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miércoles, 10 de noviembre de 2010

Clase media y kirchnerismo

Por Arturo Trinelli *

En los últimos tiempos los análisis entre kirchnerismo y clase media han sido abundantes.
En general, se dice que la política kirchnerista es hostil para la clase media, o que el proyecto económico vigente no se dirige hacia este segmento de la sociedad. Eso explicaría las razones por las cuales el actual Gobierno encuentra entre algunos sectores de clase media de la Argentina los focos de mayor resistencia a su gestión.
Algunos artículos de medios que se adjudican la representación de la clase media se orientan en ese sentido: “Mientras en la Argentina la población de clase media se reduce, en otros países de la región se expande” (La Nación, 4 de octubre). Más aún, aprovechando las crónicas por las elecciones en Brasil, últimamente ha sido frecuente sobreestimar la popularidad de Lula por el fomento y estímulo a la clase media brasileña, entre otros intentos por explicar su elevado nivel de imagen positiva, forzando el contraste con la Argentina donde supuestamente se daría lo contrario.

Pero lo más interesante sería analizar a grandes rasgos cómo ha sido la evolución de la relación entre clase media y kirchnerismo en los últimos años, para ver si efectivamente el modelo actual resulta tan perjudicial para ella.
El punto de quiebre, después de aquel comienzo esperanzador que para muchos sectores de clase media implicó la llegada del kirchnerismo luego del desencanto neoliberal, fue sin dudas el conflicto por la Resolución 125. Como bien ha sostenido Ezequiel Adamovsky (Historia de la clase media argentina, Ed. Planeta, 2009), cuando el dirigente agrario Alfredo De Angeli fue arrestado por un puñado de horas,( Tal como lo merecía por sus delito de no solo obstruir la ruta sino de requisar cargas sin autoridad alguna , algo por lo cual se lo deberia procesar ) la prensa opositora pareció comparar su reencuentro con los manifestantes que lo esperaban con la liberación de Perón en 1945. Se pretendió instalar la idea de un “17 de octubre de clase media” para resaltar el significado histórico de aquellas jornadas de lock out patronal, analizando la supuesta aparición de un nuevo sujeto social, la clase media rural de las escarapelas, banderas e himno, llamada a cambiar el curso de la historia. En otras palabras, la idea a resaltar era la emergencia de un sector social llamado a cumplir la fantasía plebeya que marcó al justicialismo, pero en sentido inverso: una clase media rural que acabaría con la anomalía peronista y restauraría una jerarquía social indebidamente alterada en 1945.

Superado el punto máximo de conflictividad ruralista, con una Mesa de Enlace ya prácticamente disuelta, la gran demanda de la clase media actual al Gobierno ( demanda fogoneada por el Grupo Clarin todo el día hablando en todos sus medios de esos temas y asustando los 365 dias del año a las personas para que no salgan de sus casas) ha pasado a concentrarse en dos cuestiones concretas: inflación e inseguridad. La supuesta falta de políticas gubernamentales que atenúen sus efectos provocarían su rechazo a la gestión vigente, y en consecuencia se instala en el relato político la idea de que el kirchnerismo es por naturaleza hostil a la clase media porque no puede satisfacer estas demandas o simplemente, por priorizar otras, no hace lo suficiente por contener precios o luchar contra la inseguridad.

El problema es que cuando se habla de inflación e inseguridad se repara siempre en los efectos más que en las causas que la generan.
Por ejemplo, el rebrote que los medios imprimen a los casos de inseguridad ubica en la agenda pública el problema de la supuesta pasividad oficial ante el delito, colocando el tema como prioritario pero sin un adecuado abordaje sobre las formas de atenuarlo. Siguiendo a Robert Castel (La inseguridad social, Manantial, 2004), hasta podríamos decir que el “cursor de la sensibilidad” a los riesgos está desplazado y hace aflorar nuevos peligros. Entonces se exacerban los miedos y, por ejemplo, se llega a justificar el llamado a boicotear un censo por el problema de la inseguridad. En la actualidad, ese cursor está ubicado tan alto que suscita una demanda completamente irrealista de seguridad. En consecuencia, hay un desplazamiento del Estado social hacia un “Estado de la seguridad”, como sostiene Castel, que preconiza el retorno a la ley y el orden, como si el poder público se movilizara esencialmente alrededor del ejercicio de autoridad.

Records

Pero el beneficio en materia económica que tiene la clase media no registra precedentes en el pasado reciente. Vayamos, pues, a identificar algunos ejemplos.

El mes de septiembre creció con record de patentamientos de autos y motos. En el primer caso, se registraron 63.727 unidades mientras que se patentaron un total de 57.580 motos. Las ventas acumuladas ya superaron el total del 2009 y representaron subas de 38.5 y 92 por ciento respectivamente. Para dar un dato de lo que representa esta evolución, pensemos que, según un informe de la Asociación de Concesionarios de Automotores de la República Argentina (ACARA), hemos pasado de apenas 159.401 unidades patentadas en el 2002 a 515.791 en lo que va del 2010.

Por otro lado, según cifras del INDEC, la venta por unidades en shoppings aumentó 20 por ciento en septiembre con relación al mismo mes del año pasado, mientras que los precios crecieron 8 por ciento bajo la misma comparación. A su vez, en nueve meses la suba de precios acumulada es de 5,38 por ciento, de acuerdo a los datos oficiales. En septiembre la facturación alcanzó a 856,9 millones de pesos, lo que implica un alza interanual de 40,7 por ciento.

Al record de ventas en supermercados y shoppings, y al record de patentamiento de autos y motos, se le agrega otro que revela la solidez del rumbo económico: todos los fines de semana largos se registran altos índices de movilidad turística. Según datos de CAME, el último produjo un movimiento interno hacia los principales destinos turísticos del país que en todos los casos superó el 70 por ciento. Lo cual indica una movilidad estimada en un millón de turistas, superior al mismo feriado del año pasado donde el movimiento fue de 870.000 personas. Al mismo tiempo, en relación al 2009, las ventas vinculadas al turismo tuvieron un incremento del 10,8 por ciento.

A esto, por si fuera poco, se le suma un nuevo record: la venta de productos electrónicos. En efecto, la comercialización creció un 18 por ciento y la facturación, un 76%, en una tendencia que no culminó con la venta record de LDC’s durante el Mundial.

Esto evidencia un curioso fenómeno de la sociedad argentina: una clase media que, aún siendo protagonista principal en el logro de todos estos records, que ratifican su notable recuperación desde el 2003, muchas veces se constituye al mismo tiempo como la principal crítica del rumbo económico actual. En la medida en que muchos de estos bienes (electrónicos y turísticos, así como automóviles y ventas en centros comerciales) constituyen parte importante de su consumo, es indudable que su situación es a las claras mejor que hace unos años.

Evidentemente, la conclusión es que el curso de las demandas insatisfechas de la clase media ha cambiado: mientras que durante el neoliberalismo la falta de trabajo imposibilitaba acceder al consumo de todos estos bienes, en la actualidad la inseguridad e inflación concentran las principales preocupaciones de una clase media eternamente disconforme. Ahora bien: ¿son estas demandas la verdadera causa de insatisfacción de la clase media con el kirchnerismo?

Razones

Muchas veces se ha señalado a la clase media como una característica particular de la sociedad argentina, confundiendo su identidad con la de la sociedad en su conjunto a partir del gran dinamismo que imponen a sus demandas. La Argentina ha aprendido a pensarse como un país de clase media, incluso entre sectores populares que no lo son pero aspiran en algún momento a serlo, y esto suele plantearse como un rasgo específico de nuestra sociedad, diferente de otras en Latinoamérica.

Retomando los argumentos de Ezequiel Adamovsky, después de 1955 la imagen de clase media sufrió severos cuestionamientos. Las ideas que se vieron fortalecidas en el giro izquierdista luego de la Revolución Libertadora buscaron volver a colocar al trabajador en el lugar central del desarrollo argentino. Aunque gran parte de quienes integraban sectores de izquierda pertenecían a estratos medios, la clase media fue atacada por su incomprensión de los problemas nacionales, por su alineamiento con los más poderosos y su desprecio por los más humildes.
El Proceso no sólo acabó con la vida de decenas de miles de militantes y sus organizaciones. La represión y estigmatización de toda idea o proyecto de cambio social, dejaron el lugar para la victoria final de la clase media como elemento indiscutido de la argentinidad. Leído como un triunfo de esa clase, el alfonsinismo contribuyó luego a reforzar el orgullo de la clase media, que reclamó para sí el lugar de garante de la democracia recobrada. Pero ya entonces estaban presentes los argumentos neoliberales que contribuyeron a quebrar las solidaridades sociales amplias que se habían forjado en los años setenta. El orgullo de la clase media, con su tradicional componente antiplebeyo, podía ser utilizado para dividir y enfrentar al cuerpo social, como en definitiva hicieron algunos propagandistas del nuevo modelo. Así, el acceso a determinados bienes, entendidos como patrimonio exclusivo de una determinada clase social, rompió esos lazos de solidaridad que el peronismo había contribuido a instalar promoviendo medidas redistributivas y transformando a los más humildes en sujetos políticos y económicos con capacidades de las que históricamente habían sido excluidos.

El kirchnerismo posibilitó la inclusión de nuevos actores sociales a determinados estándares de consumo que hasta hace poco eran constitutivos de la identidad de clase media. Allí tal vez se puedan encontrar las razones por las cuales ella confronta ante un modelo que, sin embargo, ha posibilitado su recuperación luego de años de depresión neoliberal. Es de esperar entonces que, si deseamos un país con mayor equidad, que continúe en la senda de inclusión e igualdad de oportunidades para todos, algunos sectores de clase media no se piensen por fuera del colectivo social sino que se incorporen a éste fortaleciendo el actual proceso dinamizador de riqueza cultural, social y económica, con una mirada integradora, solidaria e incluyente.

El componente antiplebeyo de la clase media es lo que hace que me guste la analogía que hizo Eduardo Aliverti , diciendo clase media o clase mierda ?
Y como decía Sandra Russo , es increíble que gran parte de la clase media no se sienta parte de la clase trabajadora cuando son parte de la misma .
Recuerdo cuando Ricardo Fortser cuando parecía dificil para muchos identificarnos como kirchneristas , peleandonos con conocidos y con nuestrs propias familias alla por la 125 , decía Ricardo que para lograr eso había que rebelarse a su propia clase .
Creo igualmente que esta nota tal vez haya que reescribirla por completo luego del 27 de Octubre .

* Politólogo UBA-CLICeT

Fuente : El Ortiba

2 comentarios:

Daniel dijo...

Cada vez que discuto con un clasemediero, mas o menos acomodado, que muy a regañadientes puede aceptar algo del beneficio que le dio éste gobierno; si llevás la cosa a fondo lo que queda es un rancio antiperonismo. Y si apretás más todavía; un racismo liso y llano.

Javier dijo...

Estaba leyendo la nota de Leon Rozichner que me parece se mete de lleno en el odio sobre todo en la mujer . Muy interensante y basado en la envidia frente a la figura de Cristina , copn Nestor ese odio no existia asi , digamos cuando Nestor dijoq eu eramos todos hijos de las madres muchos nos emocionamos con la referencia y muchos lo sintieron como provocacion pero el odio no se maniofesto abiertamente . Con Cristina el odio de cierta claswe mierda es aberrante y si supongo equivalente opeor que el odio a Evita

Un abrazo

Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

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