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domingo, 10 de julio de 2011

Sin poder popular, lo político es una cáscara vacía




La política no es una formulación abstracta; es una herramienta transformadora que debe servir a los intereses colectivos. Cuando hablamos de un proyecto, importa el contenido político que lo sustenta. Este puede ser híbrido, incoloro, de sometimiento, compensador, promotor o restituidor de derechos.

La historia de los pueblos es política. Esta en sí misma no es light, es la definición de un proyecto de vida para un país, una provincia, un pueblo, una ciudad. Estos proyectos pueden ser diversos, y así van desde la justicia social, privilegiando el ascenso social, en donde las mayorías populares legitiman el modelo de justicia social y distribución de la riqueza, hasta un andamiaje donde se privilegian intereses concentrados y los monopolios desde un individualismo extremo que siempre trae fragmentación social.
Hacer política, como suele decirse, no necesariamente significa recorrer el camino de las postulaciones electorales. Eso en todo caso se refiere a lo formal de la democracia. La política es un camino a recorrer con vocación de cambio en la democracia real. Luego, en ese sendero se ubica la aspiración de poder para legitimar esos cambios. Siempre fue así. Durante el neoliberalismo y en la dictadura militar, a las expresiones políticas se las pretendió guardar en el desván de los recuerdos. Era mejor suplirlas por tercerizaciones en ciertas organizaciones de la sociedad civil, de características asépticas a todo lo ideológico. Se decía que con ellas no se hacía política, pero en realidad era otra manera de ejercerla, con alto grado de hipocresía.

Con estas tercerizaciones dejaron de importar los jóvenes, los líderes sociales, las organizaciones y los dirigentes. Se los descubría para las elecciones espasmódicamente. Pero están, siempre estuvieron. Como también siempre estuvieron militando la problemática barrial. Esa de calles intrincadas a las que no son muchos los que se le atreven.

Hoy, los argentinos están convencidos de la importancia que tiene la participación como modo para lograr las aspiraciones y reivindicaciones populares, y la utopía realizable de una sociedad mejor, de un mundo mejor. Estamos convencidos del rol transformador de lo colectivo. Desde el año 2003 retomamos el camino trunco de un modelo de país con inclusión social, y eso lo hizo la política, la que organiza el barrio, lo que se debate en la Universidad, la que se vincula en la calle, porque todos hoy nos hemos incorporado al protagonismo en la construcción de nuestro país. Sin poder popular, la política es una cáscara vacía. Apenas una formulación discursiva o de marketing publicitario que hasta resulta banal. Por eso, el motor del desarrollo tiene que ver con el proyecto político, que contiene políticas de gobierno a nivel de desarrollo humano y social, productivo, económico, industrial, tecnológico, científico, educativo, sanitario, entre otras. Este se elige y en esa elección está la voluntad soberana del pueblo. Y en esa voluntad, tal como decía Néstor Kirchner:“La historia de las instituciones, como la de los pueblos, se construye con la verdad. Por ello, ningún incidente, ninguna desafortunada acción o expresión de quienes se esfuerzan por dividir a los argentinos con motivaciones ideológicas o políticas propias de otros tiempos de intolerancia, deben apartarnos de nuestro objetivo de construir una Argentina que en paz y trabajo, con instituciones prestigiadas, merezca ser vivida.”


Fuente :Tiempo Argentino

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Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

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