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miércoles, 10 de agosto de 2011

Tambalea la economía global

Crisis financiera


Si continúa la defensa del interés de los bancos, del capital financiero ficticio, el debilitamiento de la economía real sigue su curso. Y con su avance continuado el ritmo de la crisis se incrementa. En ese punto exacto estamos.


Pum para arriba, las bolsas del mundo rebotaron tras la debacle. Los comentaristas hablarán de “alivio”, pero la marcha del serrucho financiero sigue su curso, aunque la Reserva Federal haya anticipado que la tasa de interés continuará clavada hasta 2013, en un 0,25% anual. La tasa de interés que pagan los bancos, no la que pagan sus clientes, claro.

En el ínterin, 32 mil millones de dólares en títulos de la Reserva Federal han sido subastados sin mayores inconvenientes, alimentando así el rebote. Ese sigue siendo un refugio para el mientras tanto. ( irracional comprar deuda de una país que supuestamente segun las calificadoras no es tan solvente como antes y tal vez no te pague) Igual que el oro. ( El oro si es AAA ) Eso sí, el oro superó holgadamente la barrera de los 1700 dólares la onza troy. Conviene no equivocarse, tomar el comportamiento de las bolsas por el de la economía real suele ser uno de los peligrosos pasatiempos de los asesores financieros. Existe una relación entre una cosa y la otra; se trata de recordar cuál es.

Avancemos con cautela. Los crujidos recesivos de la crisis estadounidense terminaron aterrando a las bolsas del mundo entero. Standard & Poor’s hizo saber que el rey está desnudo, al recalificar la deuda soberana de los Estados Unidos AA+, en lugar de su histórico AAA. Ese modesto signo demostró que el mundo real existe. Pese a que Barack Obama, con acento latinoamericano, apostrofó el comportamiento de la calificadora de riesgo, los mercados globales hicieron saber que hasta esa evaluación resultaba, a su juicio, excesivamente optimista. Por eso se derrumbaron el lunes, ( por la recesion yankee que saben provocan los ajustes respublicanos de Obama ) al tiempo que la marcha descendente de los títulos de la deuda pública europea no tranquilizaba a nadie. Y ni siquiera alcanzó que el Banco Central saliera a comprarlos en masa. El banco que puso tan duras condiciones para el refinanciamiento de la deuda pública griega acabó apostando en el casino financiero que esos títulos no terminarán siendo papel mojado. Aun así, el contagio entre ambos términos, entre la sacudida recesiva estadounidense y la crisis financiera europea, potenció la debacle común.

Es que era casi imposible esperar otra cosa, con tan alto nivel de empapelamiento de los mercados financieros. Para que se entienda, al decir de los especialistas monetarios la relación entre la economía real y sus representaciones en papel supera el 40 a 1 en el mundo entero. Es decir, por cada dólar atado al proceso productivo, 40 recorren disfrazados de títulos y valores los volátiles mercados financieros del mundo.

Ese es el punto. Siempre existe un desvío entre el motor productivo real y sus representaciones financieras. Pero mientras esa distancia no supera un cierto rango, la tensión entre un polo y el otro mantiene la actividad económica en funcionamiento. La valorización de los papeles se asienta sobre el crecimiento de los activos reales, sobre el incremento de la productividad social del trabajo. Cuando esto no sucede, los bancos, para conservar su tasa de rentabilidad, “inventan” negocios apalancados. Nuevos papeles que “defienden” los viejos. Si el negocio funciona en las pizarras, nuevos dólares producidos por la actividad económica real huyen hacia la rentabilidad financiera. Sólo si la actividad productiva real crece más rápido que el drenaje, la cosa sigue funcionando. De lo contrario, el costo de mantenimiento de la burbuja financiera termina por agotar las posibilidades de la economía real, y eso es lo que está sucediendo ahora. Entonces, si continúa la defensa del interés de los bancos, del capital financiero ficticio, el debilitamiento de la economía real sigue su curso. Y con su avance continuado el ritmo de la crisis se incrementa. En ese punto exacto estamos.

LOS EFECTOS INTERNOS.

El Merval de Buenos Aires también se comporta según la lógica financiera globalizada. Con una diferencia sustantiva, la economía real de la sociedad argentina no sigue el mismo rumbo. Antes que nada, la Bolsa de Valores mueve unos 25 millones de dólares diarios. Esa solo cifra delata su falta de significación macroeconómica. No son los pasillos de la Bolsa el camino que recorren los grandes negocios en la Argentina.

En rigor, la marcha de la crisis global se verifica en la cotización del dólar. La presión vendedora que soportó ayer el Banco Central (liquidó 230 millones de dólares para conservar la paridad cambiaria) muestra que los excedentes de las empresas buscan liquidez verde para marchar en busca de negocios financieros rentables. Y todo lleva a pensar que esos negocios no se realizarán dentro del mercado nacional.
Al mismo tiempo, la caída de los precios internacionales de los commodities terminará por reducir las ganancias extraordinarias de la producción agraria. Por cierto no se trata de una noticia terrible, sólo que la capacidad de compra del sector, fuertemente acrecentada en los últimos cuatro años, tenderá a valores mas próximos a la rentabilidad histórica. Y eso es todo, por el momento. Enlace

Fuente :Tiempo Argentino

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Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

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