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lunes, 8 de marzo de 2010

Rayos X de un continente en tiempos de mujer


Por Stella Calloni

Personajes como Cristina Kirchner, Michelle Bachelet o Rigoberta Menchú despiertan un encono irracional en sectores conservadores, pero también entre aquellas que por frustración han incorporado inconscientemente el machismo más primitivo a su piel

La recordación del Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo, tiene una significación especial para América latina; por una parte, ante los novedosos avances con mujeres gobernando en varios países y en altos cargos decisivos en el complejo entramado de este siglo, y por la otra, una realidad amarga de retrocesos, con feminicidios, tráficos diversos y el fenómeno globalizador que intenta supeditar a la mujer como un objeto o una simple mercancía.

Decir mujer en la Argentina en estos tiempos nos lleva inexorablemente a los pañuelos blancos de las Madres de Plaza de Mayo, sin olvidar la imagen de miles de obreras textiles que en 1908 protagonizaron su gran huelga, en Nueva York, cuando 142 de sus compañeras murieron quemadas, en la fábrica Cotton Textile Factory, encerradas por los dueños para que no pudieran unirse a la protesta.

Todos son símbolos ligados con demandas de justicia y derechos. Pero la realidad resulta contradictoria. Mientras por un lado las mujeres ocupan cada día más lugares de avanzada y se multiplican las dirigentes sociales, encabezando resistencias creativas y renovadoras con un enorme protagonismo social, político y cultural, otras luchas se han perdido.
Las feministas históricas, que habían logrado avances considerables para crear conciencia sobre la no utilización del cuerpo femenino como una mercancía, entienden que hay un retroceso.
La televisión en manos del poder concentrado no podría hacer otra cosa que vender productos, entre ellos mujeres, a secas.
Para vender necesitan mostrarlas sin rostro, si es posible, sin identidad como género. Los programas de entretenimientos inventados como estrategias del poder y la dominación están diseñados para la humillación colectiva. Acostumbrar a los pueblos a la humillación es el paso hacia la domesticación colonial. Y la mujer es la primera víctima elegida.
Otra cosa es el ámbito de la calle y las rutas latinoamericanas donde miles de mujeres son en realidad el alma, el ánima de la resistencia y han logrado una presencia e inserción social que les devuelve el respeto y la revalorización.
En el entramado de las pérdidas sociales y el desempleo, consecuencias del huracán neoliberal, las mujeres soportaron y soportan el peso de todo el entorno familiar e incluso vecinal.
Los medios ocultan en general las historias más enriquecedoras protagonizadas por las nadies como se llama uno de los grupos más activos en Centroamérica. Pero su persistencia y creatividad las visibiliza para los suyos, los que viven en el territorio de lo invisible, que a veces estalla como un terremoto o un volcán.
“Sólo así nos pueden ver, pero nos ven cuando ya no vamos a volver atrás. Y el saber que no pueden volvernos a la oscuridad les produce un odio irracional que los violenta en extremo”, dicen las nadies. Ellas reviven cada día el recuerdo de la tragedia de las mujeres, las niñas y los niños en las guerras y las migraciones, las víctimas más olvidadas de “todos los olvidos”.
Es difícil discriminar en estos tiempos si en realidad el poder se está feminizando o sólo se pone ropaje de mujer.

Machismo impregnado.

Pero los hechos políticos nos están mostrando que las primeras mujeres gobernantes en países de América latina como Cristina Fernández de Kirchner o Michelle Bachelet en Chile provocan en algunos sectores un encono irracional. No sólo por parte de los hombres del poder, que se resisten a aceptar que ellas estén en el podio, sino en las mujeres, mayoritariamente frustradas, que han incorporado inconscientemente el machismo más primitivo a su piel, como el miedo vive en los cuerpos de los dominados.
En tiempos donde se intentan nuevos proyectos de recolonización, con todo lo que este término encierra, la presencia de estas mujeres con voz propia, desafía ese poder eternamente discriminador, que no soporta las iluminaciones que lo opacan.
Va mucho más allá de los criterios de una simple oposición política. Cuando Eva Perón murió en julio de 1952, en las paredes, no sólo de Buenos Aires sino de ciudades del interior, manos no tan anónimas escribieron “viva el cáncer”. ¿Qué clase de irracionalismo hizo posible esa catarsis brutal, que no pudo impedir que Evita los sobreviviera a todos y se hiciera multitud?
La terminología violenta con que se ataca a las mujeres en el poder expresa una violencia de género, que se disfraza en el discurso político, amplificado por los medios masivos que jamás permiten voces contrastantes.
Rigoberta Menchú, indígena guatemalteca, premio Nobel de la Paz, que nació hablando poéticamente porque el idioma de su pueblo tiene esos resplandores, solía recordar el odio que había encontrado en los sectores altos de su país, “mujeres y hombres” que no le perdonaron ni le perdonan esa distinción que le dio voz a lo suyos en el mundo.
“Me atacaron como persona, como indígena, como mujer, me atacaron como lobos. Escribieron historias falsas, denigrantes. Pero no entendieron que nosotros veníamos desde los lugares más olvidados, desde todas la soledades y nos amparaba y nos ampara la fuerza de las convicciones”.

El avance del antipoder. Aunque nada es lo mismo que en otros tiempos, los avances logrados no ocultan en estos últimos años la victimización de las mujeres, las cifras del feminicidio, de la violencia familiar en ascenso, asociada mayoritariamente a la extrema pobreza y el abandono de una sociedad a la que le inculcaron la salvación individual.
Hay una perturbación evidente de un sector ante las reivindicaciones feministas, que incomodan, escarban y exponen los miedos a la liberación, como sucede con todo movimiento que surge desde el antipoder creando conciencia.
El más extraordinario acto de imaginación que significó la ronda de las Madres de Plaza de Mayo con pañuelos-pañales, desafiando solitarias a la más cruenta dictadura de la historia, dio cuenta del poder que puede llegar a tener el antipoder, valga la redundancia, surgido del amor y la conciencia, de la desesperación que lucha y se convierte en esperanza y justicia. Esas mujeres lo hicieron.
En un mundo desigual y frágil donde los valores son inestables y donde pocos hablan con voz propia porque han sido castrados del pensamiento creativo, “las mujeres como nunca somos el motor de las transformaciones sociales recorriendo caminos distintos. Ahora nos queda cambiar el mundo e impedir que se sequen los ríos y que maten la semilla del hombre”, dice Rigoberta Menchú. Ella cree que las mujeres que abrieron camino gobernando “en un mundo pensado para hombres, escriben historia”, como las que luchan en otros campos menos expuestos y reivindica como una de las mayores riqueza de América latina la lucha de las mujeres, reconocida y valorada en todo el mundo. “Después de todo, América es mujer”.

3 comentarios:

Marcelo Bustamante dijo...

Tengo el agrado de ser el primero en comentar este articulo excelente de estella calloni. Me parece absolutamente certero, sobre todo aquello que ella menciona de las mujeres que tienen naturalizado el machismo y que se reprimen actitudes que en realidad son en su beneficio no en su contra, bueno...es cosa de los conservadores y reaccionarios no?tampoco estoy de acuerdo con esas agrupaciones de un extremo feminismo. No. Me parece que la mujer tiene que tener su lugar en la sociedad en la misma escala que el hombre, basta de machismo y sexismo, y de hacer de la mujer un instrumento de poder, placer y explotacion.
Un saludo a todas las mujeres.
Excelente Javier, te agradezco por difundir ese articulo de Calloni.

Javier dijo...

Gracias Marcelo .

Es dificil cambiar una cultura que todo tenemos internalizada mal que nos pese , incluyendo a todas las mujeres .

La otra vez me quede pensando en un debate sobre el tema genero , con respecto a las despenalización del aborto , siempre pensé que todo pasaba por aprobar una ley , pero con eso no alcanza , hoy se ve claramente que hay abortos que no son punibles y sin embargo tampoco se pueden llevar a cabo porque culturalmente nuestra sociedad esta aún en pañales en relación respeto a los derechos de las personas.

Un abrazo

Unknown dijo...

Impecable compañero, gracias por compartir la nota.

Lamentablemente el individualismo capitalista ha hecho de muchas mujeres, simples machitos.

Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

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