luis, Sierra Grande, Banghó o AGR Clarín. Ello como si la política oficial no procurara otra cosa que bajar el costo del despido -lo mismo que buscaron todas las ‘reformas laborales’ en la Argentina y en el mundo. La montaña de subsidios previstos para los “nuevos” empleos servirán para que las patronales financien despidos encubiertos, bajo la forma de retiros voluntarios. La burocracia condiciona el apoyo a estos planes a que el “plantel total de trabajadores no decaiga o se eleve”, algo que no impide el relevo de unos trabajadores por otros. Ese es el meollo del conflicto de AGR, donde la patronal que despide aspira a reabrir el taller con trabajadores precarizados. En relación a las pasantías, la burocracia no cuestiona su utilización como variante disimulada de trabajo precario -sólo condiciona su aceptación a la afiliación sindical de los pasantes, o sea, a reforzar sus cajas. El triunvirato cegetista ha prolongado su tregua con el gobierno en aras de este plan laboral fraudulento, mientras los despidos masivos desfilan ante sus narices.

AGR

Es en este cuadro que el conflicto de AGR ha sacudido la estantería de la tregua, en primer lugar, por sus métodos de lucha. A la decisión despótica de la patronal de AGR contra el derecho al trabajo, sus trabajadores le opusieron la determinación colectiva de ocupar la planta, hasta que se retrotraigan los despidos. Esta decisión ha provocado una conmoción en el movimiento obrero, obligando, en primer lugar, al sindicato gráfico a convocar a un paro general. Es la ocupación, también, la que ha forzado a una burocracia apoltronada en la tregua a recibir a los huelguistas, que exigieron medidas de apoyo y el paro general de cara al conflicto y a la oleada general de despidos. Los trabajadores de AGR han hecho de la ocupación de su fábrica una gran palanca sobre los sindicatos obreros, para movilizarlos en torno de una lucha estratégica. Al mismo tiempo, le han ofrecido a toda la clase obrera un gran planteo -la ocupación de toda fábrica que cierre o despida. Redoblemos la campaña en apoyo a AGR en todos los sindicatos y organizaciones populares; reforcemos su fondo de huelga, los piquetes y bloqueos. La remachada oposición de la CGT a un paro general puede resultar un búmeran que haga madurar por abajo un movimiento de conjunto. Un anticipo de ello son los pronunciamiento de las CGT de varias provincias en favor de los obreros de AGR. Es necesario denunciar a fondo la complicidad antiobrera del gobierno y su Ministerio de Trabajo, que renuncian a intervenir en el conflicto a pesar de que los despidos masivos de la patronal ni siquiera se avienen a los procedimientos legales en materia de “crisis” o supuestas “pérdidas” alegadas por la patronal. El gobierno macrista apunta a convertir al país en una gran AGR. Por eso, una victoria de sus obreros no sólo golpearía los planes precarizadores de Clarín, sino también al corazón de la política oficial, cuyo único denominador común es impulsar una regresión histórica en las conquistas de la clase obrera argentina.


Foto Fede Imas

Fuente: http://www.po.org.ar/prensaObrera/1445/politicas/la-lucha-de-agr-en-el-corazon-de-la-situacion-politica

jueves, 26 de enero de 2017

AGR Clarín: La ocupación en una nueva etapa

26 de enero de 2017 | #Prensa Obrera 1445 | Por Néstor Pitrola


Los gráficos de AGR Clarín han puesto en la agenda del movimiento obrero la ocupación de fábrica ante los despidos masivos y cierres de empresas. En 2016 se produjeron más de 5000 cierres, con más de 200 mil despidos. Es de hacer notar que poco antes, los investigadores del Conicet echaron mano de este método y, en las últimas horas, los metalúrgicos de Banghó también, aunque tarde, como resultado de la oposición de la UOM. Cuando entraron ya no había ni una máquina.

A las cuatro de la tarde del primer día de ocupación de AGR, ya se realizaba un enorme acto de solidaridad en la puerta de la fábrica con decenas de oradores de otras tantas organizaciones. A las 48 horas de ocupación, tras enorme tensión y hasta represión, el operativo “desalojo directo” era derrotado y la policía de Bullrich se replegaba. Primera gran victoria obrera.

Esa batalla ganada -y la propia ocupación- fueron posibles por la preparación sindical y política del colectivo de AGR con su cuerpo de delegados a la cabeza. Con la lucha contra los retiros voluntarios que suelen preceder a grandes golpes (por ejemplo Lear, o la propia redacción de Clarín), con la denuncia de los objetivos flexibilizadores y con la vigilia final en el fin de semana previo, alertando sobre lo que finalmente ocurrió. La dirección clasista preparó las condiciones para una lucha decidida.

La consigna de ocupación de toda fábrica que cierre la inscribimos en una movilización conjunta de la CSC y la CTA, de manera preparatoria, en diciembre de 2014. La practicó Interpack I por la efectivización de contratados durante ocho días en 2007 y hoy, AGR Clarín. La Naranja Gráfica, ha mostrado que no es sólo un grito en la garganta de la totalidad de la planta de Pompeya, sino una tradición y una política de organización de clase de los trabajadores gráficos.

Dos políticas

La cuestión ha tenido, desde luego, una historia aún más profunda. El dirigente de la planta, Pablo Viñas, es un símbolo de lucha clasista: fue reincorporado tras siete años de juicio por reinstalación, después de los despidos masivos y la entrega de la burocracia sindical de la Lista Verde en 2004, con la infantería de Néstor Kirchner y el concurso de la CGT de Moyano y Piumato, que actuaron en persona para ello.

Pero mucha agua pasó bajo el puente desde el 2004 y más aún desde 1997, año de la histórica ocupación de los obreros de Atlántida en pleno menemismo. Hoy, los gráficos de AGR lograron comprometer a la Federación Gráfica en la convocatoria a un paro general del gremio en su apoyo, algo sin precedentes en décadas. La conducción no lo garantizó y hasta lo boicoteó en talleres como Interpack II o FP. Pero el paro se extendió, y la Naranja salió a organizarlo con piquetes de disuasión y de lucha, logrando una importante adhesión.

Desde el vamos, el cuerpo de delegados y la asamblea obrera concibieron el conflicto como un enfrentamiento de clase contra la política de la UIA y Macri -de arrasamiento de convenios y precarización laboral- por parte de una de las patronales más poderosas del país. En cambio, los paladines K del “conflicto ideológico” con Clarin actuaron, en el mejor de los casos, con tibieza, y en la mayoría, con ausencia. El sindicato, alineado en la Corriente Federal kirchnerista, tiene profundos vínculos con todo un sector de las patronales supuestamente “pymes” o “nacionales”.

Pero además, teniendo un miembro de Clarín Zepita en el Consejo Directivo, ni se asomó a parar el diario, lo que habría asestado un golpe fuerte y necesario. Tampoco paró La Nación, otro taller clave en el paro gráfico.

Hacia el movimiento obrero

Sin conceder un gramo ante la burocracia sindical, los gráficos de AGR se han dirigido a las grandes organizaciones obreras, la FGB y las tres centrales. Canillitas se declaró solidario a las 24 horas. Luego se fueron pronunciando las CGTs de Córdoba, Mendoza y Chaco. Las dos CTAs se pronunciaron y marcharon al Ministerio.


La marcha del martes 17/1 al Ministerio congregó a casi 10 mil personas de todo tipo de organizaciones. La FGB y la Corriente Federal (K), movilizaron un tercio de ese número por separado, y sólo confluyeron en el Ministerio con la gran columna encabezada por AGR y la Naranja Gráfica. O sea que el clasismo actuó como una corriente hacia las masas y la FGB como una secta, tras rechazar el ofrecimiento de una marcha compartida.

En el decisivo plano de la ocupación, la unidad obrera se ha ido consolidando con cada acción de lucha. Con la organización de los de adentro y los de afuera, con el acampe en la puerta convocando un amplio comité de solidaridad, con festivales y aguantes y en pocos días con un paso decisivo: la Comisión de Mujeres de los trabajadores que como todo el movimiento de la mujer de nuestros tiempos juega un enorme papel. Ahora, con un ambicioso fondo de huelga para evitar el desgaste por hambre al que juega la patronal y donde, otra vez, la FGB debe devolver lo que sólo será una parte de todo lo que aportó en años el personal gráfico de AGR. Pero el fondo de huelga se desarrolla con los métodos de la solidaridad obrera en todos los gremios y sectores.

Por fin, tenemos que destacar el inmenso plenario convocado por el cuerpo de delegados en el sexto día de ocupación. De allí surgió un nuevo plan de lucha que comenzó con la gran jornada frente al Canal 13, con miles de manifestantes con los gráficos y sus mujeres a la cabeza, cortando la autopista y dando un salto en la ruptura del cerrado cerrojo patronal de los medios. Imposible no destacar las delegaciones obreras de la CSC-PO y el Polo Obrero. No faltó a la cita ninguna organización de izquierda y de lucha. Otro párrafo merece la juventud de la UJS que banca cada noche del acampe.

Al mismo tiempo se desarrollaron acciones nacionales y en todo el gremio, para que ninguna revista de AGR se haga en ningún taller. La larga mano de la movilización obrera solidaria llegó a Córdoba en La Voz del Interior y especialmente a AGL, el taller del grupo en Sauce Viejo, Santa Fe, donde se desvió parte de la producción de AGR.

El noveno día de ocupación culminó con un dato sintomático: el triunvirato de la CGT recibió a los huelguistas y su sindicato. Los obreros han reclamado todo tipo de apoyo, así como la intervención ante el poder político que, con Triaca, ampara a la patronal. Pero también con medidas de acción que incluyen el paro nacional, por AGR y contra la nueva ola de despidos.

Este es el camino que puede llevar a los obreros a la victoria. La lucha ha dado un salto e ingresa en una nueva etapa. Su objetivo es la reapertura y la reincorporación de todos los compañeros. No hay mejor golpe a la ofensiva nacional contra el movimiento obrero que una victoria en AGR.

Vamos por ella.


Fuente: http://www.po.org.ar/prensaObrera/1445/sindicales/agr-clarin-la-ocupacion-en-una-nueva-etapa 

miércoles, 25 de enero de 2017

El Gobierno de la Ciudad tapa el mural de Mariano Ferreyra

Lugano I y II
 
12 de enero de 2017 | #Prensa Obrera 1444 | Por Jula

Vamos a recuperar el homenaje a nuestro compañero

De madrugada, a escondidas, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires tapó el mural de Mariano Ferreyra que realizamos en 2015 cuando se cumplían cinco años del asesinato de nuestro compañero.

El hecho de que este agravio coincida con el anuncio del tándem Triaca-Dujovne de una nueva reforma laboral flexibilizadora tiene una carga fuerte de simbología política El gobierno de Macri está empeñado en barrer con conquistas históricas de la clase obrera que Mariano luchaba por defender.

Este no es el primer ataque contra el mural de Mariano y el homenaje a su lucha en Lugano por parte de los partidos del régimen. Un día antes del balotaje entre Macri y Scioli, el mural fue tapado por el kirchnerismo con afiches del Frente para la Victoria y del Movimiento Evita.

Es la segunda oportunidad que el gobierno del PRO monta un operativo contra las expresiones culturales que reivindican a Mariano Ferreyra, en nombre de la “higiene urbana”. En 2016, escoltada por un inusitado operativo policial, la empresa Metrovías tapó el mural de Mariano de Parque Rivadavia, que luego fue restaurado por los militantes del Partido Obrero Caballito.

Repudiamos enérgicamente el accionar del gobierno y denunciamos este acto como un atropello, mientras el Partido Obrero sigue batallando contra las maniobras que se desarrollan sistemáticamente para morigerar las penas de los responsables del crimen de Mariano y continúa su lucha contra la tercerización y la flexibilidad laborales.

El Partido Obrero de Lugano iniciará una campaña pública denunciando este hecho y convocará a los jóvenes y trabajadores a restaurar el mural.

Mariano Ferreyra ¡presente!

La juventud militante es la que lucha por el socialismo.


Fuente: http://www.po.org.ar/prensaObrera/1444/mariano-ferreyra/el-gobierno-de-la-ciudad-tapa-el-mural-de-mariano-ferreyra

martes, 24 de enero de 2017

Huelga portuaria de 1966: antecedente del clasismo

12 de enero de 2017 | #Prensa Obrera 1444 | Por Rafael Santos  
 
El 28 de junio de 1966 fue derrocado el gobierno de Illia por el golpe militar de Onganía.


Para Política Obrera (luego Partido Obrero), el onganiato fue “una síntesis reaccionaria del peronismo y la Libertadora”. Del primero tomó la tendencia a estatizar el movimiento sindical. De la segunda, la proscripción política del peronismo. La dictadura recibió el apoyo de amplios sectores políticos y empresariales y de la burocracia sindical, a la cual evitó oponerse directamente. Perón desde su exilio, llamó a “desensillar hasta que aclare”.

Para superar la crisis y el empantamiento capitalistas, la dictadura se ensañó con las conquistas del movimiento obrero: anuló las paritarias y elevó la edad para jubilarse a 60 años, entre otros ataques. Comenzó una guerra gremio por gremio para anular importantes conquistas. Aliado a la burocracia de la Uocra, anuló la ley de indemnización a los despidos en ese gremio y derogó regímenes de insalubridad en mineros y textiles. A cambio de prebendas y mantenerse al frente de los sindicatos, las burocracias sindicales desorganizaban toda resistencia obrera.

Pero el ataque a los portuarios detonó en una huelga de tres meses, a fines de 1966.


El ataque a los portuarios

Con el objetivo declarado de ‘modernizar’ el puerto y bajar costos a las navieras y a los importadores-exportadores, la dictadura sacó un decreto que anulaba la jornada reducida en trabajos insalubres, disminuía el pago de horas extras y recalculaba el tiempo de trabajo “normal”. Así reducía el salario a la mitad y dejaba un tendal de despedidos.

Frente al inminente ataque, la burocracia del sindicato portuario (Supa) pidió paciencia para negociar. El secretario general, Eustaquio Tolosa, pidió una comisión conjunta para consensuar el nuevo reglamento, pero la dictadura dispuso su aplicación e intervino el Supa.

Sin preparación alguna y en forma aventurera, Tolosa decretó la huelga por tiempo indeterminado y… se fue al Uruguay para dirigir desde allí la solidaridad internacional. El gremio portuario sólo tenía ocho delegados, elegidos a dedo, pero contaba con un fuerte activismo, que imponía a las patronales en cada lugar de trabajo el respeto a las conquistas. Sin estructura gremial, la misma directiva burocrática convocó a un Consejo Coordinador con otros gremios menores del puerto y tres agrupaciones del Supa: la de la burocracia, la del PC (“La Lingada”) y la ‘independiente’ Cruzada Renovadora. Luego de algún amague, este Consejo se inmovilizó. El PC seguía a Tolosa y a la burocracia. La huelga quedó librada a la conciencia de cada estibador.

En esas circunstancias comenzaron a organizarse desde las villas, donde vivían muchos trabajadores, comités de resistencia de activistas portuarios para organizar las tareas elementales de la huelga: fondo de huelga, ollas populares, reparto de comida, información, coordinación, piquetes contra los carneros. Estos comités eran abiertos a todo luchador y por esta vía se integraron y jugaron un rol dirigente, el PRT (de Nahuel Moreno) y PO. Ante la borrada de la burocracia sindical, estos comités fueron los que sostuvieron el grueso de las tareas de la huelga. Villa por villa, se llegaron a organizar más de cuarenta barriadas, con asambleas en cada una de ellas de alrededor de cien compañeros. Para coordinar este movimiento se constituyó la Coordinadora de Comités de Resistencia de Barrios y Hoteles, que fue conocida como Intervillas. Se editó un boletín de huelga diario, que servía de instrumento de organización e información para llegar hasta el último de los portuarios. Los piquetes impedían que de las villas salieran los carneros a trabajar y no dejaban entrar a los camiones que mandaba el gobierno.

Intervillas organizaba el sostén de la huelga, pero no era aún su conducción política. No participaba de discusiones y negociaciones, ni era la interlocutora frente a la CGT, cuya burocracia dejaba aislada esta gran huelga.

Romper el aislamiento de la huelga portuaria era un punto fundamental: “El eje de las perspectivas de la huelga sigue siendo la expectativa de una lucha de conjunto, comenzando por la huelga ferroviaria” (Política Obrera, 12/12/66). El vandorismo -que había aconsejado a Tolosa aceptar la reglamentación antiobrera- se empeñó en aislar la lucha. Pero la agitación se extendía y la CGT tuvo que convocar finalmente a un paro general el 14 de diciembre, que fue cumplido masivamente, a pesar de que la burocracia no hizo nada para garantizarlo.

Política Obrera planteó que esta medida debía tener continuidad, con un nuevo paro de 48 horas hacia la huelga general. Pero la burocracia se empeñó en cerrar el conflicto, molesto para sus planes de entrelazamiento con la dictadura.

Tolosa convocó a una Asamblea General en el Luna Park y volvió al país para dirigirla. Quería maniobrar para levantar la huelga y volver al ‘diálogo’ con la dictadura. Pero la asamblea comenzó con grandes muestras de combatividad, y la Guardia de Infantería de Marina detuvo a Tolosa.

Se rompió el Consejo Coordinador y cada gremio, incluyendo el Supa, levantó la huelga. Intervillas y el activismo quedaron golpeados. A pesar de ello, la huelga continuó unos días más, Tolosa fue liberado momentáneamente y la huelga fue quebrada.

Delimitaciones

Cuando empezó la huelga portuaria, Política Obrera había declarado que: “PO se lanza a esta huelga con un pronóstico político fundamental: el curso del enfrentamiento abierto entre el movimiento sindical y el gobierno plantea la tarea de la construcción de un nuevo movimiento sindical…”. A los pocos días quedó en claro que “los activistas organizados en Intervillas son el inicio de una política clasista independiente”. El activismo obrero tomaba en sus manos la lucha por la defensa de sus reivindicaciones y contra la dictadura. La lucha ferroviaria que vendría a continuación lo demostró con más fuerza aún y precipitó a la burocracia en forma abierta a los brazos de la dictadura. Luchas posteriores (petroleros, Fabril Financiera, etc.) irían jalonando el “Cordobazo” de 1969 y crearían el terreno favorable para un desarrollo tumultuoso de la corriente clasista en los sindicatos.

El PRT, por entonces unificado, sacó otro balance. Uniendo la derrota de la huelga portuaria a la de los ferroviarios, a la que sufrieron los trabajadores azucareros tucumanos y al fracaso del paro general del 1º de marzo convocado por la burocracia de la CGT el PRT, en su congreso de 1967, planteó que todo esto “demostraba” que el trabajo en el movimiento obrero no tenía futuro y que era más factible “la guerra civil” que ganar una huelga. Fue el vuelco al foquismo.

Para Política Obrera, la huelga portuaria fue también un gran bautismo de fuego. En el balance sacado en 1967, Política Obrera decía: “La huelga ha puesto a prueba una capacidad incipiente de nuestros compañeros: su capacidad de organizadores”. Néstor Correa, Trenti y diversos compañeros jóvenes se pusieron al frente de la organización de Intervillas y sus comités de resistencia. La izquierda revolucionaria se fundía con el movimiento obrero combativo.


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Clarín: una larga historia de luchas y represión (SEGUNDA PARTE)

23 de enero de 2017 | Por Alejandro Guerrero

La pelea por recomponer la interna y los despidos de 1982 (en memoria de la querida compañera y amiga Ana Ale)
Foto: tapa de Clarín del 31 de marzo de 1982, un día después de la movilización de la CGT.
-¿Nos conocemos?

-Creo que sí…

-¿Por qué no tomamos un café en algún momento? Me parece que va a ser muy útil recordar de dónde nos conocemos.

El autor de esta nota había comenzado a trabajar en Clarín a comienzos de 1980, en la sección Deportes. Alberto Guilis, con quien se cruzó días después en los pasillos del diario, era prosecretario de Internacionales.
La utilidad de rememorar de dónde se conocían ambos -llevaban cuatro años de “tabicamiento” impuesto por la dictadura- no era otra que la de contribuir a un proceso de recuperación de las organizaciones sindicales que, lentamente, ya había comenzado. (Y no tan lentamente: el año anterior, en abril de 1979, una huelga general había involucrado a 4 millones de trabajadores y semiparalizado al país; a pesar del terror, esa huelga mostró que el final del régimen estaba próximo).

Todavía en la clandestinidad, ese proceso recorría el gremio de prensa. También en Clarín, que como contamos en la edición de Prensa Obrera digital del domingo 22, había despedido a 59 trabajadores en febrero de 1976, incluida la interna completa, y a 600 más luego del golpe del 24 de marzo. Como ocurrió con toda la burguesía argentina, el terror dictatorial le permitió a la patronal de Ernestina Herrera y Héctor Magnetto imponer a sus trabajadores un fuerte retroceso en materia de salarios y condiciones de trabajo. En Deportes, por ejemplo, la mayoría de los periodistas figuraban en condición de “colaboradores”; un fraude laboral alevoso, porque cumplían funciones de redactores (trabajaban todos los días, 6 horas diarias) e incluso tareas que correspondían a secretarios o prosecretarios (titular, por ejemplo).

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En reuniones muy reservadas entre los compañeros (muchas veces en el domicilio de quien escribe esta nota, próximo al diario) se empezaba a conversar sobre las posibilidades y las formas de poner coto a esos atropellos. Aquel reencuentro con Guilis sirvió, entre otras cosas, para saber que en otras secciones empezaban a registrarse movimientos parecidos. Por cierto, más allá de las reivindicaciones había un objetivo estratégico: recuperar la organización sindical del diario, recomponer la interna. Esa resistencia soterrada, y a veces no tan soterrada, de una franja cada vez más extendida de trabajadores, indicaba que la dictadura se acercaba a su crisis final.

Fuera del diario, empezaba a organizarse la Comisión Pro Recuperación del Gremio de Prensa (la Coprepren), que ya en 1979 se reunía -también clandestinamente- en el comedor o en habitaciones del hotel de la Fraternidad Ferroviaria, en la calle Hipólito Yrigoyen. El propósito de la Coprepren era dar la pelea por echar a la intervención militar de la vieja Asociación de Periodistas de Buenos Aires (APBA), que como dijimos en la nota anterior ya había sido intervenida, en diciembre de 1975, por el gobierno de la camarilla terrorista de Isabel Perón y José López Rega.

El año 1982 fue terminal para la dictadura en términos económicos (crisis de la deuda, inflación galopante) y sobre todo políticos (la enorme manifestación del 30 de marzo que enfrentó durante horas a la represión policial, la guerra de Malvinas). La crisis aceleró la lucha de los trabajadores. También en Clarín, y la patronal mostró los dientes con un propósito declarado: que no hubiera comisión interna ni en la redacción ni en los talleres gráficos. En setiembre de ese año la empresa dio un aumento de sueldos ridículo, del 12 por ciento, que no cubría ni la mitad de la pérdida salarial impuesta por la inflación. Poco antes, el 7 de junio, el Día del Periodista había sido motivo para que, con la excusa de la conmemoración, hubiera una asamblea en el diario después de seis años. (Queremos recordar la dignidad de Enrique Sdrech, encargado de pararse bajo el antiguo reloj de la redacción, golpear las manos y llamar: “¡compañeros!”, para que la asamblea empezara).

PRIMERA PARTE: LOS DESPIDOS Y LA LUCHA DE LOS TRABAJADORES EN 1976

En septiembre los reclamos se tornaron abiertos. En Deportes se presentó una demanda colectiva por mayor aumento salarial y, sobre todo, por el pase a planta de los colaboradores.

La respuesta de la empresa fue brutal, como siempre: al otro día recibieron telegramas de despido cinco trabajadores, entre ellos el autor de esta nota y otros dos compañeros de deportes, además de Guilis y Alejandro Horowicz, de la sección Economía.

Sobrevino una fortísima lucha, con reuniones y asambleas fuera del diario y la edición de un boletín: Clarinete, que casi a diario informaba sobre el desarrollo del conflicto. Aquellos cinco despidos, finalmente, no pudieron revertirse pero la reorganización del diario, gracias a esas asambleas, persistió y se fortaleció. Pocos meses después se elegía en Clarín una comisión interna de prensa sin que la empresa pudiera evitarlo: se le había doblado el brazo a una patronal particularmente represiva.

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Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

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