Silencio de radio

Por regla general, las leyes se presentan como los puntos de sutura del cuerpo social (… ) pero la mayor parte de las veces permanecen a la sombra de la evidencia de las acciones comunes que contribuyen a hacer posible, sustentando la propia pluralidad de las acciones y trazando una frontera jurídicamente definida entre las acciones legales y las ilegales. (Guillaume Le Blanc)

Por Pablo E. Chacón

Los episodios del miércoles pasado, cuando una patota que respondería al empresario ferroviario José Pedraza, en connivencia con la policía bonaerense y la policía federal, asesinó a Mariano Ferreyra, militante del Partido Obrero, de 23 años, lejos están de ser aclarados. La jactancia y el respeto por las jerarquías es una impronta de la cultura argentina.

Las responsabilidades materiales e intelectuales por ese crimen deberán esperar el largo trámite de la burocracia judicial, si es que los dos detenidos tienen algo para decir al respecto. Pero llama la atención el silencio, no el de los hombres de a pie sino el de las vocerías inorgánicas.

Está de más aclarar que el griterío gangoso no tardará en volver por sus fueros. Pero ese silencio autorizó a quienes hablan mucho, a que hablen más, o a tener que escuchar y leer parrafadas elementales de sociología gremial en diarios subsidiados. Acaso era previsible. El estupor no respeta jerarquías. El miedo tampoco. La impunidad, menos.

La impunidad, por ejemplo, de quienes sin argumentos o con los mismos argumentos de los que se llamaron a silencio, salieron a decir y a escribir cualquier cosa, soplando arena en los ojos del televidente convencido de que todo es igual, de que todo es lo mismo. Y no sólo que nada es igual, sino que a partir del miércoles pasado, las cosas nunca van a ser las mismas.
En este país, a esta hora, hay gente angustiada, agredida, herida, al borde de la muerte, pero también hay muchos que creemos que hablando, a pesar de que el lenguaje esté perforado por el inconsciente, es menos una solución de compromiso que un principio de acuerdo tribal. Si gritar no sirve para nada, callarse tampoco.

Peor todavía: el silencio o la precariedad conceptual es la manera de que los sectores más reaccionarios de esta país tomen la palabra para decir nada o para simular indignación cuando lo que están haciendo es festejar el asesinato del miércoles para intentar, ayudados por ese silencio, a recuperar sus directivas de empleados de privilegio.

Festejan, esos sectores, las pifias de un proyecto de país que llegó al poder con poco más del 20 por ciento de los votos, y que en su cenit, acaso se replegó sobre lo peor de una historia tan compleja y diversa que no alcanzan las buenas intenciones para entenderla. Pero entretanto, en silencio, estamos perdiendo el poder táctico para transformarlos.

Fuente : Politica y Medios