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viernes, 29 de mayo de 2009

El disfraz de las miserias

Artilugios discursivos del “progresismo” chileno

El bastión neoliberal de la región es el preferido de las agencias calificadoras y organismos internacionales. La realidad social de Chile reafirma el carácter espurio de las apariencias del modelo.
A pesar de la estabilidad, Chile es una de las naciones más polarizadas de la región.
Fotos: Archivo
Por Sebastián Pellegrino | Desde la Redacción de APM24|05|2009

Los discursos tendientes a la legitimación de determinado modelo de desarrollo suelen estar atravesados por sorprendentes artilugios enunciativos. Las declaraciones del ministro de Hacienda chileno, Andrés Velasco, sobre un reciente informe del Fondo Monetario Internacional (FMI), son un ejemplo de ello. El reporte señala que en 2009 el PBI per cápita de Chile registraría una leve caída de 0,3 por ciento, situándose en 14.461 dólares, el más alto de la región.

El ministro afirmó: "A pesar de la crisis, a pesar del impacto que todos han sufrido, Chile aparece como el país de América Latina donde las familias y los hogares tienen mayor poder adquisitivo, mayor poder de compra", y remarcó que ello no es casualidad, sino que es "reflejo del esfuerzo que hace años venimos haciendo".

Seguramente Velasco no creerá que cada ciudadano chileno goza de ingresos anuales superiores a los 14.000 dólares. Sin embargo, sus palabras relacionan un cálculo simple y de poca significación (la división del producto bruto interno anual por la cantidad de habitantes), con el poder de compra real de cada uno de sus compatriotas. Algo así como una distribución perfecta de la riqueza nacional.

La cita anterior forma parte de una construcción discursiva específica y generalizada en los portavoces del sistema capitalista hegemónico del siglo 20, que aún clasifican el desempeño de los Estados con relación a la injerencia sobre los mercados.

Chile es uno de los pocos países de Latinoamérica que no ha sufrido crisis institucionales desde la adopción plena del modelo de desarrollo neoliberal, iniciado y desarrollado durante la dictadura de Augusto Pinochet. Desde 1989, los regímenes democráticos han transformado la estructura del Estado hasta convertirlo en un verdadero Estado Gendarme que vigiló 20 años de continuo crecimiento macro económico. La lealtad sistémica le valió al país austral el rango de Estado modelo.

La estabilidad política es un argumento que también suele utilizarse para inferir de él un desarrollo social progresivo, un derrame de riquezas que llegaría a los sectores postergados de Chile.

Sin embargo, la crisis financiera internacional ha puesto al descubierto la fragilidad del mercado laboral del país y las dificultades del modelo para frenar la expansión de la pobreza y las asimetrías entre clases. (Ver: “¿El ejemplo a seguir es Chile?”. APM 30/11/2005)

Por eso, es necesario repasar el estado de la economía andina y contrastarlo con los pronósticos de organismos internacionales que indican que Chile será uno de los primeros países de Latinoamérica en superar la crisis.

En marzo pasado Chile registró un déficit fiscal de 1046 millones de dólares, por primera vez desde 2003. El resultado acompaña lo proyectado por el Gobierno para 2009, que prevé un déficit del 2,9 por ciento. A su vez, los ingresos tributarios netos cayeron un 21,9 por ciento frente a igual período de 2008. La menor actividad económica implica una caída en la recaudación fiscal que se corrige con utilización de reservas estatales.

El déficit señalado se corresponde con una serie de variables macro económicas que acompañan el ritmo de la crisis y su especial impacto en Chile. Es necesario destacar que el país andino tiene déficits gemelos, a la inversa de lo que ocurre en Argentina, y su déficit comercial se acentúa con la contracción de la demanda internacional de cobre y los bajos precios de los productos primarios. Al ser la principal materia de exportación, las fluctuaciones del cobre golpean la cadena productiva y el ahorro nacional.

Asimismo, el PBI chileno acumuló, en el primer trimestre de 2009, una caída de 2,1 por ciento y ya acumula cinco meses de balances negativos sin incluir los datos correspondientes a abril y mayo, que aun no se publicaron. Esto significa que la economía chilena estaría muy cerca de entrar en recesión.

Pero el mayor problema se presenta en la estructura social. A fines de abril, la Universidad de Chile publicó un estudio sobre empleo, limitado al gran Santiago (el área del conurbano de la capital chilena). Según el informe, la tasa de desempleo llegó al 12,9 por ciento, un 55 por ciento más que las cifras oficiales de diciembre de 2008. A escala nacional, las cifras oficiales señalan que el desempleo estaría a punto de llegar los dos dígitos.

Mientras avanzan los despidos masivos, el Gobierno de la Concertación, presidido por Michelle Bachelet, realiza anuncios que no hacen más que legitimar la postura de empresarios. En efecto, semanas después de una protesta de más de 12.000 trabajadores, se aprobó el Acuerdo Nacional por el Empleo, la Capacitación y la Protección laboral.

El convenio prevé, básicamente, que el trabajador y el empleador puedan acordar un permiso de hasta 5 meses, durante los cuales el trabajador no preste servicios, asista a cursos y reciba prestaciones monetarias equivalentes al 50 por ciento de los últimos seis meses. Esto no es más que un guiño para los empresarios que podrán realizar recortes de salarios con el fundamento de “capacitar a sus trabadores”.

El mercado laboral chileno es más sensible que otros de la región porque no existe un marco legal de negociación colectiva (como las paritarias en Argentina), por lo que solo el mercado establece las condiciones de contratación, salarios y cesantías.

El salario mínimo de Chile es de 159.000 pesos locales, es decir 324 dólares. No sólo se ubica a mitad de tabla de los países sudamericanos, sino que permanece estancado desde inicios de 2008, por lo que la inflación deteriora permanentemente el poder adquisitivo de los ingresos. Además, cabe aclarar que el 50 por ciento de los trabajadores está bajo la línea de los 380 dólares al mes.

Si se agrega que la educación y la salud funcionan mediante sistemas mixtos (con capitales públicos y privados), los indicadores de pobreza se disparan mucho más que los cálculos oficiales que señalan 2.300.000 pobres.

En términos generales, el país andino presenta un escaso desarrollo de clases medias y mantiene una estructura, de las más polarizadas del continente, de concentración de riquezas. Un ejemplo: la primera mandataria chilena recibe una remuneración mensual de 12.660 dólares, 46 veces el salario mínimo del país.

Ahora bien, los datos reseñados no son reflejos de la crisis internacional actual, sino de un sistema de expansión económica que se traduce, necesariamente, en expansión de la brecha entre ricos y pobres de una nación. Esto, aunque la Presidente de Chile se esfuerce por ocultar y negar la situación social; aunque prometa que su país saldrá primero de la crisis sólo porque " todos los organismos internacionales señalan que Chile se va a recuperar antes que otros países".

¿Qué dicen los organismos internacionales? Según proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), Chile, Colombia, Perú y Uruguay son los países que saldrían librados más rápidamente de la crisis económica mundial. Las estimaciones parten de la afirmación del impacto de la crisis en Latinoamérica y Caribe por varios motivos: contracción de precios y de la demanda de materias primas por parte de las economías industriales; condiciones adversas para lograr financiamiento externo; reducción de remesas y del turismo.

Según el FMI, los cuatro países mencionados, socios leales del liberalismo dependiente propiciado por Estados Unidos, estarán mejor preparados “porque se han comportado mejor desde el punto de vista macroeconómico y eso está pagando dividendos”. Sin embargo, más allá de los alardes de los medios masivos sobre el ahorro chileno, el país andino ya comenzó a utilizar sus reservas por el retroceso de su sector exportador y por los desafíos sociales que apuntan directo contra los trabajadores.

El ranking 2009 elaborado por el Institute of Management Development de Suiza -una reconocida escuela de negocios- sobre competitividad de las economías nacionales más dinámicas, ubicó a Chile en la posición 15 en el test sobre los países que soportarán mejor la crisis, y a Argentina y Venezuela entre los últimos tres lugares (55 y 57 respectivamente).

El test analiza temas como la inflación, crecimiento y estabilidad económica, y otorga a Chile una puntuación de 67,79 puntos de un total de 100, y a Venezuela 0 (cero). Todo un ejemplo de la simpleza y miseria de las estadísticas hegemónicas con la que se propagan los sentidos comunes en el siglo XXI.

La tormenta de anuncios favorables, tanto de organismos internacionales como del propio Gobierno chileno, se extiende a casi todas las variables macro económicas. Los nombres de las peores administraciones de la región también.

Lo que no provoca alarma en las usinas del capital global es el desproporcionado programa de compra de armamentos del país austral. Desde hace más de una década, las Fuerzas Armadas reciben, a través de la Ley Reservada del Cobre, el 10 por ciento del total de las exportaciones de Codelco, la empresa estatal chilena, para compras discrecionales de armamentos. (Ver: “Chile y su pasión por las armas”. APM 17/04/2004)

En mayo, el Gobierno chileno anunció la compra de una flota de aviones F-16 a Holanda por un costo de 278 millones de dólares debido a la necesidad de “modernizar la defensa del país al igual que los demás aspectos del desarrollo nacional”, según afirmó el Canciller chileno. La medida ya generó críticas de los gobiernos vecinos por la inexistencia de hipótesis de conflictos en la región.

No queda claro el motivo de la fiebre armamentista, pero lo cierto es que el presupuesto militar del país andino licua ingentes recursos que podrían destinarse a la erradicación progresiva de la pobreza, el mayor desafío de la “Democracia modelo”.

Chile podrá superar la crisis con mayor o menor éxito que sus vecinos, pero seguirá pendiente el debate acerca del modelo de desarrollo y su falla congénita que perpetúa la concentración de la riqueza, la apariencia de prosperidad, el disfraz de las miserias.

spellegrino@prensamercosur.com.ar

1 comentario:

Ester Lina dijo...

Este artículo está RE interesante. Con esos datos no es posible que Chile ocupe el puesto 15º de competitividas de las economías nacionales mientras Argentina y Venezuela casi los últimos lugares. Es mentira, y lo siento por los hermanos chilenos. Pero al orden mundial, ése que se cae a pedazos actualmente, le conviene un país como Chile; sus datos conllevan el mensaje a los inversores del mundo. No son datos para nosotros, ni siquiera para el propio Chile, que sabe lo que pasa. Los datos son para el poder, para el verdadero poder, el de las corporaciones económicas, las que, para quedarse con las riquezas, todas, mueven las piezas de un tablero virtual, en el que ellos siempre juegan de REY y de REINA.
Lo peor es que se lo creemos. Mis amigos que han viajado a Chile han vuelto asombrados de lo bien que les va. Pero cuando uno profundiza en tal bienestar, surgen cosas, tales como:
- tienen mucho miedo, no se animan a decir...
- estudia el que puede, los demás a trabajar
- en una flia de 7 integrantes, todos ahorran para que uno solo de ellos, el hijo menor pueda estudiar... y ni siquiera sueña con la universidad... no, tan sólo se trata de un estudio terciario... en instituto privado, que cuesta una fortuna.
- no, no comen carne, y percado, muy poco... consumen hidratos de carbono mayormente
- la maestra sigue adelante con el programa, el que aprende, continúa los estudios... los otros quedan en el camino
- y mi amiga, docente ella, dijo que ésa escuela es la ideal!!! (me quiero morir)

Tal vez tendríamos que desnudar las fortalezas y las debilidades de los países vecinos en nuestros blogs... porque esto que hiciste vos, es muy valioso... tendríamos que continuarlo...
Saludos

Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

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