Combatiendo al capital… más concentrado

Por Norberto Colominas

Si la oposición es un espacio donde conviven paisanos de varios pueblos, hermanados por una vocación de poder tan lábil que les impide ganar votaciones parlamentarias, ése no es el caso del gremialismo patronal (UIA y AEA), que en las últimas semanas se ha erigido en el estado mayor del capital más concentrado.
Pero la paja no es trigo. Mientras que las multinacionales no le reprochan nada al gobierno porque ganan buen dinero, no tienen ningún problema jurídico y acaban de batir el récord semestral de envío de ganancias a sus casas matrices, por más de u$s2.000 millones, el gran empresariado nacional reclama un montón de cosas: seguridad jurídica, solidez republicana, permanencia de las reglas, garantías para invertir y un largo etcétera. Son los mismos que hace dos décadas apoyaron la convertibilidad menemista que desfondó al país, y diez años antes respaldaron a la dictadura, esa que garantizó como nadie la seguridad jurídica y la solidez republicana. (Agregaría que son los mismos que denunciaban a los genocidas a sus propios empleados para que los secuestraran , obviamente Siemens un no escaso especial sino que era claramente una conducta generalizada en estos grupos económicos ) Si bien entonces sobraban las garantías para invertir, estos mismos empresarios fugaron capitales por más de u$s150.000 millones. Por aquellos años dos multinacionales del sector automotor se fueron de la Argentina.

¿Alguien puede pensar hoy que las retornadas Fiat y General Motors, más Renault, Mercedes-Benz, Peugeot, Toyota y Volkswagen, que están a punto de batir el triple récord histórico de producción, venta y exportación de automotores, podrían conseguir ese logro en un país con inseguridad jurídica, fragilidad democrática y manoseo de las reglas? A otro perro con ese hueso.
Si se recuerda que Arcor –la nave insignia de AEA– es propiedad de los Pagani, y que esta familia cordobesa creó la Fundación Mediterránea, que fue el trampolín político de Cavallo, entonces es posible ir descubriendo la verdadera naturaleza del reclamo. Súmese a lo anterior que la Mesa de Enlace, entre otros, viene pidiendo reiteradamente una devaluación que beneficiaría sus intereses, pero repartiría penurias entre la gran mayoría de la población, y entonces empezará a entenderse qué piden realmente los empresarios cuando reclaman seguridad y garantías.
Si se advierte que Clarín es la segunda empresa más influyente en AEA, y que la tercera es la farmacéutica Bagó, es posible entender un poco más. Clarín viene peleando para trabar la aplicación de la ley de medios, que en unos años podrá desarticular la corporación mediática, y cada día se le hace más difícil explicar la tenencia de dos niños y una papelera. Por su parte, Bagó respira desconfianza cuando imagina el desembarco de laboratorios chinos especializados en la producción de genéricos en gran escala.

Y todavía es posible avanzar otro paso en la comprensión de lo que ocurre. Hace unos días el presidente de la Sociedad Rural tuvo la desfachatez de sacarle ferozmente el cuero al Gobierno (como lo hace con sus vacas) y de ningunear los evidentes logros de las políticas oficiales en nombre de ese espacio metafísico llamado “el campo”. Biolcati es el oscuro sacerdote de un dios avaro que le impide compartir con el resto del pueblo las ganancias extraordinarias de la soja. En la platea lo escucharon Duhalde, De Narváez y Solá, los precandidatos del peronismo conservador bonaerense. Esos tres dirigentes, más Reutemann y Macri, se reunieron después en la casa de Magnetto, ceo de Clarín. Una cena histórica.

A la derecha argentina le cuesta ser original porque cuando no piensa con los fusiles piensa con el bolsillo, aunque ahora se aproxima a una encrucijada imposible de resolver con los primeros y muy difícil de acomodar con el segundo. Para sorpresa de muchos, Menem fue abrazado por los Alsogaray, y para ignominia de todos él abrazó al almirante Rojas. Pero desde entonces la derecha peronista se ha convertido en minoría, tanto que se le hará difícil ganar una elección. Ya se sabe que los radicales son poco confiables para el gran capital, que Macri parece estar a punto de caer en un lugar poco mullido y que la señora Carrió sigue haciendo lo posible para que nadie la quiera.

Además, si Solanas obtiene un respetable porcentaje de los votos nacionales, es impredecible lo que decidirán sus electores en una eventual segunda vuelta. Así las cosas, ¿qué hacer? Esta compleja matemática está poniendo nerviosa a mucha gente.

Fuente : Buenos Aires Económico