martes, 9 de marzo de 2010
La máquina destituyente no es un invento , funciona a pleno
Ricardo Forster
La máquina destituyente está funcionando a pleno, su objetivo es inmovilizar al Gobierno quebrando su capacidad para seguir generando políticas de transformación y forzándolo a implementar una política de ajustes. Ese hilo rojo del golpismo argentino, ese que tiene una larga y oscura tradición que se remonta a la década del ’30 y que luego fue horadando cualquier intento en democracia por limitar el poder de las corporaciones económicas, ha vuelto a manifestarse con especial virulencia casi desde el inicio del mandato de Cristina Fernández.
El espejo hondureño está allí para que podamos observar hacia dónde intenta dirigirse la mayor parte de la oposición, de qué modo busca deslegitimar al Gobierno poniendo en funcionamiento la tesis golpista que anuncia que “hay que salir en defensa de las instituciones democráticas contra aquellos que, desde el interior mismo de la democracia –léase antes Zelaya, ahora Cristina–, buscan debilitarlas y someterlas a sus designios autoritarios” (de Vargas Llosa a Elisa Carrió –a la que últimamente acompaña, aunque diferenciándose, eso nos dice, por su proyecto popular y nacional, Pino Solanas en virulencia retórica y en amenazas de judicialización–, pasando por nuestros mansos socialistas santafesinos expresados por Giustiniani que no dudó en votar junto con Reutemann y las opiniones “republicanas” de los editorialistas del diario de Mitre, ésa es una parte no menor de la estrategia de horadación).
Primero fue el conflicto desatado por el intento, imprescindible, de fijar una política de retenciones móviles que pudiera controlar y regular el avance indiscriminado de la soja y la necesaria apropiación de esa renta extraordinaria a favor de una transferencia a los sectores más postergados de la sociedad. Una alianza poderosa entre la corporación agroindustrial y la mediática intentó por todos los medios disponibles deslegitimar y condicionar al Gobierno. Su intención no era recuperar parte de la renta que se podía perder (es decir disputar por algunos puntos de más o de menos en el interior de una coyuntura histórica marcada por las fabulosas ganancias del sector agropecuario), su verdadero objetivo era restarle capacidad de maniobra doblegando a un gobierno que, después de décadas, había iniciado un incipiente proceso de recuperación del trabajo y de la parte que les corresponde a los trabajadores en la distribución de la renta y que desde hacía muchísimos años iba en caída libre. Una puja por redefinir el rol del Estado, por recuperar la masa crítica de los recursos y ponerlos al servicio de la reindustrialización y de la inversión social.
El voto no positivo de Cobos quiso frenar ese giro inesperado que desde mayo del 2003 se viene dando en nuestro país. Cobos, como gran parte de la oposición, se ocupó y se preocupó por defender los intereses de las grandes corporaciones (lo intentarían nuevamente con la disputa por las AFJP cuando votaron masivamente en contra de su reestatización tratando de custodiar los intereses de los bancos y de las financieras, y lo volvieron a hacer cuando se debatió y finalmente se aprobó la ley de medios audiovisuales quedando sin rubor ni vergüenza del lado de los monopolios mediáticos). Hoy lo vuelven a hacer, y ahora con mayor fuerza y decisión, rechazando el Fondo del Bicentenario y la consiguiente utilización de reservas para saldar deuda externa, a lo que se le agrega la inverosímil ofensiva contra Mercedes Marcó del Pont y el rechazo de su pliego.
Lo destituyente está entre nosotros, no es ni un giro retórico ni una ingeniosa ocurrencia de algunos intelectuales. Expresa el punto de inflexión y la gravedad de la coyuntura política allí donde lo que se está dirimiendo es la plena reapropiación por el establishment de su capacidad, limitada por este Gobierno, de manejar las decisiones principales y de fijar el núcleo central de la política económica. Lo que buscan, a través de una oposición mezquina y cada vez más volcada a la derecha, es frenar lo mejor de las políticas redistribucionistas y de los planes de reparación social puestos en marcha en los últimos meses (los mecanismos inflacionarios son otro instrumento de las corporaciones para limar las asignaciones universales y la recuperación salarial).
Su objetivo y su estrategia de siempre es garantizar en quién recae la hegemonía, quién o quiénes serán los árbitros últimos que determinen el modelo económico-social de cara al futuro. Simplemente hace un tiempo que han dicho basta y que se ufanan por horadar, desde todos los frentes posibles, a un gobierno democrático que, a diferencia de anteriores gobiernos, ha demostrado una fuerte y decidida actitud de sostenimiento de su proyecto. Éste no es un dato menor en una historia de debilitamiento y de decadencia de la democracia allí donde los grandes factores de poder buscaron siempre ejercer sus liderazgos sobre gobiernos incapaces de enfrentarse a esa lógica del chantaje.
Lo hicieron y lo hacen a través de los grandes medios de comunicación que se han convertido en una formidable usina destituyente, en una brutal construcción de un escenario de catástrofe y de degradación como antesala, ya conocida en otros momentos nacionales, a la imprescindible “regeneración de la República”. Se desgarran las vestiduras por la “salud y la seriedad amenazada de las instituciones”, en especial sus periodistas estrella, esos que habiendo sido siempre los empleados del gran capital y en muchos casos antiguos cómplices de golpismos varios, se dedican a hacer profesión virginal de independencia al mismo tiempo que movilizan sus plumas y sus elocuencias retóricas para arrinconar al Gobierno.
Si, por ejemplo, una de las consecuencias formidables de la asignación universal supone que estalle la matrícula escolar al regresar al sistema educativo cientos de miles de niños y adolescentes que habían sido previamente expulsados por las políticas neoliberales, dirán que no hay escuelas para recibirlos.
Si el Poder Ejecutivo toma la decisión razonable y necesaria de saldar deuda externa con una parte menor de las reservas y de ese modo liberar presupuesto para inversión pública y social, dirán que es un “manotazo contra el ahorro de los argentinos” (nada dirán de la permanente utilización de las “reservas intangibles” del Banco Central para garantizar la fuga de capitales, tampoco dirán que Adolfo Prat Gay transfirió en diciembre del 2003, cuando era presidente de esa institución monetaria, u$s2.905 millones para efectuar un pago al FMI, lo que era el equivalente al 21% del total de las reservas –que eran de u$s13.704 millones contra los casi u$s48.000 millones de la actualidad–, mientras que se opone a que hoy se utilicen, en condiciones infinitamente más favorables y más controladas, el equivalente al 14% de esas mismas reservas denunciando que el Gobierno se apropia de lo que no le corresponde).
El cinismo, la mentira permanente, la violencia verbal ha sido y sigue siendo uno de sus principales instrumentos (la denuncia de Clarín de que Néstor Kirchner cobraba al mismo tiempo su pensión como ex Presidente y su actual sueldo como diputado, ocultando que desde que asumió en el Parlamento dona sus haberes como diputado y los viáticos que le corresponden a las Madres y a las Abuelas de Plaza de Mayo, es otra muestra de la “objetividad informativa” del gran diario argentino).
En esos gestos, en esas estrategias de permanente hostigamiento y horadación, en esa descripción apocalíptica de la realidad, en esa toma por asalto de todas las comisiones en el Senado sin medir consecuencia alguna y quebrando una tradición centenaria de respeto de la primera minoría que, a la sazón, ejerce el Poder Ejecutivo, se manifiesta crudamente la lógica y la acción destituyente. Su evidencia está delante de nuestros ojos. Cada uno sabrá dónde colocarse y de qué modo asumir sus responsabilidades en esta hora extremadamente urgente y compleja de la historia argentina.
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4 comentarios:
Estos son nuestros intelectuales, no pueden decir lo mismo los de la oposición, tan claro en explicarnos lo que desmienten los cínicos, gracias Forster.
Coincido con vos Gem . Grande Fortser porque ademas de la acción política , la mayor batalla a dar es netamente cultural y es el peor legado que nos dejó la ola neoliberal .
Un abrazo
Si, es bueno siempre leerlo a Forster. Pero si bien hay que estra atentísimos, a no edsesperarse compañeros. Por más intención que tengan.
Abrazo y gracias por compartir Javier.
foster es un lúcido como pocos la verdad. les dejamos este espacio: www.lajuventudreflexiona.blogspot.com para que vean un video muy interesante que hicimos sobre los oportunistas de la politica argentina y articulos de opinion que , esperamos, abarquen sus intereses.
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